El hombre, con el aspecto y la
indumentaria característica, tiene una boca humeante, el tono de voz “de los
gritos de ritual” y un aire de “camisa vieja”
o de sargento chusquero retirado.
Ellas, mujeres del Colectivo
Ágora Feminista, protestaban ante el Palacio Arzobispal de Sevilla, y querían hacer público su rechazo a unas
recientes declaraciones de la jerarquía católica en las que amenazaba con la
excomunión a las mujeres que aborten. De ahí la elección de la céntrica sede
arzobispal de Sevilla, aromada de capelos y sotanas.
El hombre, con la actitud agresiva,
insultante, histérica e histórica, que nos es muy conocida, grita: “¡Putas,
cerdas, guarras, asesinas! Repite los insultos varias veces. Desafiante, increpa: ¡Que pasa, que pasa!
Ellas no caen en la provocación.
Ignoran al energúmeno, cada vez más irritado y amenazante. Cae el telón.
Estamos en la misma España de
siempre. Un fanático que dice defender la vida y resurge desde las entrañas del
integrismo y la agresión machista. La España de cerrado y sacristía. La devota de Frascuelo y de María, del
capirote y de la comunión diaria, que no ha sacado el revolver miserable sólo
por casualidad.
A esto nos conducen. Esta es su
democracia y su respeto a la vida. El histerismo amenazante y el latiguillo
inducido desde los púlpitos. Somos, seguimos siendo, el país miserable de
siempre.
Hay una novedad. También inducida
desde el discurso oficial. A su retahíla de insultos provenientes de la vieja
estirpe, la que reivindica Rajoy en sus escritos de juventud, - si es que
alguna vez la tuvo- el fascista con corbata añade el último: ¡Nazis!
Alguien que es la encarnación del
espíritu del nacionalsocialismo increpa al prójimo, a su modo y albedrio, con
la palabra “nazi”. Si se rasca y escarba
un poco a sí mismo se lo encuentra de pleno.
También, Cospedal dixit, eran “nazis”
los que hacían escraches a “sus” políticos del sobre y el recorte. Los jueces
no están de acuerdo y la Dolores aún no se ha puesto la camisa parda. Si la
mantilla y la peina.
Esto va para arriba, y bajo el
aluvión de basura episcopal, la vida pública es ya todo un desmán. Ya sacan otra
vez las rancias banderas, los vocablos raciales y arcaicos, llenos de cólera y
odio, pura médula española, con eñe”. El
paso siguiente es el paredón, el rapado y el ricino.
Son visiones reales, corrosivas y
esquizofrénicas, de un aquelarre impulsado por Gallardón Y Rouco.
La última vez que su pusieron a “defender
la vida” causaron un millón de muertos.
vuelve la espana mas rancia y casposa,despues de un tiempo con las orejas gachas ahora estan crecidos,ya no se ocultan,se muestran tal como son,su mayoria absoluta se lo permite,desde luego a mi nunca me han enganado,excelente el articulo
ResponderEliminarQue lastima que la mayoria de este pais se identifique con dichas personas.
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