Si un partido navega en mar
convulso de corrupción, si tesoreros, gerentes y empleados son imputados, su
presidente no se siente “compelido”.
Si un juez les acusa de financiación irregular, de
contabilidad en “B”, de obras en sus sedes financiadas en negro, su presidente no se
siente “compelido”.
Si a un tesorero le aparecen unas indignantes cuentas en un
banco suizo, si a un secretario general de una formación territorial lo
encarcelan por una amplia trama de corrupción y sobornos con cuentas corrientes
en el mismo país, su presidente no se siente “compelido”.
Si se hace un registro judicial en la sede principal de su
partido por el que el juez le acusa de “falta de colaboración con la Justicia”,
si unos discos duros donde puede haber información comprometedora para una
investigación aparecen rotos o formateados al cero, su presidente no se siente “compelido”.
Si una amplia trama de financiaciones y contrataciones
irregulares origina uno de los mayores sumarios y casos judiciales existentes,
con casi 400 imputados, su presidente no se siente “compelido”.
Si una ex ministra es acusada de “partícipe a título
lucrativo” de una espectacular trama de corrupción y fraude, si se trata de
acusar a una enfermera voluntaria como responsable de la propagación de una
peste mortal, su presidente no siente “compelido”.
Si 170 alcaldes o concejales de su partido están procesados
o condenados por casos de prevaricación, soborno o anomalías urbanísticas, su
presidente no se siente “compelido”.
Si un presidente regional al que puso como ejemplo de “gobierno”
es encarcelado por uno de los 32 casos judiciales que tiene pendientes, si el
20 por ciento de los diputados de una comunidad a la que también puso como
ejemplo están imputados, procesados o condenados, su presidente no se siente “compelido”
Si un ministro en ejercicio promulga una amplia amnistía fiscal
que permite, tolera y premia una evasión fiscal de 124.000 millones de euros y les
impone un ridículo “tres por ciento” de impuesto frente a un aumento
generalizado del IVA y las rentas del
trabajo, su presidente no se siente “compelido”.
Si un ex vicepresidente de Gobierno, de su mismo partido, es
detenido una tarde y acusado de blanqueo de dinero, alzamiento de bienes y
evasión fiscal, acogerse a una fraudulenta amnistía fiscal, si tiene 77 cuentas
bancarias en 17 países distintos, si cuatro de sus siete empresas se
constituyeron ilegalmente cuando ejercía importantes tareas de gobierno, su
presidente no se siente “compelido”.
Si todas estas circunstancias hacen que el presidente de
este partido, siga siendo, además, el presidente de todo un país empobrecido,
expoliado y saqueado, con una lamentable pérdida de derechos y calidad de su
convivencia y democracia es porque el no “compelido” solo gobierna al servicio
de sus narices. O barbas.
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