domingo, 26 de abril de 2015

Romance del presidente que no se sentía “compelido”

Si un partido navega en mar convulso de corrupción, si tesoreros, gerentes y empleados son imputados, su presidente no se siente “compelido”.

Si un juez les acusa de financiación irregular, de contabilidad en “B”, de obras en sus sedes  financiadas en negro, su presidente no se siente “compelido”.

Si a un tesorero le aparecen unas indignantes cuentas en un banco suizo, si a un secretario general de una formación territorial lo encarcelan por una amplia trama de corrupción y sobornos con cuentas corrientes en el mismo país, su presidente no se siente “compelido”.

Si se hace un registro judicial en la sede principal de su partido por el que el juez le acusa de “falta de colaboración con la Justicia”, si unos discos duros donde puede haber información comprometedora para una investigación aparecen rotos o formateados al cero, su presidente no se siente “compelido”.

Si una amplia trama de financiaciones y contrataciones irregulares origina uno de los mayores sumarios y casos judiciales existentes, con casi 400 imputados, su presidente no se siente “compelido”.

Si una ex ministra es acusada de “partícipe a título lucrativo” de una espectacular trama de corrupción y fraude, si se trata de acusar a una enfermera voluntaria como responsable de la propagación de una peste mortal, su presidente no siente “compelido”.

Si 170 alcaldes o concejales de su partido están procesados o condenados por casos de prevaricación, soborno o anomalías urbanísticas, su presidente no se siente “compelido”.

Si un presidente regional al que puso como ejemplo de “gobierno” es encarcelado por uno de los 32 casos judiciales que tiene pendientes, si el 20 por ciento de los diputados de una comunidad a la que también puso como ejemplo están imputados, procesados o condenados, su presidente no se siente “compelido”

Si un ministro en ejercicio promulga una amplia amnistía fiscal que permite, tolera y premia una evasión fiscal de 124.000 millones de euros y les impone un ridículo “tres por ciento” de impuesto frente a un aumento generalizado del IVA  y las rentas del trabajo, su presidente no se siente “compelido”.

Si un ex vicepresidente de Gobierno, de su mismo partido, es detenido una tarde y acusado de blanqueo de dinero, alzamiento de bienes y evasión fiscal, acogerse a una fraudulenta amnistía fiscal, si tiene 77 cuentas bancarias en 17 países distintos, si cuatro de sus siete empresas se constituyeron ilegalmente cuando ejercía importantes tareas de gobierno, su presidente no se siente “compelido”.

Si todas estas circunstancias hacen que el presidente de este partido, siga siendo, además, el presidente de todo un país empobrecido, expoliado y saqueado, con una lamentable pérdida de derechos y calidad de su convivencia y democracia es porque el no “compelido” solo gobierna al servicio de sus narices. O barbas.


miércoles, 22 de abril de 2015

Versión de "Maldigo del alto cielo" de Violeta Parra





Maldigo del alto cielo
este ministro pendejo
maldigo las amnistías
fiscales de los corruptos,
maldigo del bajo suelo
este gobierno fascista
maldigo todas sus listas
porque nos roban el fuego,
maldigo los estatutos
de estos gobernantes putos
ladrones de guantes blancos,
cuánto será mi dolor.

Maldigo sus comisiones
de los banqueros ladrones
maldigo sus sobresueldos
sus recortes y sillones
también “su” paz y “su” guerra,
A Franco maldigo hoy
y también al tal Rajoy
porque mi pueblo está muerto,
maldigo todo lo incierto
lo falso con lo dudoso,
cuánto será mi dolor.

Maldigo yo a ese partido
que se refugia en sus cajas
y rompe los discos duros
yo lo maldigo de veras;
su mayoría pasajera
la maldigo tanto y tanto
porque me asiste un quebranto.
Maldigo el gobierno entero
Y al presidente embustero,
maldigo beato y santo,
cuánto será mi dolor.

Maldigo a la solitaria
figura de su bandera,
maldigo cualquier emblema, 
de gaviotas en vuelo
el trino de su canaria,
sus carnets y sus peinetas  
su tierra y todas sus grietas
porque me aqueja Montoro
maldigo su falso oro
sus palabras y sus tretas,
cuánto será mi dolor.

