Aumenta la desigualdad social. Los ricos son más ricos. Los
pobres son más pobres. Hay ocho millones de pobres energéticos y seis millones
de parados. Hay cinco millones de niños por debajo del umbral de la
pobreza. El sistema.
Hay una creciente corrupción política, 1.200 cargos públicos
procesados, una sensación de impunidad, una justicia hecha y administrada a su
medida. Dilaciones, excusas, indultos y prescripciones. Una severidad extrema
con los delitos menores. Robar una gallina, tres años de cárcel. El sistema.
Al Jefe del Estado no lo ha votado nadie. El partido
político que aúna el mayor número de casos de corrupción del planeta es votado
mayoritariamente, una y otra vez. El
poder ejecutivo ignora, olímpicamente, las decisiones del poder legislativo. No
hay separación de poderes. El sistema.
Hay una Constitución, fruto del miedo y de la represión
política y militar de un tiempo pasado,
inmutable –salvo para casos de alta traición al pueblo- ofrecida como “modelo”
y paradigma de las libertades. No se garantizan en la práctica los derechos de
trabajo, vivienda digna, sanidad pública y enseñanza. El sistema.
Las libertades fundamentales: derechos de reunión,
manifestación, sindicación y huelga,
están siendo constreñidas, reprimidas y recortadas por leyes mordaza y
administradas por gobernantes con ideas y andaduras, no del pasado, sino del
pleistoceno. El sistema.
Una confesión religiosa es privilegiada y goza de un status
fiscal que la exime del pago de impuestos, se enriquece patrimonialmente a
diario, con inmatriculaciones y usurpación de propiedades públicas y nadie
legisla o tan siquiera debate o cuestiona estos hechos. El sistema.
Los partidos políticos carecen de democracia interna. Sus
cargos, órganos de gobiernos y gestoras están ocupados por arribistas,
profesionales de la conspiración y aparateros/as que anulan la voluntad y la
soberanía de la militancia. El sistema.
Los medios de comunicación dedican sus esfuerzos a deformar
la realidad y la información y entretener y entontecer a amplias capas de la
población, a los que tratan como disminuidos psíquicos y embrutecen con falsas
necesidades de consumo. El sistema.
Hay un establishment o casta que controla, disfruta y se
reserva derechos, privilegios y recursos y se defienden como lobos perseguidos entre ellos mismos. Unos pocos administran “el
cielo”, mientras la mayoría vive en “el infierno”. El sistema.
Me declaro amante de las cerillas y las latas de gasolina.
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