Había una vez un don Tancredo que era idiota. He dicho
idiota. Pero era más idiota todavía. Le picaba una autonomía y salía corriendo.
Le picaba un tesorero y salía corriendo. Le picaba una caja B y salía
corriendo.
Todos los don Tancredos temen a la corrupción. Pero este don
Tancredo quería ser devorada por ella. Y es que don Tancredo era un idiota. No
era un don Tancredo. Era un idiota.
En las noches de mayoría absoluta la luna de las aldeas da
grandes bofetadas a los don Tancredos. Unas bofetadas que se sienten por las calles.
Da mucha risa. Los banqueros no podrán comprender nunca por qué son estas
bofetadas, pero Ángela sí. Y los don Tancredos también.
Será menester que sepáis todos que don Tancredo es una gran
trotona. De Pontevedra. Tiene una piel de plasma y encima una piel de sms y
encima una piel de “Luis se fuerte” y
encima una piel de sobresueldos y encima una piel de registrador de la
propiedad y encima una piel de
donaciones ilegales y encima una piel de financiación ilícita y todo. ¿Veis
todo? Pues todo y además una piel de don Tancredo. Esto era lo que no sabía
nuestra trotona.
¡Da risa considerar lo chorizos que son los don Tancredos!
Todos tienen barba. Todos tienen culo.
Todos hacen listas. Digitales. ¿Y de las europeas?
Don Tancredo idiota odiaba los líos. Le gustaban leer el “Marca”,
y dice –pero es mentira- que iba al dentista a las siete de la mañana. ¡Como si
hubiera dentistas sacándole dientes a un don Tancredo Idiota a las siete de la
mañana! Pero odiaba todo lo que no era
el “Marca” y los goles de Ronaldo. Y sin
embargo no hay nada más hermoso que el “ABC” y las portadas de “La Razón”.
Recién sacado de las rotativas, el “ABC” caliente, es la
perfección de la noticia, felicita al führer en portada, crucifica a Carmena
por unas restricciones al tráfico aprobadas por Botella y se preocupa por las
gambas que se comen los sindicalistas. Es la mejilla caliente de lo que se “cuece”
en este país y otros chiringuitos estatales de quita y pon.
No quiero defender la belleza enjuta de “La Razón”, heredero
del “Arriba”, pero ya que todo el mundo
alaba la pulcritud pelotera de Marhuenda y las “investigaciones a sueldo” de
Inda, bien está que yo defienda al “ABC”, contra las lecturas inacabas del “Marca de un
don Tancredo idiota”.
Lo voy a decir: don Tancredo, idiota, va a seguir en su
puesto. Trotando, trotando… Lo va a apoyar “Naranjito de Barcelona”. ¡Veras tú
que contentos se van a poner el pelotas de Marhuenda y don Pantuflo!
¡Cualquiera los oye después del pavo los sábados por la noche!
Una noche, la luna estaba repartiendo bofetadas a los don
Tancredos. El mar y los tejados y las carboneras tenían la misma luz. Una luz
donde el abejorro hubiera recibido las flechas de todo el mundo. Nadie dormía.
Los don Tancredos no podían más. Tenían las barbas llenas de escarcha y los
barcenillas cantaban por soleares por el hueco de las bofetadas.
Tocaron las campanas de las torres porque tenían que tocar,
y los cauces y los corredores y los que juegan al gol se pusieron tres veces
morados y tintineantes. Empezó la lucha.
Pueblo listo. Tancredo idiota. Tancredo trotón. Pedrito
idiota. Naranjito y el trío. Los tres idiotas. Coleta morada. Tancredo “Marca” idiota.
Luchaban. Luchaban. Luchaban. Mentían, mentían, mentían. Así
toda la legislatura. Y diez. Y veinte.
Todo el país se había vuelto idiota –sí es que ya no lo era desde
los tiempos de Maricastaña y el Rey Felón- .
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