Maldigo su vasallaje  
de banqueros y reyes tuertos
maldigo muerto por muerto
y al Camps metido en su traje,
la Cospe con su plumaje
yo la maldigo a porfía,
a Rouco y  sus  sacristías
porque nos causan dolor  
yo maldigo el porcentaje  
de su puta mayoría
cuánto será mi dolor.

Maldigo por fin lo blanco,
lo negro con lo amarillo,
obispos y monaguillos,
ministros y predicandos
yo los maldigo llorando;
que los hagan prisioneros
por engañar y mentir  
les pongo mi maldición
en griego y en español,
de un partido  traicionero,

cuánto será mi dolor.

martes, 21 de abril de 2015

Un cortijo llamado Andalucía




Al final de la década de los setenta del pasado siglo se situaron en el poder. Acreditaban “cinco” años de cómoda clandestinidad, tres chaquetas de pana, una cazadora anfetamínica, el apoyo de la socialdemocracia alemana y un “intelectual” de lomos de libros.

Captaron a medio millar de verticalistas aburridos, dos despachos laboralistas de principiantes de derecho, grandes dosis de cinismo y formaron un partido y un sindicato. “Históricos” y “socialistas”.  Ambos.

Con toda esta tropa oliendo las esencias del poder y sus derivados, ganaron las elecciones. Y aquí me las den todas.

Con esta cutre estética política cayeron en aluvión sobre Andalucía. De primeras hasta se hicieron “andalucistas”. Cantaban el himno, iban a la carretera de Carmona a conmemorar un fusilamiento y citaban a Díaz del Moral.

Hasta que hicieron dimitir a un presidente, hablaban de “reforma agraria” y crearon el IRYDA. Hasta ahí llegaron las aguas.  Porque le dieron el título de “hija predilecta” a una duquesa terrateniente y pasaron a situarse en todas las consejerías, direcciones generales y delegaciones provinciales donde se movían ayudas, subvenciones e intereses lógicos de “o nos votáis o quedáis sin empleo y en la puta calle/paro”.

Bastantes hicieron lo que Juan Guerra llamó “su montoncito”, pero presumían de “honestidad” y “honradez”. Cien años, nada menos.

¿Qué que pasaba en Sevilla, capital de Sevilla?  Que había una acumulación histérica de socialistos –digo socialistas-  recién llegados.  Se compraban su chalet adosado en el Aljarafe y vendían por tres veces su valor de mercado cualquier servicio que le prestaran a la “Junta”. Era el andalucismo de etiqueta. Al final, la naturaleza y la moral siempre coinciden: se pusieron como locos a bailar sevillanas enseñando el Rolex de oro en la muñeca.

Les interesaba más el índice Dow Jones que el marxismo y acabaron tirándolo por la borda felipera y cuando el volumen de beneficio se media en “pellones”. Se forraron con el AVE y una Expo y se “lo” llevaron calentito en el doble fondo de la bragueta.

Todo les pareció tan normal y tan impune que se inventaron una nueva filosofía: la del “consejillo”. Empezaron a subvencionar la idiotez y jubilaron, en fraude y con el dinero público hasta el suegro de Jesulín. Tú no ERES más que yo, le decían a la derecha.  Y entre conseguidores del sindicalismo chupón, juergas con droga, prostitutas y mariscadas en feria llegaron a creerse que la propiedad del cortijo era a perpetuidad.

Por lo pronto los “cautivos” de la Andalucía rural los siguen votando en masa y las urnas siguen dejando en la presidencia a cualquier mediocre estudiante de derecho –a diez años la licenciatura- que diga que “los andaluces son lo primero”.


¡Y lo que te rondaré morena!

sábado, 18 de abril de 2015

Romance de la pérdida de Fraga




Paseábase Rajoy — por la Moncloa cerrada
Ahora que llama a la Cospe  — ahora consulta a Soraya
                —¡Ay de mi Fraga—

Cartas le fueron venidas — que Génova era registrada
Las cartas echó en el fuego — y al buen juez le perjurara
                —¡Ay de mi Fraga!—

Descabalga de una mula (Soraya), — y en un caballo cabalga (Montoro);
por Plaza Castilla arriba — los juzgados que le llaman
               —¡Ay de mi Fraga!—

Como en las Cortes estuvo, — al mismo punto mandaba
que se hagan amnistías, — fiscales y reguladas
                —¡Ay de mi Fraga!—

Y que las cajas en B— apriesa cierra la tapa,
porque lo oigan los otros, — opositores de llama
                —¡Ay de mi Fraga!—

