Dejando a un lado a Aznar, que
habita en el espíritu ascético de El Escorial, hasta que Darwin estableció la
teoría de la selección natural de las especies los ricos no lloraban. Ahora, ya
sabemos que tampoco pagan impuestos.
Desde Pilar de Borbón a Corinna,
pasando por Bertín Osborne, un ministro compulso-mentiroso, la familia Domecq,
la rata de Rodrigo, hasta el entorno de Felipe, Raphael, Bono, Cameron de la Isla, el primer ministro
islandés y un huido de Pakistán se dedican a chotear a los respectivos fiscos
de sus pueblos y países.
Si no tuvieran bastante con las
amnistías fiscales y las sicav al 1 por ciento, tienen a Panamá, Bahamas,
Jersey, Niue, Gibraltar y todas la “ingeniería” fiscal de despachos, bufetes y
asesores para no contribuir con un céntimo al erario público, ese que intenta
sostener a los hospitales, los colegios y las carreteras que hacen que sus países
no sean selvas donde Tarzán Rodrigo de sus saltos mortales, saltando de mitin
en liana, pedagógicos y ético- tóxicos y tal.
Todos son “muy patriotas”, tienen
en sus muñecas y en filo de sus camisas de seda, pulseritas bicolores, se le
hinchan las cuerdas de cuello defendiendo la “unidad” de la patria, alaban a
Franco o a Fraga, votan a Rajoy o a José Mari, les toca la “lotería” siete
veces en un año y dicen que un canario flauta ha puesto muy alto el listón de la
dignidad política dimitiendo tras pasarse una semana diciendo mentiras.
Ahora, pagar impuestos no va con
ellos. Esperanza Aguirre dice que “porque es política” los paga, que si no…Los
impuestos son cosas de la plebe y de los horteras que no tienen cuentas en
Suiza. Ellos, la casta divina, no atienden a esas menudencias.
Con rolex de oro en la muñeca
bailan sevillanas con la carita sonrosada del sol de febrero en las Bahamas,
van por ahí en BMW exhibiendo billetes de quinientos y juran y rejuran la bandera
–que no es de “su” patria, porque su única patria es la defraudación y el
dinero-.
Veo con asombro un vídeo de una
escala del buque-escuela Juan Sebastián Elcano en Miami y como “los tres
grandes”: Bertín, Raphael y Julio Iglesias acuden a jurar y besar la enseña
nacional, pero es probable que momentos antes hayan creado siete empresas
offshore y tres sicav, todo, todo, todito, “absolutamente legal”. como decía Al
Capone.
Se despiertan con las noticias
financieras de Japón. Bostezan y se rascan la espalda mirando los recortes y
los desahucios que le hacen a su pueblo, pero se van a dorarse al sol del
Caribe yanqui donde sus cuentas están a salvo de los piratas que se llaman solidaridad,
servicios sociales públicos o declaraciones de renta.
Llevan cuellos de pajarita y
hombreras sin guata, siguen el régimen de melocotón con yogur y te entrevistan “en
tu casa o en la mía”, pero se lavan la boca sin quitarse la navaja que esconden
entre los dientes.
En realidad son unos
desgraciados. En cada perfume, camisa,
bebida, raqueta, coche, crema, viaje, piscina, ordenador o pantalla de plasma dejan
parte de su existencia. Su única filosofía-ideología real es robar, evadir,
escurrir el bulto.
También lloran, pero nunca pagan
impuestos.
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