Ninguna. En poca mas de cuatro meses su mayoría parlamentaria
se ha deslegitimado por completo. Su acción de gobierno se basa en incumplir sistemáticamente
todo lo que afirmaron que iban a hacer. Un completo fraude al electorado y una
quiebra del estado de derecho.
Todos los medidores sociológicos
le dan un retroceso de casi diez puntos en el respaldo que obtuvo en noviembre,
por lo que teniendo en cuenta que aún con la mayoría absoluta no representaban
sino al 30 % del censo electoral, el PP estaría gobernando en contra de los
deseos y la voluntad de una amplia mayoría de ciudadanos.
Sus medidas ultra liberales, liquidadoras por derribo del estado de
bienestar, resultan no solo lesivas para una amplia mayoría sino, por ende,
ineficaces, atropelladas e injustas. Son
de auténtica repugnancia democrática cuando se dirigen a los derechos y garantías
conquistados en una lenta evolución social y quieren privatizar hasta el
exterminio el Estado y los bienes públicos.
Hay una grave agresión
sistemática de elementos esenciales de una sociedad como la salud, la educación
o los derechos de trabajo, representación y negociación colectiva. Se fomenta un clima de censura y represión de
la opinión y la manifestación, se desata una intolerable campaña de
desprestigio de los sindicatos, se criminaliza el ejercicio de derechos
fundamentales y se camina hacia un estado policial, umbral mismo del fascismo,
que late abiertamente en declaraciones y manifestaciones de destacados
políticos del gobierno.
El país ha retrocedido décadas en
escasos meses y la acción de gobierno carece de dignidad y autonomía,
supeditada a contentar a poderes fácticos y dirigentes de otros países,
insaciables en modelos que comportan sacrificios sin cuento de una mayoría en descarado beneficio de una
minoría.
El presidente de Gobierno da
continuas muestras de cobardía política, no da explicaciones de hechos y
situaciones gravísimas y no comparece donde debe hacerlo. Con una quiebra de su
programa electoral y con una reiteración machacona de mentiras e incumplimientos
estaría obligado a dimitir de inmediato.
Hay una importante ruptura social
y la credibilidad de las instituciones democráticas está bajo mínimos. Existe un clima general de engaño y fraude y
se respira un ambiente de miedo ante cada nueva medida, por el temor a un empeoramiento del nivel y
calidad de vida hasta límites de insostenibilidad.
La respuesta social, lenta, pero
inexorable, pondrá a cada uno en su lugar y acabará con este lamentable estado
de cosas.
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