¿Qué
país hay detrás del que dibuja la entrevista de Jordi Évole al comisario
Villarejo?
Inmediatamente
me acuerdo de algún cuadro de Goya, de la España negra, negrísima, de chulos y
manolas. Una España tenebrosa, de muerte y de traiciones. De torturas, chismes
y encargos. Del poder embozado y extorsionador. De la miseria moral y el
hambre. De amantes y tiranos, de mentiras, odios y venganzas. De cloacas, alcantarillas, sicarios y mierda.
Un país
gobernado por la mierda. De policías con barba, gorra y gafas oscuras y una
carpeta que tapa media cara. Apostado en la pomada, en la dilación espesa y
congestionada por el engaño. Un país
cancerígeno, de crimen y sin castigo. Un
cangrejo que absorbe nuestras libertades y las convierte en una comisaria
torturada, sin Derecho, sin Democracia y Sin Garantía.
Un país
de confidentes, confidencias y mesas estufas. Un país sin alma y sin espíritu.
Sólo con un demoníaco juego entre el poder y el dinero. Entre lo oculto y lo
embozado. Sin unidad de tiempo, sin pasado y sin futuro, sólo un presente
ladrón.
Oyendo
a Villarejo rememoraba los fantasmas de mi infancia: el “Tío del Saco”, “El
Sacamantecas”, la muerte que te abraza en una calleja oscura.
Toda la
realidad que intentan pintar los políticos es mentira. La España que dibuja
Villarejo no tiene democracia, ni ley, ni gobierno. Tienes intereses,
apariencias, juego vil contra el oponente, fango y corrupción.
Esta es
la España que manda. La que hace titulares de prensa y crea opinión entre una
masa infecta e infectada de votantes.
Viendo,
oyendo, toda la infelicidad del mundo me llegaba al fondo de los pies. No se
puede creer a nadie. Todo es mentira.
Yo ya
ni creo que Franco esté muerto.
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