El Ayuntamiento de Marbella no
sancionará a José María Aznar a pesar de haber paseado, en la pasada Semana
Santa, a sus tres perros por la playa de esa localidad, sueltos y sin bozal,
como establece una ordenanza municipal y haberlo denunciado un edil del
consistorio con el respaldo de decenas de vecinos.
Otro Ayuntamiento, el de Madrid,
pagó a Aznar y su familia doscientas clases de golf por un importe global de
1,5 millones de las antiguas pesetas según informa la prensa nacional en esta Pascua Florida.
En mayo del 2007, este señor con
bigote y melena, destripó una campaña de Seguridad Vial al pronunciarse en
contra de las limitaciones de velocidad en las autovías y mostrarse partidario
de beber el vino que cada ciudadano, o borrachín, considere conveniente.
¿Qué pasa en este país con este
personaje o tipejo? ¿Qué tiene bula para
hacer lo que quiera, lo que le dé la
gana y, encima, reírse de todos?
Aparte de gestas tan notables como
reunirse en las Azores con otros dos asesinos de guerra, poner los pies encima
de la mesa de una mesa de la Casa Blanca y hacerse financiar con fondos
públicos la Medalla de Honor del Congreso yankee, este mequetrefe con ínfulas
de hablar con Dios, eso sí, en la intimidad y después de haber “fumado” algo,
está encantado de conocerse a sí mismo, pretende “liderar” la humanidad contra
el peligro de los rojos y de la PAH.
Hay muchas zonas de sombra en la
trayectoria de este mierdecilla pepero, cómo, ¿Quién financió realmente la
imperial boda de su hija en El Escorial? ¿Qué relación existe entre las
donaciones a su partido de constructoras y empresas, que anotó Bárcenas en su incunable, y las
adjudicaciones de obras (AVE y autopistas) en su mandato? ¿Qué relación de
causa-efecto hay entre la burbuja inmobiliaria y su ola de miseria y usura y la
política que alentó, y se pavoneó de ello, este facha de medio pelo?
¿Hasta cuándo este país va a
permanecer impasible ante los privilegios, corruptelas y desplantes de este
chulo de ferias?
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