La humedad calaba hasta los
tuétanos la esencia de la democracia. El Partido de la Podredumbre impedía preguntas,
mociones, comisiones e investigaciones sobre su corrupción desinhibida y
profesional. Y llovía, sobre los tejados
del Congreso, de la Democracia y de la Verdad. Y sus goteras empapaban de
mentira los escaños, los sueldos y las dietas. Y la honestidad se quedaba humedecida
de mentiras.
“Su historia es una patraña
envuelta en una mentira que, finalmente, desemboca en un embuste", dijo —parafraseando
al dirigente británico Winston Churchill- uno de los “mojados” por aquella
gotera chapucera.
Un gran embuste que quería tapar
un gran robo, masivo y reincidente en el tiempo, que destruía pruebas,
ordenadores, discos duros y agendas de secretarias compradas al precio de sobre
y que mentía, con empacho, en el Parlamento, en la prensa y en los plasmas.
Era eso, una plasma, un escombro,
una reverencia al latrocinio, del mal llamado “gobernante” de aquel país de
chorizos y morcillas. Una democracia chapucera y goterosa, contemplada desde
afuera; maloliente y desvirtuada, hasta el límite del Golpe de Estado, desde
dentro.
Tal era la fuerza de aquella
fatalidad que arrastraba su basura por todo la desgracia de País, e inundaba
Autonomías, Ayuntamientos, Fiscales, Jueces y Medios de Incomunicación, y el
abismo se asomaba en forma de marhuendas, cospedales y florianos, que tomaban
su inspiración desde sus propios zapatos, manchados de barro y agua corrupta de
sus goteras.
Era un circuito obsesivo: el
partido, la donación, el sobre, la dieta y la mentira parlamentaria. Que
aplastaba la cabeza de los vencidos por el Gran Robo: los asalariados, los
pensionistas, los probos funcionarios de sueldo recortable. Una maquinaria de
destrucción que se retroalimentaba de recortes y ladrones. Por igual.
Pero entre jeroglíficos y cenefas
ocurrió lo inesperado. A fuerza de goteras, de mentiras y fraudes repetidos, se
hundió el techo de aquel Congreso y perecieron, ahogados en la gran ola cenital
que se formó, el Gran Mentiroso, sus Acólitos de la Fraudulenta Mayoría, la
Oposición Mojada, los Conserjes y Secretarias, sus Gin-Tonics de módico precio.
Todas sus horas estaban –están-
contadas.
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