En estos días convulsos a más de uno empiezan a salirle las
grandes palabras: ”ley”, “derecho”, “ orden constitucional”, “constitución”, “unidad
de la patria”…, por las orejas.
Un ciudadano puede considerarse amortizado, políticamente
muerto, cuando ya no se sorprende de
nada y admite de antemano que las entelequias que nos gobiernan y nos
convierten en “cosas” son eternamente duraderas.
Tengo demasiados años pero me congratulo de estar joven y vivo,
en filosofía y en política, porque si me dan a elegir siempre estaré a lado de
la utopía, la rebeldía y el desacato, frente a la Ley (la del Poder y los
Poderosos), el Orden (el de los corruptos y de sus mayorías parlamentarias) y el Derecho (amordazado
y vertebrado en injusticia por el poder
oculto).
Un ciudadano puede considerarse descatalogado o muerto
cuando decide que es mejor encogerse de hombros, agachar la cabeza y aceptar la
injusticia y la corrupción como un destino del rebaño.
Si los “Mártires de Chicago” no se hubieran rebelado y “desacatado”
la legislación laboral vigente nunca hubiéramos tenido la jornada de ocho horas.
Si Spies, Engel, Parsons y Fischer no hubieran sido condenados a muerte por un
tribunal capitalista por ejercer el derecho de huelga, nunca hubiéramos tenido “derechos
laborales”. Si las “sufragistas y feministas” (entre ellas nuestra Clara
Campoamor) no hubieran iniciado una actuación que aún continua, las mujeres
nunca hubieran votado ni logrado una cierta emancipación.
Si Martin Luther King no hubiera iniciado (con rebeldía y
desacato) la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad, en agosto de
1963, y no hubiera pronunciado su famosa frase "I have a dream" (‘yo
tengo un sueño’) las personas distintas
a la de piel blanca no votarían en el mundo. Si Nelson Mandela no hubiera desacatado el
poder y al “orden” legal vigente, en Sudáfrica aún habría apartheid. Si Marcelino Camacho no hubiera convertido su
vida en una lucha por la dignidad de los obreros y no hubiera dicho, por
ejemplo: "Ni nos domaron, ni nos doblaron ni nos van a domesticar",
nos hubieran domado, doblado y domesticado.
Estoy por todas las luchas, rebeldías y desacatos de toda
persona, colectivo, identidad, pueblo, parlamento o nación que se sientan
oprimido, sojuzgado, robado o estafado en cualquier lugar del mundo, incluida
Catalunya.
El conformista siente
que no se puede hacer nada ante la crisis y el imperio de la corrupción y asume las promesas falaces del Gobierno como
un bálsamo. Son los valedores de la Ley
y el Orden. De su Ley y de su Orden. En cambio, las personas de mente y corazón
libre verán el poder político y económico como lo que es, una charca de
cocodrilos a la que debe desafiar con coraje.
En la mitología, Prometeo y Sísifo, aún encadenados a rocas
o subiendo moles de piedra por una montaña hicieron eterno su desacato a los
dioses. Ganaron la inmortalidad.
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