viernes, 4 de mayo de 2012

Quieren acabar con todo y con el sindicalismo lo primero


Pues si, quieren acabar con todo. La peña pepera quiere acabar con todas las libertades, todas las conquistas sociales, todos  los derechos adquiridos y reducirnos a una enorme masa mayoritaria de pobres y esclavos, al servicio de una minoría de banqueros, ladrones y lacayos de su orden, sin derecho a rebelarse, manifestarse u oponerse.

Es el fascismo institucional en estado puro. No es la crisis, es el atraco y la estafa. No es la lucha contra el desempleo,  es el embuste y la mentira. No es la coyuntura económica, es el arrasamiento y el derribo de las conquistas sociales.

Pero tienen un punto que le es particularmente débil: su odio mortal al sindicalismo y los sindicatos. No hay más que leer las declaraciones al respecto de la mala bestia de Esperanza Aguirre o las “informaciones” o comentarios de la caverna de juntaletras que, para vergüenza de la profesión periodística, existe en nuestro país.

No les importa que los sindicatos sean para la Constitución, que un día votaron de mala gana y con el brazo en alto, elementos fundamentales de la vertebración social y democrática. Ahí les duele. Y el descubrimiento de ese punto débil no deja de sernos de máxima utilidad.

La Esperanza anda como puta por rastrojo despotricando de los sindicatos y diciendo que “caerán como el muro de Berlín” en un alarde de simpleza y de nazismo genético. Pero no. Se equivoca. Antes, mucho antes, caerá ella y su equipo de ladrones y corruptos güertelianos. Y no como el muro de Berlín sino como el Reichstag o como los vergonzantes muros que el capitalismo ha construido o está construyendo en Palestina o Nuevo Méjico.

La pista viene dada porque el sindicalismo tiene una capacidad neta de movilización superior a la de los partidos y porque una buena practica sindical, progresista y sostenida, pueda dar al traste con el neoliberalismo pré a porter de estos atracadores de derechos humanos y sociales que amparados en la desmovilización y la desidia ocupan nuestros gobiernos de todo tipo.

Y esa es la clave. Una resindicación masiva de la clase obrera, unitaria en la acción y en la reivindicación,  ocupando las anchas alamedas de la libertad a cada atraco, a cada privatización  dirigida a enriquecer al capitalismo amigo, a cada recorte de nuestra dignidad, se revelan fundamentales.  Una forma de darle una gran hostia a la grave realidad de cada viernes y de cada día de este gobierno de asaltadores de caminos y ferrocarriles, a estos bandoleros del boletín oficial y de la exclusión social programada.

Hay que dejarlos con el culo al aire. Sin gobiernos y sin mayorías. Hay que mochar parejo, y acabar con ellos, antes de que acaben con nosotros.

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