Hola, me llamo Fátima, Fátima
Gump, y no soy tonta aunque lo parezca. Tonta es la que dice tonterías y yo
sólo firmo los decretos que me pasa Mariano, que tampoco es tonto, aunque también
lo parece.
Mamá siempre decía que la vida es
como una caja de bombones, nunca sabes cuál te va a tocar, a mí me ha tocado
uno de chocolate y nueces que se llama “ministerio” y aquí estoy, buscando a
ver de qué está relleno.
Yo no sé mucho de casi nada, pero
aquí estoy haciendo “reformas”. La verdad, aunque yo siempre iba corriendo,
nunca pensé que eso me llevara a ningún lado, y mira por donde, de la “tonta
del pueblo de San Juan del Puerto” he llegado a ministra, y eso que yo nunca he
trabajado, pero mamá dice “que Dios es muy misterioso” y mira mi misterio. De
tonta del bote a ministra, y de no darle un palo al agua a, “de Trabajo”.
Puede que yo no sea muy lista,
pero sí sé lo que son los sindicatos, son esos señores con cara de mecánicos
que se enfadan mucho si despiden a seiscientos mil en un año, y van, y hasta te
hacen un escrache en la puerta de tu
casa. ¡Nazis, que son unos nazis!
Alguien dijo que la salida de la
crisis estaba en mis manos, pero yo sólo soy del Opus y a veces nunca hay
suficientes piedras para que te las puedan tirar, y es lo que dice mi mamá, que
lleva más de un año sin pagarle a sus empleados: “Se atraen más moscas con miel
que con hiel”, y por eso yo, cuando voy a Parlamento pongo esa cara, entre gili
y Semana Santa.
Los empresarios dicen de mi “Es
un idiota, pero hay que ver lo barato que podemos despedir” y es que yo soy de
familia de empresarios. Se dedican a la carne. ¡Que no es lo que se puedan
creer! , que es a los productos cárnicos, pagar no pagamos pero nos llaman “empresarios”,
como a tantos.
Es curioso lo que uno puede
recordar, porque yo no me acuerdo cuando nací, ni recuerdo mi primer regalo de
navidad, ni tampoco sé cuando salí de excursión por primera vez... pero... sí
recuerdo la primera vez que aprobé una reforma laboral. Yo nunca había visto
nada tan hermoso en toda mi vida, todos los albañiles, barrenderos, empleados de
grandes almacenes, a la calle y por cuatro perras. ¡Qué bonito era!
Nunca llegaron a decírmelo, pero
creo que la CEOE ya debe haber hecho las paces con Dios, y están tan
agradecidos.
"Tonto es el que hace
tonterías." Y yo he dicho que los jóvenes sin empleo que emigran son la “movilidad
exterior” y nadie me ha encerrado en un garaje. Todavía.
En fin, Estoy cansada. Quiero
irme a casa, con mi Virgen del Rocío. Y es que casi nadie me hace caso.
Rezándole con devoción, todos, los seis millones, se acababa el paro.
Mi nombre es Fátima. Y el del “otro”
tonto, Mariano.
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