Tratando de alcanzar alguna perspectiva sobre el estado de
la “res” pública en nuestro país no se puede sino estar cercano a la depresión.
La calidad de la democracia ha empeorado hasta límites
inimaginables. Se legisla en contra de las libertades fundamentales como las de
manifestación, reunión y expresión. Se recortan y limitan derechos laborales,
el despido es prácticamente gratis, la mitad de la enorme población de desempleados
no cobran prestación alguna. La mitad de la población juvenil está en desempleo
total.
Más de millón y medio de jóvenes ha tenido que emigrar. El empleo es
precario y de nefasta calidad. Se encubren las cifras reales de parados con
empleos temporales de semanas o días.
Una minoría oligárquica impone su disciplina económica. Se
extiende el fraude fiscal y las empresas más importantes eluden los impuestos y
alimentan sus filiales en paraísos fiscales. Se han hundido en burbujas
especulativas las Cajas de Ahorros, se han rescatado con ingentes cantidades de
dinero público los bancos, mientras directivos de unas y de otros cobran unos
indecentes sueldos, indemnizaciones y jubilaciones.
La corrupción, alrededor de los contratos de obra pública es
apabullante. Los partidos están
financiados irregularmente, sus directivos se autoadjudican sobresueldos en
medio de la crisis y el recorte masivo del poder adquisitivo de sueldos y pensiones.
La justicia en España es para llorar. La administración de
justicia no cumple con su misión, no tiene medios, está viciada y sale en
defensa del sistema dejando de aplicar el ordenamiento jurídico si este pone en
peligro el poder establecido.
Los consumidores están al arbitrio de las grandes compañías.
Las empresas eléctricas viven en el paraíso, cobrando la energía más cara de
Europa y alimentando fraudes y estafas de tarifas generalizadas.
Los bancos atropellan a sus usuarios de hipotecas con
cláusulas abusivas, produciendo 300.000 desahucios al año. A la estafa
hipotecaria, a la estafa a los preferentistas, siguen hoy la eléctrica y la del
gas.
Hay una burbuja de estafas. Una procesión de esperpentos
judiciales, políticos, mediáticos que se quieren santificar con el engaño y el
voto cautivo en las urnas.
El Gobierno es una estafa. Los partidos políticos son una
estafa. Los gobernantes son una estafa.
España es una estafa.
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