La oposición que lo oyó— que el disco duro quebraba
uno a uno y dos a dos — al juez Ruz se lo chivara
                —¡Ay de mi Fraga!—

Allí fabló un tesorero, — de esta manera fablara:
—¿Para qué nos llamas presi— para qué es esta llamada?
                —¡Ay de mi Fraga!—

—Habéis de saber, amigos, — una nueva desdichada:
que ya han pillado al Rodrigo — ya han registrado su casa.
               —¡Ay de mi Fraga!—

Allí fabló un tal De Guindos— experto ya en las quebradas
—Bien se te emplea, Rajoy — Rajoy bien se te empleara.
                —¡Ay de mi Fraga!—

Confiaste en “El Cabrón”, — que a Suiza se llevaba
la mitad las donaciones  — que nos daban de soldada
               —¡Ay de mi Fraga!—

Por eso mereces tú — una pena muy doblada:
que te pierdas tú y el PP — y entreguemos la cuchara
                —¡Ay de mi Fraga!—



viernes, 17 de abril de 2015

El país en el que todos se convirtieron en ratas (cuento)



Erase un país donde después de un proceso no muy largo todos se convirtieron en ratas. A algunos sólo les bastó transmutar una sola letra de su apellido.  Otros ya habían nacido con esa condición, de nueva planta.

El país fue gobernado por un rey mujeriego, rijoso y ladrón, que llegó al trono “más tieso que las estacas” y abdicó con un “montoncito” de muchos miles. Una fortunita hecha por encargo a amigos y banqueros poderosos, desde la “hermandad” (y las comisiones) con sátrapas, dictadores y pachás tardo-medievales.

Su hijo, heredero del juego de tronos, no le iba a la zaga en cuanto a la afición al pubis ajeno, entroncada en la más rancia tradición familiar, y la reina, consorte, era muy aficionada a la anorexia y  a empinar el codo.

El país había sufrido dos atrocidades históricas y en el tiempo: una guerra civil y una feroz dictadura del bando ganador durante cuarenta años.

Cuando el sátrapa estiró la pata, en un proceso esclerótico-frustrante, todos se confabularon para decir que “viva la transición” y las libertades constitucionales. Pero era mentira, una (la transición, por más señas “política”)  fue un cuento chino y la otra (la constitución) fue como mojar un periódico con el agua de un botijo. Entre otras humoradas hablaba del “derecho a una vivienda y un trabajo digno”. Las risas todavía se oyen en Sebastopol (antes Crimea).

En ese país tuvieron varios presidentes y varios gobiernos, en un lecho de babosas, dicen que “democráticos”. Uno de sus presidentes vive ahora, convertido en lechón, con un yate anclado en el Caribe, fumando puros, “girando la puerta” y cobrando sabrosas minutas de abogado y defensor de multimillonarios bananeros. Otro, iluminado por Dios, por las comisiones por venta de armas y el imperio de sus mentiras, como la búsqueda interesada de “armas de destrucción masiva” y las subvenciones estatales a una fundación con el führer  como modelo.  Sin darse cuenta que la peor arma de destrucción de mentes y dignidades es él mismo. Y su bigote. Ahora  se dedica a mover hilos ocultos para salvar a amigos de pupitre de las penas de cárcel. Y a lo mejor en el futuro tiene que hacer un viaje forzoso a La Haya.

El país lo gobernaron como en una ruleta rusa dos partidos muy parecidos. En realidad, uno solo, o chorizo al vino. Cada uno se hizo su “montoncito” y tenía su nómina de ratas, ratoncitos y gánsteres.
Tenía, este país o ratonera,  el “mejor ministro de Economía” del planeta que, para empezar, no era ni economista y que una tarde de abril lo vimos con la nunca empujada por un policía hacía el interior de un furgón donde le esperaban el fraude, el blanqueo de capitales y el alzamiento de bienes.

También tenía el mejor “banquero de mundo, Suiza y alrededores”. Un bulldog con tirantes experto en las mismas letanías que el “mejor ministro”.

Tenían todo “lo mejor” y acabaron con todo “lo peor”. Metidos en una ratonera.

Un día, apareció un “barbudo trotón” enseñando a los ciudadanos un gran queso. Era un queso de bola diseñado con las palabras “recuperación, empleo, crecimiento”. Se las dio a todo con queso. Era la gran trampa.

