Érase una vez, una ratita que era muy presumida. Un día la
ratita estaba barriendo su casita, cuando de repente en el suelo encontró algo
que brillaba era... un ERE socialista.
La ratita lo recogió del suelo y se puso a pensar qué haría
con esta perla.
“Ya sé, mandaré todos a la cárcel para que se ponga contento
mi partido… uy no, que también irían alguno de los míos. Pues encarcelaré a los sindicalistas... uy
no, que me harán huelgas. Ya sé, me compraré un lacito de color rojo para mi
maletita con ruedas.”
La ratita se guardó su ERE
en su maletita con ruedas y se
fue al mercado. Una vez en el mercado le pidió al tendero pepero un trozo de su
mejor cinta roja. La compró y volvió a su casita.
Al día siguiente cuando la ratita presumida se levantó puso su lacito en la maletita y salió a su
juzgado facha. En eso que aparece un alcalde con gaviotas y le dice:
“Ratita, ratita que bonita estás, ¿te quieres casar conmigo?”.
Y la ratita le respondió: “No sé, no sé, ¿a ver cómo cantas?”
Y el alcalde dice: “quiquiriquí,
Zoido está aquí”.
“Ay no, no, contigo no me casaré, que perderás las elecciones.”
Se fue el alcalde y apareció un señorito con gomina.
“Ratita, ratita que bonita estás, ¿te quieres casar conmigo?”
Y la ratita le dijo: “No sé, no sé, ¿a ver cómo cantas?
“Cara al sol con la camisa
nueva”, dijo el señorito.
“Ay no, contigo no me casaré que se te ve el aguilucho.”
Se fue el señorito y apareció el hermano de una ministra.
“Ratita, ratita tú que eres tan bonita, ¿te quieres casar conmigo?”
Y la ratita le dijo: “No sé, no
sé, ¿y tú que ruido haces?”.
“Rocío, ay mi Rocío, manojito de los ERES”.
“Ay no, contigo no me casaré, que tu hermana es tonta”.
Entonces apareció un ratoncito y al ver a la ratoncita le
dijo:
Ratita, ratita,¡que bonita estas con tu lazo en la maletita, te quieres
casar conmigo!
La ratoncita muy impresionada le dijo muy
suavemente: ¿A ver, qué harás por la noche?
Y el ratoncito dijo: prescribir y callar,
prescribir y callar.
¡Ay
si, dijo la coqueta ratoncita, me gusta, me gusta, me casaré contigo!
Y la boda se realizó, y los ratoncitos procesaron a 170 rojitos, 3 consejeros, 1
presidente y 50 sindicalistas. Y marhuenda, marhuenda, este cuento se ha
acabado.
(¡Ay, ahora que me acuerdo, no era un ratita presumida, sino
una juececita. También presumida!)
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