Pues si, quieren acabar con todo.
La peña pepera quiere acabar con todas las libertades, todas las conquistas
sociales, todos los derechos adquiridos
y reducirnos a una enorme masa mayoritaria de pobres y esclavos, al servicio de
una minoría de banqueros, ladrones y lacayos de su orden, sin derecho a
rebelarse, manifestarse u oponerse.
Es el fascismo institucional en
estado puro. No es la crisis, es el atraco y la estafa. No es la lucha contra
el desempleo, es el embuste y la mentira.
No es la coyuntura económica, es el arrasamiento y el derribo de las conquistas
sociales.
Pero tienen un punto que le es
particularmente débil: su odio mortal al sindicalismo y los sindicatos. No hay
más que leer las declaraciones al respecto de la mala bestia de Esperanza
Aguirre o las “informaciones” o comentarios de la caverna de juntaletras que,
para vergüenza de la profesión periodística, existe en nuestro país.
No les importa que los sindicatos
sean para la Constitución, que un día votaron de mala gana y con el brazo en
alto, elementos fundamentales de la vertebración social y democrática. Ahí les
duele. Y el descubrimiento de ese punto débil no deja de sernos de máxima
utilidad.
La Esperanza anda como puta por
rastrojo despotricando de los sindicatos y diciendo que “caerán como el muro de
Berlín” en un alarde de simpleza y de nazismo genético. Pero no. Se equivoca.
Antes, mucho antes, caerá ella y su equipo de ladrones y corruptos güertelianos.
Y no como el muro de Berlín sino como el Reichstag o como los vergonzantes
muros que el capitalismo ha construido o está construyendo en Palestina o Nuevo
Méjico.
La pista viene dada porque el
sindicalismo tiene una capacidad neta de movilización superior a la de los
partidos y porque una buena practica sindical, progresista y sostenida, pueda
dar al traste con el neoliberalismo pré a porter de estos atracadores de
derechos humanos y sociales que amparados en la desmovilización y la desidia
ocupan nuestros gobiernos de todo tipo.
Y esa es la clave. Una
resindicación masiva de la clase obrera, unitaria en la acción y en la
reivindicación, ocupando las anchas
alamedas de la libertad a cada atraco, a cada privatización dirigida a enriquecer al capitalismo amigo, a
cada recorte de nuestra dignidad, se revelan fundamentales. Una forma de darle una gran hostia a la grave
realidad de cada viernes y de cada día de este gobierno de asaltadores de
caminos y ferrocarriles, a estos bandoleros del boletín oficial y de la
exclusión social programada.
Hay que dejarlos con el culo al
aire. Sin gobiernos y sin mayorías. Hay que mochar parejo, y acabar con ellos,
antes de que acaben con nosotros.
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