Cuando los ciudadanos comieron y votaron en las urnas de aquel queso, inmediatamente, se convirtieron, todos, en ratas. Y los dueños de aquella gran ratonera se llamaban: FMI, Ángela y Corrupción infinita.

Y, entonces, a los lejos, empezó a sonar una flauta. Y algunos acertaron a ver a un mago, que rodeado de ratas, en formas de votantes, se dirigía a un acantilado llamado: Mayoría Absoluta.


Y, colorín, colorado, este cuento apenas ha empezado. 

lunes, 13 de abril de 2015

El anormal que nos preside nos llama “raros”




Que una persona que ha hecho de la mentira una profesión. Que ha defendido y profetizado maravillas sobre delincuentes que cumplen condena. Que contrariamente a toda lógica ignora lo que ha ocurrido, delictivamente hablando,  en la organización que preside durante décadas, divida el mundo y el electorado entre personas “normales”  y “raros” no deja de ser una aproximación a la ciencia de la monstruosidad.

Este monstruo de la naturaleza, tan acostumbrado a hablar de “mayorías silenciosas”  se ha situado en el papel y el lugar de las “minorías escandalosas”.  Si, si todas las personas que no apoyan una política basada en el fraude y el engaño, la financiación ilegal, el contrato encubierto de obra pública, las cuentas huidas a países extranjeros, el urbanismo de pelotazos y los sms de apoyo a simples ladrones son “raros”, habrá que preguntarse qué es la normalidad.

Ya lo decía Humphrey Bogart: las personas se dividen en profesionales y no profesionales, de modo que búsquense a un buen fontanero, cocinero, ladrón o político porque el monstruo que cobra por gobernarnos no lo es, y sólo ve como “raros” a los que no le apoyan obejunamente.

Esta bestia de la declaración tras un plasma llama populistas o demagogos a todo el que no vota a las “marquesas de la corrupción”, a los amigos de los narcotraficantes o a las liquidadores/as del estado de bienestar en forma de contratas de servicios públicos a sus amiguetes de cuenta corriente.

Si no fuera porque sus dotes como médium están absolutamente desprestigiadas todas las nuevas tendencias que pastorean en la desgracia de país del que sólo los ilusos creen que “gobierna”, desaparecerán víctimas del autobombo de su eficacia y responsabilidad, frente al “infierno que son los otros”, -Sartre dixit-  que son sectarios y demagogos.

Pero este “violinista en el tejado de la mentira” tiene fama de polvorón y se desmoronará dentro de su papel cuando unos cuantos de millones de “raros” le peguen un revolcón en las urnas  a él y su partido de chorizos al vino.

Así que más vale prepararse el ánimo para ignorar a esta generación de monstruos en forma de gaviota carroñera, que en sus graznidos en medio de su basura dicen que los “raros” son “una fuente de problemas para el país”.

¿O será que confunden los conceptos de “país”  y “cajas B”?


En las ruinas del Partenón, un mono con un látigo aún está azotando a Sócrates.

viernes, 10 de abril de 2015

Anatomía de un asesinato (… si, el del barrio de La Fuenseca)




Las calles de San Pablo, Alfaros, Puerta del Rincón, Santa Isabel, Isabel Losa, Enrique Redel y Hermanos López Diéguez configuran y delimitan un barrio de Córdoba de marcada personalidad.

Su carácter es tan notable que intentos de amalgamarlo con otros barrios como Santa Marina o San Agustín o incluso en una inocua “Zona Centro” no han dado nunca resultados.

A los efluvios de la burbuja inmobiliaria, a sus especulativos negocios y “cash flow” se apuntó la burguesía ciudadana, con algún resto de la nobleza, propietaria de una mayoría de sus fincas urbanas y solares.  Tácitamente, declararon la “muerte por abandono” de su conjunto urbano, esperando que las humedades, la climatología extrema, la desatención y la incuria arruinaran el patrimonio y la moral de sus envejecidos vecinos.

A fe que lo han conseguido. Visto el barrio en su conjunto, parece una ciudad bombardeada de una contienda internacional: manzanas casi completas derruidas, crujías abatidas, arbustos y matorral desparramado, ratas…pero la cuenta de la lechera ha fallado. Se ha volcado la cántara, quiero decir que se ha desinflado la burbuja.

