Si uno no supiera que “ese”
partido es corrupto de nacimiento. Si uno no supiera que en realidad es una
asociación de malhechores, que bajo la
cobertura de un partido político, estafan, roban y esquilman a los ciudadanos.
Si uno no supiera que detrás de esta mafia organizada, están los soportes de
todo un sistema de extracción y acumulación de la riqueza a costa de las capas
populares.
Si uno no supiera todo eso, al
hilo de los acontecimientos de esto días podría preguntarse: ¿quién es el
enemigo interior de este gobierno y de este partido que mueve los hilos del
desastre electoral que les viene encima?
No se sabe, pero solo en los
últimos días hemos asistido atónitos a la detención, mano en nuca, de Rato, a
la petición de Aguirre de echar a los indigentes de las calles de Madrid, al
proyecto de Catalá de implantar contra la prensa la censura y sanciones para
impedir que se publiquen filtraciones de sumarios secretos, a una señora que se
le va la olla al subconsciente y habla de: “hemos trabajado mucho para saquear
a este país”, al escándalo valenciano del cuentabilletes de Rus y sus “dos millones de pelas” y ahora a la
huelga del fútbol.
Creo que, ni a propósito, pueden
ser más torpes. Si en realidad en nuestro país hubiera una democracia avanzada -que
no la hay porque lo que tenemos un “resfriado mal curado del largo franquismo”
que padecimos-, esta partía de maleantes se quedaría para hacer calceta en las
próximas elecciones de lo que fueran.
¿Cómo si no podría obtener algún
voto unos ladrones contumaces desde hace cuarenta años, unos “hacedores” de la política
al dictado de banqueros y lobbys extranjeros, unos lacayos de la curia más
arcaica y reaccionaria y unos mendaces que cuenta billetes de sus atracos en
coches con grabadora?
Es que ni siquiera hace falta
tener memoria histórica para que a una mediana sensibilidad se le salten las
hieles oyendo a una de sus candidatas referirse a los siete abogados asesinados
en 1977 en la calle de Atocha, como “esos abogados comunistas”, con un desdén y
una crueldad impropia, ya no de una persona que aspira a ser regidora de la
capital del Estado, sino del más vil de los terroristas a los que con tanta
frivolidad como desconocimiento condena.
Uno llega a creer que los
políticos y malhechores que nos gobiernan son en realidad un clan motorizado de
vecinos de dos manzanas de la calle Serrano, y que su visión del mundo, del
país y de la economía la limitan sus lustrosos sobresueldos y su suprema
debilidad mental.
Cada uno en este mundo defiende
sus “joyas”. Que pueden ser diamantes o pulgas. Estos son los de las pulgas.
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