Las encuestas públicas, las
encuestas internas, la dirección del PSOE, la dirección del PP… todo el mundo
sabía que el PP se hundía en Andalucía. La única que no pareció saberlo fue la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría que teledirigió un candidato, casi desconocido, con
un “centrismo” trasnochado y provocando horteramente a la no menos hortera
socialista.
Si alguien tenía dudas, que viera
los mítines y actos electorales, desvaídos, sin asistentes y con brindis al sol
de los “espadas”. Un ejemplo: de los quince días de campaña ha habido algunos
en que el PP de Córdoba ha tenido un
solo acto, y en un pueblo de la Sierra de
menos de 1.000 habitantes.
No les podía pasar sino lo que
les ha pasado, que han perdido medio millón de votantes y 17 escaños.
El comportamiento de las
direcciones del partido, autonómicas y nacionales, deplorable. Dejaron al
candidato sólo en Málaga, después de un falso arropamiento inicial y buscaron
al primero que pasaba por allí (el portavoz de campaña, Pablo Casado) para que
diera la cara que escondía toda la dirección nacional, con Rajoy viendo el
Barça-Madrid pegado al televisor.
Entre la abstención del votante
de derechas, cansado hasta estéticamente de su partido y la irrupción más o
menos artificial de “Ciudadanos” se han llevado a las urnas o a su casa el
medio millón de votos perdidos.
A Ciudadanos lo retrata su
candidato a presidente. Juan Marín ha militado, hasta el momento, en el PP, en
el PA, en el PSOE, en un partido local de Sanlúcar y en la “marca blanca del PP
o el Podemos de Derechas”. Es puro markenting electoral, el partido y
travestismo, el candidato. Se decía, en
la mitología, que Saturno devoraba a sus propios hijos, en este caso y de aquí
a noviembre, el hijo puede devorar al Saturno de la Caja B.
Podemos ha obtenido un resultado
importante, pasar de 0 a 15 diputados, no puede ser otra cosa, pero está lejos
de lo que se esperaba y de lo que vaticinaban la encuestas. No se entiende a
Podemos si no gana, si no depura y desinfecta este escenario político de la
adulterada Transición de las Castas.
Teresa Rodríguez, que
inicialmente parecía una buena candidata, no ha dado la talla, con argumentos
de poco calado, infantiles y en ocasiones pueriles, hasta se asustó de ir al “debate
al 7” y en términos coloquiales “la cagó”.
No porque sea mi amigo no voy a
dejar de decirlo. Podemos ha desperdiciado al que podría haber sido su mejor
candidato. El abogado e incansable activista de los derechos humanos, Manolo
Delgado. Presente en toda causa social, en los movimientos anti desahucios, en
el conocimiento de las leyes contra la hipoteca, hasta personado en la causa
contra la Infanta, Manolo era el candidato ideal. No lo ha sido ni por la
provincia.
En otro momento intentaré analizar
lo ocurrido a la formación política de mi desgracia.
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