Días pasados asistí a la
presentación de un libro de Felipe Alcaraz. El autor, dotado de un sentido
superior de la ironía y el sarcasmo, dijo “sentir dudas en este momento, sobre si Zapatero ha
existido o no”.
Esta duda del escritor y político
granadino me llevó a mí a otra duda que albergo hace tiempo pero dentro del
mismo contexto.
¿Existe Mariano Rajoy o es una alucinación
colectiva que padecemos los españoles? Yo creo que cuando el gallego
desapareció, huyendo de los periodistas, tras una puerta del Senado, se
desintegró en el éter.
Lo que aparece de él, es un
ectoplasma, un fantasma, una cera ardiendo, que administran, en su inmaterialidad
y a partes iguales, Ángela Merkel, Aznar y Emilio Botín. No es determinismo, ni
prevalencia de lo absurdo, es que creo que el Mariano que preside los Consejos
de Ministros no es de este mundo.
Presumo que los espíritus del Averno
se me pueden rebelar si les incluyo a este mercachifle entre su vecindario,
pero estoy dispuesto a asumir el riesgo. Esta substancia que navega entre las
faldas de Soraya, el judío errante de Montoro o la calva de popelín de Guindos
no puede ser de esta parte de los mortales.
Fiel a su puerco oficio, este
fantasma de los mercados y los telediarios, quiere jodernos cada viernes, nos
toma por tontos y nos estafa la carta de ajuste. Ante una muchedumbre de imbéciles pegados a
la pantalla, a cada segundo, con su tijera de eternidad, nos recorta un
poco. Pero es para disimular. Lo que en
realidad quiere es meternos, sin que apenas nos demos cuenta la “bacalá” de la
banca tóxica y sus ladrillos podridos. Dicen los entendidos, que hasta 168.000
millones del ala.
Y a esta solemne procesión de
gilipollas del partido de la diestra, ¡la madre que lo parío!, no podemos
asistir. ¡Ya esta bien que tengamos que soportar a “la marquesa” y sus orgasmos
recortadores, pero aguantar a un fantasma transexual, sin que los perros
ladren, es pedir demasiado!
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