Veo el mar, anheladamente cerca y
sé que es un encuentro anual con los
sentidos. Navego en los colores fuertes: el rojo, el naranja, el amarillo y el
azul del horizonte inalcanzable. Es la
vacación, el descanso y la vida, cuando sé que otros están lejos de este
descanso, de este derroche.
Personas sin bienes, sin trabajo,
desahuciadas de derechos y de la posibilidad de consumir hacen, al mismo
tiempo, una admirable marcha jornalera por las carreteras al sol de la
injusticia de mi tierra, de la que tengo noticia por la prensa escrita.
“Forajidos”, ha dicho ese aborto de
autoridad y alcalde que tenemos en Córdoba. “Desalmados”, ha rubricado el no
menos aborto de ministro de Interior y Fascio.
Decenas de Policías nacionales y
antidisturbios escoltan el sudor y las zapatillas de los rastros de lucha
obrera que van quedando. Un baño, una
ola de dignidad, les acompaña, mientras los recursos públicos “protegen” la
propiedad privada. Si, la de CajaSur, con un agujero de mil millones pagados a
escote entre todos, las propiedades de Rafael Gómez, el Sandokan de los pelotazos
urbanísticos y las operaciones malayas, los centros comerciales de Mercadona y
Leroy Merlín.
Un despliegue como para una
guerra protege el edificio de la Subdelegación de Desgobierno. Sólo faltan los
tanques. El poder, la derecha, saben
bien a quien proteger. Los banqueros,
las multinacionales, los empresarios, han defraudado o robado a este país
tropecientos millones. Han saqueado las cuentas y la moral. Pero el “peligro”
son diez decenas de brazos ociosos que
quieren tierra y libertad.
El “peligro” no son Rato, ni
Urdangarin, ni el Bigotes, ni la Güertel, ni un macarra con corona que caza
elefantes cuando está sobrio, el peligro son los de las llagas en los pies, los
que reclaman pan y trabajo a 50 grados al sol.
Mucha, mucha policía, casi tanta
como ladrones. De guante blanco y ganancias en negro. Indesmentible violencia
estatal. Envoltorio habitual de los más peligrosos “forajidos”. Su
menesterosidad de dignidad y vergüenza es tan extreman que la vocean.
La razón ha dejado su sitio a la
mentira, la justicia a la impostura y los derechos sociales al fascismo. Lo normal sería deprimirse, pero advertir
el miedo que los producimos es mucho más que una terapia social. Veneno puro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario