La tocata y fuga de Alberto Fabra
de sus responsabilidades en la quiebra, despedida y cierre del Canal 9 valenciano,
que ha supuesto un agujero contable de 1.200 millones de euros, puede suponer
el despido a lo más ancho del “carrer” de 1.620 trabajadores.
Es decir que el sucesor por vía
digital de Francisco Camps, amiguito del alma, le ha pegado fuego, antes de San
José, a la monumental falla de la televisión que su partido había montado a su
mayor gloria propagandística para cantar a bombo platillo todas las soñadas
excelencias de la megalomanía pepero-valenciana.
Pero hay otras fallas. La
suspensión de pagos del parque Terra Mítica que le costó a los contribuyentes
100 milloncejos del ala, el coste del Teatro de la Ópera diseñado por Santiago
Calatrava por valor de 332 millones, el seguimiento de la visita de Benedicto
XVI a Valencia que le costó al Canal Nou 11 millones y sabrosas comisiones a
una variante, entre chorizo-salchichón, llamada Gürtel.
La fallida Fórmula-1 por valor de
39 millones. El caso Noos y la perejila de Camps y la tía Rita, los Ferraris,
el aeropuerto de Castellón, los billetes de lotería premiada que le jodían a
Carlos Fabra, la quiebra de Marina d’Or, las monumentales “fallas” de la CAM ,
subsumida en Bancaja y Bankia y el agujero fallero del Banco de Valencia, que
han dejado a esta comunidad sin bancos y sin telerañas en las arcas.
Si, si, muchas “fallas” y a todas
les han pegado fuego los mismos. Los que se presentan como eficaces gestores de
esto y aquello y que tienen menos vergüenza que una cabra en sus genitales.
Pocas responsabilidades se han
exigido. Pocas se exigirán. Alberto Fabra no ha asumido ninguna cerrando Canal
9 y se va de rositas demagógicas diciendo que prefiere cerrar el Canal de sus
dislates a cerrar un colegio o un hospital. Que también los ha cerrado.
Y ahora me acuerdo, que a finales
de la pasada primavera, comenté en una red social, a menos de media docena de
amigos, que creía que la policía estaba cargando contra unos manifestantes ante
el Ayuntamiento de mi ciudad. Y no era verdad, porque confundí el lanzamiento
de unos petardos por parte de los que se manifestaban con el lanzamiento de
botes de humo por parte de la policía. El portavoz pepero en el municipio me amenazó públicamente
con los tribunales de su Verdad Revelada y a “exigirme todas las responsabilidades
a que hubiera lugar”.
Está bien esto de la “exigencia
de responsabilidades”. Para celebrarlo me voy a tomar un “medio” de moriles a
la salud del portavoz pepero de mi localidad.
¡Y que Santa Lucia le conserve la
vista!
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