Pedro Millana, de 47 años, ha
muerto en una calle de Teruel tras ser desahuciado de su casa el pasado año.
Jesús Sepúlveda, de 57 años, ha
sido indemnizado por el PP por despido improcedente con 229.000 euros.
Una mujer en paro, con dos hijos
pequeños, ha sido condenada el jueves de
una semana por robar, el lunes de esa misma semana, en un supermercado de
Vilafranca del Penedès por un importe de 241, 40 euros.
Carlos Fabra, ex presidente de la
Diputación de Castellón, ha sido imputado por los delitos de prevaricación,
cohecho y fraude fiscal tras nueve años de instrucción sumarial.
Más de 100.000 familias han sido
desahuciadas de sus casas durante 2012 y 600.000 trabajadores han sido despedidos
acogiéndose, los empresarios, a la Reforma Laboral.
El
vicesecretario de Estudios y Programas del PP, Esteban González Pons, ha interpuesto una denuncia
en la comisaría del Congreso después de que este miércoles varios
miembros de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH)
acudieran a su domicilio en Valencia para entregar cartas explicando su
situación.
Es
sólo una muestra, casi escogida al azar, de la realidad social y política de
nuestro país. Una minoría de “bendecidos”
acapara recursos y privilegios. Otra parte, gran mayoría, es objeto de
desahucios, despidos, recortes, violencia policial y denuncias.
Unos,
mueren como perros en la rancia calle del abandono, otros “concilian” con su
preeminente patrono una indemnización millonaria que unir a los muchos millones
afanados en una actividad por la que está imputado judicialmente.
Unos,
son condenados, a los tres días. Alguien, que se enriquece a ojos vista, que “le
toca” la lotería siete veces en cinco años, demora, a trance seguro de
prescripción, unos delitos con los que
burla a todos, a la Justicia, al Derecho, y a la Razón.
Contra
unos se ejerce la violencia insuperable de una ley medieval que arrasa su
derecho constitucional a la vivienda y otros se quejan y querellan por que se
hayan pegado cuatro carteles en la puerta de su casa y se haya asustado a sus
hijos.
Para
los hijos de unos lo que había no era ningún susto, sino la ausencia física de
sus casas y sus pertenencias, para otros un sueño de violencia asimilada por unos
minutos.
Para
unos hay despidos fulminantes con una indemnización promedia en 2012 de 1.400
euros y para otros, una conciliación previa que, disparando con la pólvora
ajena del dinero público, “concilia” sin acceder al trámite judicial por todos
los ceros que haga falta.
Toda
la mitología ideológica se derrumba por la base. Vivimos, o mejor morimos, sobre una
entelequia. Los ricos, de dinero o de poder, tienen patente de corso para todo:
robar, tocarle la lotería, burlar a la Justicia o hacer que prescriban sus
delitos por bostezo de los jueces.
Otros
solo tienen el derecho de morirse en la calle. Como perros.
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