En el cuarto de mi casa donde escribo y me refugio del
invierno tengo colgada una bandera tricolor, roja, amarilla, morada, de dos metros de ancha que en la noche del 13
de abril descuelgo y coloco en mi balcón. Este tejido es el que le da que carácter
a la habitación y a la vivienda. Otra cosa no, pero “vivo” y “respiro” en un
espacio republicano.
Cada vez que escribo algo, la Segunda República bulle entre
mis neuronas y las teclas. Así que no os extrañe si toda mi producción huele a
un :"Viva el 14 de abril".
La Segunda República
fue una pasión clara y limpia que heredé de mis mayores, y que, banderas
aparte, he tenido siempre “como una huella junto al corazón”. Aquella idea se sustentaba en la inteligencia del nuevo magisterio, en el
concepto de regeneración política, en la conquista popular de la libertad y en una
esperanza en los valores del hombre, la tierra y los ciudadanos.
Aunque contaminadas coronas nos ciñen hoy a otra, y
nefasta, realidad, pensar en la
República en un día como el de hoy es, al menos, una posibilidad de sentirse
limpio y aspirar a la limpieza como un ejercicio regenerador y didáctico. Es una reserva sana que habita en la mente de muchos
conciudadanos y que se fundamenta en la inteligencia, la
cultura, la justicia social por encima de las lacras del basurero político que
nos rodea.
La violencia fascista, aliada con el incienso, segó aquella
aspiración colectiva de 1931, pero sigue siendo para algunos, no sé si muchos,
como un amor perdido, como una primavera
frustrada, como un punto en el oasis de las libertades públicas al que hay que volver siempre.
Todavía, a pesar de la lluvia, aún perdura el azahar en los
naranjos de mi tierra en este 14 de abril. Así perdura el aroma de aquella
regeneración colectiva que los poderes económicos y religiosos bañaron en
sangre nuestra en su negra España.
Queríamos- todos estábamos vivos aquel día- una España
laica, racional y progresista y cada nuevo 14 de abril, en el “consciente”
colectivo la seguimos anhelando. Que se queden con sus coronas, sus elefantes y
sus cuentas offshore.
Nosotros nos quedamos con nuestro paradigma, con nuestra
tricolor y el aire cálido de abril.
Inmejorable maestro, un fuerte abrazo. Salud y República
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