Después de usar a toda América
Latina como el pasillo de su casa. Después de invadir la República Dominicana
en cuatro ocasiones, la isla de Granada en tres, Panamá en dos, ocupar la
tercera parte del territorio de México, introducir dictaduras en Chile,
Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Argentina, Bolivia y Colombia.
Después de invadir Afganistán y
permanecer ocupando el país desde 2001. Después de invadir y declarar la guerra
a Irak y causar dos millones y medio de muertos y apropiarse de todo el petróleo
del país. Después de bombardear e invadir Libia por el mismo deleznable motivo,
desestabilizar Siria, Túnez y Egipto con el pretexto de “la primavera árabe”, un señor llamado Obama, le dice a otro señor –no
menos imperialista- llamado Putin, que ocupar la península de Crimea es “contrario
al derecho de las naciones y de los pueblos y a la carta fundacional de las
Naciones Unidas.”
Las carcajadas se oyeron en
Sebastopol. ¡Nunca mejor dicho! Y es que, como he oído el pasado fin de semana
a personas que me merecen el máximo respeto, la “globalización” ha concluido.
Ahora hay algo de “mundialización”, pero eso que le ha dado de comer caliente a
un centenar de teóricos de conferencia pagada, la “globalización”, ha dejado de tener adeptos. Volvemos a la
política de “esto que está cercano es mío” y las subvenciones de cultura se las
damos a la FAES que para eso mandamos.
En los húmedos bares de Kiev hay
nazis, con bates de béisbol y cabeza rapada –que también los hay a nivel de
vicepresidentes en el gobierno de Turchínov-, un gobierno surgido de un golpe
de estado clásico de la extrema derecha y contra el que los cínicos defensores
de las libertades y de la vida no han dicho ni mu. Hay fascistas netos en los ayuntamientos y
parlamentos de España, en Francia andan sueltos y en mayoría y en Grecia viven
un amanecer dorado.
La libertad agoniza en el mundo,
y vuelven los mismos y las mismas ideas
que después de las cámaras de gas y los campos de exterminio creíamos que no
volverían nunca. La violencia es hoy una de las formas que adopta el aire:
ciclogénesis explosiva, le llaman.
Y la resolución de los grandes
problemas del paro, el hambre y la pobreza se encomiendan a vírgenes del Rocío,
cristos de Medinaceli o a la intercesión de Santa Teresa, mientras los sicarios
del crimen disparan balas de goma y gases asfixiantes a las manadas de
hambrientos de su innombrable Tercer Mundo. El Apocalipsis está cerca. No hay más que verle la cara a Rajoy, o
a Rouco desprimado, vendiendo “recuperaciones” de la economía y creación de
puestos de trabajo netos.
Dios ha resucitado. En forma de
Gallardón y Fátima Báñez. No tienen una moral profunda que no quiebre un
sobresueldo bien dotado, pero están ahí. Hacen leyes y ponen cadenas. ¡Vivan
las caenas, dicen, o cantan, en las
sedes peperas.
Miro dentro de mí mismo y veo los
sueños perdidos. Ahora mismo me conformo
con que salga en sol en mi azotea y con que Marhuenda no esté en la
tele.
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