El gran Jefe de la Moncloa ha
mandado hacernos saber que quiere recortar nuestros derechos sociales y como
ciudadanos, en nombre de la situación en los mercados, con palabras de buena
voluntad.
Mucho agradecemos este detalle,
porque de sobra conocemos la poca falta que le hace nuestra opinión.
Queremos considerar el
ofrecimiento, porque también sabemos de sobra que si no lo hiciéramos la falsa
democracia y la falsa mayoría absoluta, obtenida con engaños, nos los arrebatarían con policías y decretos.
¿Pero cómo podéis comprar o
vender derechos o la supervivencia de un pueblo?
Esta idea nos resulta extraña, ni
la libertad individual, ni los derechos colectivos de los ciudadanos son exclusivamente de esta generación, ¿cómo
podrían ser reducidos o recortados?
Tenéis que saber que cada trozo
de esta libertad es fruto de la lucha social de todo un pueblo en varias
generaciones y siglos, el despido indemnizado,
la pensión de jubilación, el derecho a la salud, las escuelas de
nuestros hijos, la formación universitaria de nuestros jóvenes, nuestras
viviendas, son sagrados logros y
memorias de mi pueblo. Los muertos de la derecha neoliberal y los políticos
profesionales parecen no tener patria, ni hijos, ni derechos que preservar y se olvidan de
todo cuando se sientan en el escaño.
Nuestros muertos en cambio, nunca
se alejan de la tierra, que es la madre. Somos una parte de ella y la flor
perfumada, el ciervo, el caballo el águila majestuosa, son nuestros hermanos,
las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el
hombre. Todos pertenecen a la misma familia.
Una pensión de jubilación no es
sólo una garantía para la vejez sino, que también, representa la sangre de
nuestros antepasados. Si nos la dejamos reducir o recortar tendríais que
recordar que son sagradas y así recordárselo a vuestros hijos. También la salud
o la educación son nuestros hermanos porque nos liberan de la enfermedad y de
la incultura, además cada reflejo
fantasmagórico en las claras aguas de las libertades colectivas, cuentan en las
memorias de la vida de nuestras gentes.
La libertad de reunión y de
manifestación son la voz del padre de mi padre.
Sí, gran jefe del PP y de la
Moncloa, los derechos sociales son conquistas irrenunciables y sacian nuestra
sed de libertad y democracia, son portadores de nuestras vidas y alimento de nuestros hijos.
Si nos dejamos reducir y recortar,
tendréis que recordar y enseñar a vuestros hijos que son el fruto de la
evolución de nuestro pueblo, que también es el suyo, y por lo tanto deben
tratarlos con el mismo respeto con que se trata a una ley inviolable.
Por supuesto que sabemos que vosotros,
capitalistas mercantiles, no entendéis ni os gusta nuestra forma de ser, tanto os dan seis
millones de parados o cuatrocientos mil desahucios porque no la veis como propios, sino como algo
que le ocurre y le hacéis a vuestro enemigo,
al que despreciáis y apaleáis. Secuestráis la vida a sus hijos y tampoco os
importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos, son
olvidados. Tratáis a las personas como
objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas, primas de riesgo o
cuentas de colores. Vuestro apetito fascista devora la tierra, dejando detrás
solo un desierto. No lo puedo entender, vuestras leyes hieren los ojos del
hombre, de las mujeres, de los jóvenes y de los ancianos.
No hay un derecho tranquilo en
vuestra hoja de ruta, ninguna garantía o servicio social que no se quiera
privatizar, hacer copagar o eliminar.
Vuestras reformas son un insulto
para el oído, la vista y el tacto, y yo me pregunto: ¿Qué clase de programa
electoral ofertasteis para engañar a
diez millones de electores y ofrecerles a cambio, esta piltrafa política?
Somos el pueblo y no lo podemos
entender.
Cuando el último ciudadano libre haya
desaparecido de la tierra, cuando no sea más que un recuerdo su sombra, como el
de una nube que pasa por las altas alamedas, entonces todavía estas calles y estos parlamentos estarán poblados por el espíritu de mi pueblo,
porque nosotros amamos nuestro país como ama el niño los latidos del corazón de
su madre.
¿Qué puede hacer el hombre sin su
espíritu social y colectivo? Si todos nuestros derechos desapareciesen, moriríais,
todo lo que pasa a los animales muy pronto le sucederá también al hombre. Todas
las cosas están ligadas.
Debéis enseñar a vuestros hijos,
lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros, que la libertad es nuestra
madre. Todo lo que le ocurre a la libertad le ocurrirá a los hijos de la
tierra, si los hombres escupen en el suelo, se escupen a sí mismos.
De una cosa estamos bien seguros.
Nuestros derechos no os pertenecen, vuestra mayoría es flor de un día y dentro
de nada seréis una minoría parlamentaria, refugio de corrutos y lobbys de poder
caducados, sois solo el hilo de un gran
fraude social.
Si ensucias vuestro lecho
cualquier noche moriréis sofocados por vuestros propios excrementos, pero
vosotros caminareis hacia la destrucción, rodeados de escándalos y corruptelas,
y que por algún designio especial, os dio dominio sobre nuestro ideal
democrático, ese designio es un misterio para todos, pues no entendemos como
habéis podido mentir tanto y a tanta gente, como habéis saturado el aire de tanta mentira, con el
aliento de vuestros políticos sobornados por sobres y sobresueldos, y atiborrado
el paisaje con cables y pantallas
parlanchinas.
¿Dónde está la democracia sana? …
Desapareció
¿Dónde está la igualdad social? … Desapareció
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