El fin de semana nos ha traído,
por una vez, buenas noticias. Como diría Jack El Destripador, vayamos por
partes.
En el frontispicio se sitúa la
victoria de François Hollande en las elecciones presidenciales en Francia. Un cuestionamiento abierto de las políticas
de austeridad y de recorte que abren una nueva era en la maltratada Europa de
los ciudadanos.
A reglón seguido, los votantes
griegos le han dado una soberana patada en el culo al bipartidismo imperante. El derechoso ND y el socialdemócrata PASOK,
los equivalentes a nuestros PP y PSOE, que concentraban el 80 % de los votos y
soportaban parlamentariamente el gobierno impuesto por los banqueros europeos de
Lukás Papadimos, se ha quedado en un pírrico 35 % entre las dos formaciones, con
el Syriza, equivalente a IU, como segunda fuerza más votada, con un 16 %.
En las elecciones municipales en
el Reino Unido, los laboristas han arrasado, superando en 16 puntos a los
conservadores de Cameron de la Isla, que solo mantienen el poder en Londres con
el estrambótico y corrupto Boris Johnson, mientras se caen con todo el equipo
los liberales.
Y en las elecciones regionales en
el land alemán de Schleswig-Holstein ha triunfado el CDU de Ángela Merkel que
ha logrado 22 escaños, pero con 12 menos que en las últimas elecciones y
registrando el peor resultado desde 1950.
Quiero esto decir, en román paladino,
que los ciudadanos europeos están hasta los mismísimos de las políticas
conservadoras y de recortes de la derecha indígena y que hasta en cuatro
comicios distintos les han puesto los pavos al sol.
Fin de ciclo de la derechona
incivil y pedestre en Europa y que se vayan preparando Rajoy, la marquesa
lenguaraz y el facherío andante porque esto es lo que le espera. Así que, menos humos Caperucita, que a todos los cerdos
les llega su San Martín.
Ahora vemos las reacciones de la
caverna de junta letras que tenemos por “prensa” en nuestro país y se les ve el
plumero y el acuerdo previo: la derrota de Sarkozy no es la derrota de la
derecha, es una derrota “personal” de su candidato. Y así nos lucen las mentiras y el pelo.
Por eso, hoy me regodeo en su
derrota, y en sus mentiras más frescas. ¿Comprenden? En defensa propia.
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