miércoles, 30 de mayo de 2012

Nos roban y además nos toman por tontos


España siempre ha sido un país de ladrones, pero los ladrones de ahora, con nombre y apellidos (Rodrigo Rato, Miguel Blesa, Goirigolzarri, Rajoy, De Guindos…) son los más ladrones de la historia.

El bochornoso espectáculo-atraco de Bankia, que en menos de una semana pasa de solicitar al Estado 7.000 millones de euros a elevar esa cantidad a 24.000, es el exponente en términos numerarios de una actitud , de una política y de un contingente.

Cada uno de los españoles, como accionista forzoso de Bankia, va a poner 800 euros -no es como en el IRPF voluntario, sino por decreto- para salvarla de la quiebra y, además, no tenemos derecho a que se investiguen las responsabilidades de los últimos gestores y de los anteriores. El Gobierno atraca a cada español, a cada parado, médico, fontanero o prostituta con un monumental descuento de su vida y de sus derechos, e impone la ley del silencio para proteger a los atracadores: Rato, Blesa, Acebes, a las Comunidades Autónomas de Madrid y Valencia, al PP como partido mayoritario en los consejos de Administración de Bankia, Caja Madrid y Bancaja y alguno más, también familiar o enchufado, generalmente del partido del Gobierno.

Es un robo con mordaza. Con ocultación y alevosía. Con el silenciador de la mayoría absoluta, obtenida con engaño y expolio de la verdad.

No somos nada. Somos un remedo de ciudadanos y de democracia. Un esperpento cruel de gobernantes con fiebre neoliberal, que sacrifican sin pestañear en la hoguera capitalista a los hombres, las mujeres, el hambre, la salud o el derecho. Sin límites. Que son 7.000, 7.000. Que son 24.000, 24.000. Los que hagan falta. Aunque desgarren, asesinen o envilezcan a una nación y a sus ciudadanos.

Somos su botín y sus garantes. Siempre pagaremos nosotros y ellos, los banqueros, los bancos, los inversores, los gobernantes de una mayoría de fraude,  nunca perderán.

Arrasados nuestros ahorros, enajenados nuestros recursos, aniquilada nuestra sanidad, subastados a la baja nuestros contratos de trabajo, expoliadas nuestras pensiones, ultrajados en nuestra educación, sólo nos queda el espíritu. El alma, la dignidad, el insomnio.

Cautivos y desarmados, el imperio de la mentira y el crimen cruza una frontera fatal, llegando a un despojo extremo: a partir de ahora todos seremos sólo víctimas.

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