Un partido político que lleva 39 años gobernando en
Andalucía, lo mismo que si estuviera gobernando en la Rioja, pongamos por caso,
se ha despertado este febrero con una indigestión de “andalucismo”.
Nuestra comunidad es la primera región, dentro de las 28
naciones de la fracasada Europa, en
índices de desempleo, se han arruinado y deslocalizado todas sus industrias, la
pobreza “técnica” supera el cincuenta por ciento de la población, la eficacia
de la enseñanza y de la prestación sanitaria está a la cola de la cola y
únicamente vivimos del turismo y la pandereta.
Pues el partido que sempiternamente nos gobierna está muy
autosatisfecho y en un atracón onírico dice que su actuación es “sinónimo de
conquistas sociales y progreso”. También dicen que su partido “es un valor para
el futuro andaluz”.
En la proximidad del 28 de febrero han hecho lo que su
presidenta: “envolverse en la verdiblanca”, poner un hashtags en la redes
sociales que se llama “#YoConAndalucía” y todos tan contentos. Hasta febrero
del año que viene.
Si, hasta el febrero que viene porque cuando pase, todos
serán más centralistas, “nacionalistas de Madrid” y patriotas unionistas que
nadie. Qué a folclóricos, verbeneros y
patrioteros no hay quien nos gane.
Alguien, un regeneracionista, dijo: “Siete cerrojos a la
tumba del Cid”. Aquí los cerrojos se los ponen al sentimiento andaluz y
andalucista de marzo a enero. En febrero se les llena la boca de Andalucía, de “pertenencia
al proyecto de todos” y otros zarandajas de gabinete.
El gobierno de Andalucía y sus gobernantes están o han sido
acusados de “distraer” cientos de millones en ERES vergonzantes, de dilapidar
otros cientos de ellos –de millones- en imaginarios e improductivos cursos de
formación, y, todos ellos con la excusa y coartada de que eran destinados a
atajar su mayor problema social: el desempleo.
Han creado una administración paralela con miles de cargos nombrados a
dedo, con el único requisito de llevar el carnet –el del partido- en la boca, y
están encantados de haberse conocido.
Y encima presumen y cantan el himno con los cincos dedos de
una mano abierta cuando debería prohibírsele utilizar sus sagrados símbolos en
vano, hasta que restituyan, física y políticamente, todo lo que nos han robado.
El tiempo nos condena siempre, y a todos los “salvaores”
acaba enterrándolos en el fracaso.
¡Andaluces, levantaos!
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