El pasado 5 de junio, el periódico “El País” editorializaba
su edición de aquel día con un ataque histérico a la formación “Unidos Podemos”.
Un editorial, muy probablemente, inspirado y redactado por su “Consejo de
Redacción, donde personajes como J.L
Cebrián y Felipe González tienen un peso decisivo.
Lo que sigue es un intento de reescribir derecho los
torcidos renglones de aquel panfleto de la derecha económica del país,
agazapada tras un medio informativo que sólo durante un breve periodo de
tiempo, fue un referente válido –por ausencia de otros- para lo que quería
llamarse “izquierda”.
EDITORIAL
Una gran impostura
El centro izquierda retrocede ante la evidencia de la
corrupción y la ineficacia de sus dirigentes y el cansancio de su militancia.
A medida que se acercan las elecciones del 26 de junio, la
coalición Unidos Podemos, sostenida por los datos apabullantes de la encuesta
del CIS, deja más clara su realizable capacidad de rebasar al PSOE, colocarse
como única alternativa al PP y auparse al poder. Lo incuestionable es que ya
convence a un elector de cada cuatro, con una clara tendencia al alza y un
importante vuelco de la realidad electoral en nuestro país. Frente a las dudas
y debilidades de los socialistas y el descaro del PP de presentarse como el
valladar contra el extremismo, la encuesta muestra la movilización de un
electorado, re-esperanzado en una política de izquierdas por un pacto entre Podemos e IU tan oportuno
como deseado.
La crudeza de los datos del CIS no sólo deja al PSOE por
detrás de la coalición de izquierdas, sino con un porcentaje de votos hasta
cinco puntos menor y más de una decena de escaños menos en el futuro Parlamento.
La debacle socialista deja a la
dirección del partido en la peor situación de su historia, con un dilema de difícil
resolución: apoyar un gobierno de auténtica “izquierda, donde están los
causantes de su atropello en las urnas, o sumarse a esa “Gran Coalición”, defendida por sus ex dirigentes más
conservadores pero que resultaría de efectos devastadores en su electorado con
el espejo del PASOK, dominando la escena.
La candidatura liderada por Pedro Sánchez se encuentra en la
abierta posibilidad de perder en número de escaños respecto a los resultados,
ya magros, del 21 de diciembre pasado, en la obligación de dimitir si este
hecho se concreta y de someter el partido al espíritu de las ambiciones
personalistas que viene del Sur.
El éxito y la eficacia de los gestores provenientes de la “nueva
política” en las ciudades más importantes del país da crédito a las
candidaturas de “Unidos Podemos” en la capacidad para resolver el complicado
panorama económico, donde las políticas neoliberales y conservadoras se ha
demostrado ineficaces y agravadoras de los efectos perversos de la crisis.
¿Y los demás partidos?
El PP, atrincherado en el conservadurismo y en la capacidad refractaria
de su electorado a cada nuevo y casi diario caso de corrupción, no tiene nuevas
oportunidad de gobernar sino es con el apoyo o la abstención de un PSOE
derrotado y en la pendiente de caída libre. El suelo electoral del PP no puede
ser inmune por mucho tiempo más a la corrupción sistémica de este “asociación
para delinquir” que es el partido de Fraga desde su fundación. Una real
vertebración del “capitalismo de amiguetes” y defraudador masivo de impuestos a
paraísos fiscales. En algún momento, la
caída puede ser estrepitosa.
Ciudadanos es una incógnita que probablemente solo resolverá
el 26-J, aunque se ve a Albert Rivera sin el brillo de otros momentos. Si
aguanta sin desmoronarse hasta que llegue el crack electoral de la derecha
estafadora, puede ser el heredero natural que la Banca y el empresariado español
alentaron en su momento como alternativa. Esta es la situación a dos semanas de la cita
con las urnas.
Por primera vez en mucho tiempo, una oposición de izquierdas
puede hacer sentir a los españoles robados, defraudados fiscalmente, recortados
en derechos y en servicios sociales que las instituciones- y la Democracia-
pueden llegar a ser útiles.
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