Seguramente nada desprestigia más
que querer aparentar lo que no se es. El Partido Popular es el heredero, vía
genital, del franquismo sociológico de nuestro país. Quiero decir que es una
formación, generosamente financiada por la banca y la clase empresarial, que
carece de antecedentes, prácticas y cultura democráticas.
Es muy frecuente conocer las
noticias de alcaldes que veneran los retratos de Franco, los concejales o
alevines de facha que saludan brazo en alto o los fiscales o estamentos
judiciales al completo que boicotean actos, investigaciones o leyes relativas a
la memoria histórica.
No hay que engañarse, el Partido
Popular no es demócrata ni democrático, es franquista, totalizador y
totalitario.
Por eso cuando Rajoy, Cospedal o
Bauzá recurren al manido, maloliente y sobado tópico de la “mayoría
silenciosa”, que naturalmente, se atribuyen como propia y afecta a sus
políticas o contagios, no están sino revelando su naturaleza real. Una rancia,
soberbia y manipulada asunción coyuntural de esencias democráticas en las que
no creen ni practican.
Tomando por el rabo, -o por los
cuernos- los argumentos del PP Balear de
que una manifestación de 110.000 personas en las islas “no es importante”
habría que aportar que en Baleares hay 790.000 votantes, de los cuales, a pesar
de su cacareada mayoría absoluta en el Consell, sólo lo han votado 170.000. Con
lo cual, si 110.000 “no son importantes”, no lo son mucho más sus 170.000, sobre
todo para tomar decisiones y firmar decretos que afectan a la totalidad. En este caso, “la mayoría silenciosa” sería
la que componen los 400.000 votantes que, silenciosamente, no han votado ni al
PP, ni a nadie.
Cinismos, mentiras, sobornos,
sobresueldos, destrucción de pruebas, promesas incumplidas… son como una
narración diaria y continua del hacer de esta derecha española del Siglo XXI,
tan próxima a aquella derecha fratricida, aliada –como ahora- a la Iglesia y a
la Banca, que en los años 30 del pasado siglo nos llevó a la muerte, la
destrucción y la sangre derramada.
El tiempo corre y se renueva ante
las ventanas, pero estos que apoyan su debilidad mental y política en la “mayoría
silenciosa” son como fantasmas del pasado de este país mal oreado, bien
atracado y gobernado por el quebranto.
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