A raíz de mi post de días pasados
me han pedido mi versión sobre lo realmente ocurrido el 23 de Febrero de 1981,
ahora que casi todo el mundo empieza a tener la suya. Esta es la mía.
Fue una gran casualidad. Pero
fue. El segundo día en la vista pública del Consejo de Guerra contra los
implicados en el intento de golpe de Estado del 23 de Febrero, celebrada el 21 de febrero de 1982 en el Servicio
Geográfico del Ejército, de Madrid, con la lectura de las declaraciones de los
tenientes coroneles del Estado Mayor del Ejército Mariano Cañas, Luis Arana
Lorite y Manuel Muller, los argumentos
en ella empleados fueron ignorados por todos: ponentes, abogados, fiscales y
jueces. En el acta se recogen cosas como
la que sigue:
“El teniente coronel Mariano Cañas Barrero, quien preguntado
si recuerda las conversaciones que mantuvo el general Armada desde el Estado
Mayor del Ejército el 23 de febrero, manifiesta que hizo en su presencia dos
llamadas telefónicas desde el despacho del teniente general Gabeiras, pero
afirma que no escuchó su contenido. Indica que, en la primera de ellas, Armada
utilizó un tono muy respetuoso”.
A tenor de estas ignoradas
declaraciones se pueden establecer algunas preguntas e hipótesis.
a) El
único superior jerárquico que tenía el general Alfonso Armada era el General en
Jefe de Estado Mayor, José Gabeiras Montero, y es conocido que Armada tuteaba a
todo el mundo, incluido Gabeiras
b) ¿Con
quién pudo tener Armada una conversación en “tono muy respetuoso?
“En la segunda declaración, de carácter indagatorio, el
teniente coronel Tejero manifestó que mantuvo en el Congreso una conversación
de hora y media de duración con el general Armada, quien le planteó la solución
de un Gobierno presidido por él como único militar. Afirmó el procesado que
Armada le dijo que el plan era orden del Rey y que Milans le recomendó por
teléfono que aceptara el plan que le proponía Armada. Tejero testificó luego
que a la vista de la llamada de Milans y de la solución que le proponían,
contestó a aquél que para sustituir a Calvo Sotelo por Armada no hacía falta
dar semejante campanazo y que ya no le consideraba su jefe.”
La sesión de investidura de Calvo
Sotelo como presidente de gobierno fue especialmente “golosa” para el espíritu
golpista que anidaba aquellos días en el Ejército. Y Tejero, andaba ilusionado
desde que salió indemne del proceso de la “Operación Galaxia”. Así, de manera particular, y utilizando el
dinero recibido por una herencia de su mujer, financió el alquiler de
autobuses, equipo, anorak y gabardinas con las que asaltó el Congreso con los
que él llamaba “sus guardias”.
El coronel Martínez Inglés incluye en su libro “La transición
vigilada”, retirado del mercado a los 15 días, las únicas declaraciones del
general golpista Milans del Bosch sobre esos acontecimientos. Habían coincidido
en la misma prisión y el coronel le prometió no divulgarlas hasta después de su
muerte. Milans del Bosch dijo: “El rey quiso dar un golpe de timón
institucional, enderezar el proceso que se le escapaba de las manos y, en esta
ocasión, con el peligro que se cernía sobre su corona y con el temor de que
todo saltara por los aires, me autorizó actuar de acuerdo con las instrucciones
que recibiera de Armada”.
Milans del Boch, pudo saber de la
intentona de Tejero a través del teniente coronel Más Oliver, y, de acuerdo con
Armada y probablemente con “alguien más…” dejaron actuar a Tejero.
Aquello estaba condenado al
fracaso, pero no lo que había detrás. Lo substantivo. El operativo de golpe de
estado clásico de Milans en Valencia y la propuesta de régimen militar,
presidido por Armada.
Está la famosa lista de “los 19”,
elaborada entre Armada y Enrique Múgica, que contó y en primer lugar con la
aceptación de uno de ellos, Felipe González, de lo que luego se desdijo.
Y con Felipe González como vicepresidente para Asuntos
Políticos, los socialistas Gregorio Peces-Barba (Justicia), Enrique Múgica
(Sanidad) y Javier Solana (Transportes) y entre los representantes del Partido
Comunista a Jordi Solé Tura en Trabajo y a Ramón Tamames en Economía, que
formarían un gobierno de concentración presidido por él. En este gobierno
estarían también presentes: el aliancista Manuel Fraga (Defensa), los
centristas Pío Cabanillas (Hacienda), José Luis Álvarez (Obras Públicas),
Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón (Educación), y Agustín Rodríguez Sahagún
(Industria); el presidente de la CEOE, Carlos Ferrer Salat (Comercio), el
director de la Agencia EFE, Luis María Ansón (Información), el abogado Antonio
Garrigues Walker (Cultura), el banquero José María López de Letona
(Vicepresidente para Asuntos Económicos), José María de Areilza (Asuntos
Exteriores), y dos militares: el general José Antonio Sáenz de Santamaría
(Autonomías) y el general Manuel Saavedra Palmeiro (Interior).
A pesar de esta presencia de
civiles el gobierno era de clara inspiración militar, no electo e ilegal.
Tejero habría puesto la “vacuna”, y entre el terror, la llegada de Armada y “el elefante Blanco”
habría sido recibida con alivio.
Esta puesta en escena –nada que
ver con Garci- se apoyaba en una sociología decimonónica del golpismo y no tuvo
en cuenta el efecto de los medios informativos en la opinión pública,
especialmente la primera media hora en directo desde las Corte y la radio
durante toda la noche.
No obstante, la negociación del
“Pacto del capó”, para el que la desclasificación improbable de documentos
relativos al golpe descubriría demasiadas complicidades “importantes” consiguió
que los golpistas salieran casi indemnes y sólo Armada, Milans y Tejero
tuvieron una condena corta pero efectiva. Para la trama civil y para los miles
de fascistas que durante toda la noche camparon por sus respetos amenazando con
un baño de sangre a la izquierda, nada de nada.
Se puede decir que no triunfaron
los golpistas, pero si el golpe. Ahora vemos sus efectos. Gobiernan.
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