Días pasados oía una entrevista en
una cadena televisiva, en hora de máxima audiencia, al Secretario de Estado
para Economía. Sin el más mínimo empacho manifestaba su deseo ardoroso de que
en las elecciones en Grecia triunfaran “los buenos”, que, según su opinión eran
el partido de derechas de ND y el socialdemócrata PASOK.
Este maniqueo e impúdico
ejercicio se hacían a “sensu contrario” de que estos dos partidos acumulan la
mayor responsabilidad y permanencia en el poder de la actual crisis en el país heleno.
Bajo sus mandatos se ocultaron y manipularon las cifras del déficit, se
impusieron y adoptaron toda una serie de medidas contra el interés social y de
la ciudadanía que han resultado tan gravosas como ineficaces. Es decir, los
pirómanos actuando como bomberos salvadores.
La desvergüenza, el descaro y la insolente
manipulación de las llamadas cancillerías occidentales en las elecciones
griegas del pasado domingo superan todo lo imaginable. Han luchado y pataleado lo indecible para que
sus amigos, “los buenos”, fueran los más votados y el resultado es bien magro,
un escaso 2 dos por ciento de diferencia. A pesar del chantaje, del miedo, de
la apelación al hambre física.
“El futuro no pertenece a los
asustados, sino a los portadores de esperanza” señaló Tsipras ayer tras conocer
los resultados. Y el mensaje queda
claro. También para nuestro país. ¿Qué futuro tienen Rajoy, De Guindos, Montoro…?
Asustados y cagados.
El ascenso de Syriza, apoyado en
el imparable declive de un PASOK, tan
arruinado como el país, se fundamenta en
una combinación de credibilidad política
y social con credibilidad personal, en un espacio social castigado por la incapacidad
y la corrupción. En ser un oponente a una estéril política de recortes, el no
haber colaborado con una socialdemocracia entregada a los mercados ni gobernar
con él en regiones o municipios aplicando políticas de recortes.
A esto no se le puede llamar
crisis, aparte de estafa, es la absoluta decadencia moral. Unos encorbatados e
insufribles portadores de los valores de la democracia, movilizándose en los
medios de comunicación de media Europa (sus “medios” y “su Europa”) aterrorizando
a un todo un pueblo, a golpe de embargo, a embate de falsa deuda.
Su producción de democracia y
demás bienes consumibles, se ha convertido, de la noche a la mañana, en pura
bisutería. Ya, hasta las mentiras se les
atragantan.
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