Si uno se asoma, desde afuera, al mundo que se entrevé tras
los papeles de Bárcenas y los correos de Blesa, puede quedar cegado por una luz
de chicharra.
Puede tener la sensación de irrealidad, de pesadilla o de un
abismo poblado de monstruos. Pero no, el
mundo de gallinas cluecas que hay detrás es real.
En esta ciénaga hay contabilidades en B, dobles sueldos,
donaciones, contrataciones, ex presidentes comisionistas de empresas de
armamento, presiones, lobbys, enchufes, preferentes, la quiebra de la cuarta
entidad bancaria del país y un universo de delincuencia organizada que se come
a rebanadas la economía de un estado con total impunidad.
Este es un país para la náusea. Todos esos personajes que se
asoman a las anotaciones o los correos existen, son diputados, portavoces
parlamentarios, senadores, banqueros, presidentes de patronales, consejeros de
empresas eléctricas, e incluso, presidentes o ex presidentes de gobierno- o sus
hijos o yernos- .
¿Y esta chusma nos ha gobernado o, lo que es peor, nos
gobierna? Esa certeza nos puede llevar
al total desaliento. ¿Dónde están los
fiscales o los jueces que no promueven ya una causa general contra esta corrupción
ineluctable que nos cerca, nos rodea y nos embadurna de su miseria?
Dos jueces que medio lo han intentado han caído en la
batalla. Y media docena de comisarios y una treintena de inspectores de
Hacienda han sido cesados, relevados o dimitidos. El poder de la “cosa nostra”.
Esto es la Mafia. Pura, simple y dura. No tiene la estética
de un gánster- o ministro- hecho un colador con la cara jabonada en una
barbería pero es porque sigue otros modelos. No hay más que mirar las
actuaciones del llamado ministerio fiscal, defiendo a capa y espada a todo el
choriceó pepero y monárquico. Y si la verdad, llega algún día a estallar, su
estampido manchará hasta los tuétanos esta realidad, hipotecada de
delincuencia, que han traído toneladas de dolor, desempleo, hambre y muerte a
este desgraciado país.
¿Quieren ya más pruebas, más indicios, más evidencias?
¿Necesitan más cargos imputados, más “premios” de la lotería o áticos
marbellíes? ¿O más bochornosas y expoliativas subidas de la luz?
¡Qué asco! Han empobrecido un país hasta la extenuación, han
acabado con cualquier derecho laboral o social, la gente se muere,
literalmente, de hambre y el mundo que se ve a través de su prisma es el de las
cacerías de lujo- corzos en Hungría- , los yates, los viajes, el caviar de gran
selección y los áticos al sol. ¡Qué asco!
¡Nos podrá alguien compensar alguna vez por esta monumental
estafa política!
Al menos, a ver si hay alguien que les prohíba que abran la
boca, que salgan en nuestros televisores y que nos eviten el riesgo de morir de
septicemia por contagio visual.
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