Mañana se celebra en Córdoba el
debate del Estado de la Ciudad. Una ciudad como otra cualquiera gobernada por
el Partido Popular. Este es su
paradigma.
En mayo del pasado año alcanzaron
la mayoría absoluta con un programa que hablaba de acabar con el paro y reducir
los impuestos. En quince meses el desempleo ha subido en 9.000 nuevos
trabajadores no activos, la segunda capital de provincia con mayor número de
ellos, han subido los impuestos y las
tasas municipales por encima del IPC, las dos últimas, las del servicio de
recogida de basuras y los autobuses. El IBI ha subido en dos ocasiones.
La ciudad está en una completa atonía,
ha cerrado o va a cerrar el treinta por ciento del pequeño comercio, hay un
quince por cientos de menos empresas y
los autónomos son una especie a extinguir.
La ciudad ha perdido las opciones
de ser Capital Cultural Europea en 2016 y los patios no han sido reconocidos
por la Unesco como patrimonio intangible de la humanidad.
El gobierno municipal cierra,
privatiza o subasta al mejor postor empresas y fundaciones, todos los
funcionarios temen por la integridad de sus ingresos, de su horario y de su
empleo. Se cancelan proyectos como el emblemático Centro de Convecciones y
Congresos y se juega a las especulaciones urbanísticas con los de siempre.
Se han blindado los plenos y
amordazado a la discrepancia y la protesta. El municipio está regido por un pijerio
de insultante ineficacia, litros de gomina e inexperiencia gestora.
Cada día que pasa la ciudad es
más mojigata, beata y gazmoña. Las fiestas se han reconvertido a procesiones con
mucho incienso y mucho facha sentado en
altas tribunas. La cultura y la educación de responsabilidad municipal se
escriben con minúscula. Los servicios sociales están en trance de desaparición.
No hay ni trabajo, ni progreso,
ni vergüenza.
Y mañana van a celebrar un
debate. ¿Sobre qué Estado? ¿Sobre qué Ciudad?
¿Y, si mejor se auto disolvieran?
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