Las que pasan por ser “autoridades” –tan solo “pasan”- han sido fieles aliados de esta estrategia, de este asesinato de una parte del Casco Histórico, del que presumen de que sea “Patrimonio de la Humanidad” cuando en nuestro caso sólo es patrimonio de su inmundicia mental y de los roedores y olores fétidos que nos cercan.

Nuestro barrio “no existe” para ellos. Somos absolutamente subsidiarios de todo y de todos los demás. ¿Ejemplos? A cientos.  Pasan por el eje Alfaros-Puerta del Rincón hasta cinco líneas de autobuses, ¡ninguna tiene establecida una parada en el barrio!

Durante la celebración del último concurso de Cruces de Mayo se dio el paradigma más representativo. Acosados o con alguna vergüenza ajena del espectáculo de “botellón” de la exitosa Cruz de la Hermandad de la Paz en la Cuesta del Bailío pusieron esfuerzo de vallas y agentes para impedirlo. Pero se contentaban con que se trasladara, masiva y bochornosamente, hacia las calles de nuestro desgraciado barrio. 

Cientos de llamadas de vecinos, literalmente “meados” en sus casas, portales y macetas fueron ignoradas por los agentes, que al mando de las “supuestas” autoridades estaban muy contentos de que en el Bailío no hubiera botellón.

Mientras tanto el barrio sufre el cerco y derribo en cada “festividad”, los vecinos creyentes rezan por que no se de un caso de emergencia en, pongamos por caso, cualquier día de nuestra Semana Santa. 

El cierre, por tierra, mar y aire de las calles del barrio, dura entre cinco y ocho horas cada día penitencial. A prueba de ambulancias, infartos, incendios y bomberos.  Si tiene coche apresúrese a aparcar en su cochera antes de la seis de la tarde, porque si no búsquese un parking privado hasta las cuatro de cada madrugada.

¡Y nada de planificación del tráfico, de remodelación del viario del ochenta por ciento de las calles, empedradas como Dios y el río les dio a entender a los urbanistas del hace siglos. Muy “tipical spanish” las piedras y las losas de granito, pero prueben a andar por ellas entre restos de botellas rotas y sin un calzado adecuado!

Otro ejemplo: la calle Juan Rufo bate el record de obras. Cualquiera que tiene algo que canalizar: alcantarillado, gas, electricidad, fibra óptica, va y levanta sus piedras, las pone patas arriba, sin tener mínimamente en cuenta si hace dos meses alguien también lo ha hecho. ¡Y la ordenación del tráfico de la misma! Que alguna asociación –siempre de fuera del barrio- presiona al Ayuntamiento porque le molestan los coches en determinada dirección,  allá que cambien el sentido de su caótico tráfico, para arriba, para abajo, con salida a la calle Imágenes, con salida a Conde Arenales…

Pero lo que realmente les debiera dar vergüenza a las autoridades –si la tuvieran- es el estado del monumento emblema: La Fuente y su Torreón. Derruido, entoldado para que los cascotes no maten a los vecinos, degradado, ocultado por todos los objetivos fotográficos… mucho más que de pena.

Si cualquier ciudadano europeo tratara así a sus piedras más venerables, como son las de la fuente para los vecinos que vivimos o hemos nacido aquí, sería inmediatamente desposeído de su condición de habitante de un país civilizado. Tenemos piedras, un rincón histórico recogido en cientos de documentos, memorias y paseos, y lo tenemos derruido, rodeado de ratas y al albur de una racha de viento, por no multar u obligar a su propietario a que las reponga y restituya a nuestra memoria sentimental e histórica.

Un grupo de personas de ciencia, europeas, visitó Córdoba a principio de los años cincuenta del pasado siglo y quedaron maravillados. Se prometieron volver y contactaron con su amigo, Carlos Castilla del Pino, que por carta les dijo: ¡Deben darse prisa si quieren volver a ver Córdoba, se cae!
Con La Fuenseca, con su barrio, con su fuente, ya no les hace falta la prisa. Ya se ha caído.

El poeta, casi vecino, Pablo García Baena, lo recogió así:


“Porque las piedras que amabas a la tarde han sido derribadas/ talados los cipreses y su claustro de salmos silenciosos/destruidos los arcos/el capitel rodó sobre la ortiga/y los artesonados aplastaron blasones/soberbia/yelmos, gules…/Corrió la lagartija sobre lises/ y las manos falaces arrasaron vergeles…”

Oh inmortal, eterna, augusta siempre/ oh flor pisoteada de España.