Y el país se llenó de ERES. Y de despedidos. Y de parados. Y de
desahuciados. Y de burbujas. Y de banqueros rescatados. Y de ladrones. Y de
sobres. Y de chorizos. Y de corruptos. Y de contratos en diferido. Y de
contratos simulados. Y de recortes. Y de
copagos. Y de sueldos en negro. Y de impuestos. Y de IVAs.
Y de ministros cantinfleros. Y de confetis. Y de suicidios. Y de fiestas de
cumpleaños de hijos de ministra. Y de vírgenes del Rocío. Y de evasores de
impuestos. Y de amnistías fiscales. Y de indultos a los amigos. Y de
fabricantes de bombas de racimo. Y de wertzotas. Y de comeyogures caducados. Y
de ex tesoreros multimillonarios.
Y de delitos medioambientales
legalizados. Y de marchas y mareas
negras, azules, blancas y amarillas. Y de manifestaciones. Y de protestas. Y de
encierros. Y de ministras y ministros sin dimitir. Y de justicia para ricos. Y
de tasazos. Y de concejales de urbanismo corruptos. Y de funcionarios
congelados.
Y de gurteles. Y operaciones malayas. Y de cuentas en Suiza. Y de escuchas.
Y de ayudas a la “Fiesta nacional”. Y de
decretos, decretillos y decretazos. Y de represión policial. Y de policial
represión. Y de pelotas de goma. Y de fascistas con gomina. Y de fascistas con
pistolas. Y de fascistas en los ministerios. Y de agujeros en la banca. Y de
escombros en las cajas de ahorro. Y de bolsos
de Louis Vuitton de “regalo”.
Y de curas sin pagar impuestos. Y de meapilas. Y de roucos. Y de ladrones. Y de educaciones “concertadas”. Y de
privatizaciones. Y de transferencias de lo público a lo privado. Y de
hospitales y escuelas cerrados. Y de personas dependientes sin atención. Y de
ambulancias y medicinas de pago. Y de programas televisivos al gusto del que
manda. Y de silencios. Y de Iglesias mudas ante la injusticia.
Y de “amiguitos del alma”. Y de “no
me consta”. Y de finiquitos simulados. Y de “ese señor hace años que terminó su
relación con el partido”. Y de jaguars.
Y de “nadie ha demostrado, ni demostrará”. Y de mentiras. Y de basura. Y
de tertulianos a sueldo. Y de menesterosos en los comedores de caridad. Y de franquistas sólo autoritarios. Y del
nostálgicos del yugo y las flechas. Y de liquidadores de derechos sociales. Y
de mercaderes de los mercados y mercachifles.
Y todavía había optimistas que a este pestilente vertedero lo llamaban
“país”. Y otros, más optimistas aún, que
a este cortijo de señoritos con sobre y cuentas en Suiza le llamaban
“España”.
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