“Madrid.- El expresidente del Gobierno español Felipe
González ha recibido hoy en Bogotá la ciudadanía colombiana de manos del
presidente Juan Manuel Santos, que lo definió como "un ser
extraordinario" y amigo del país suramericano.”
“La familia Aznar-Botella plantea su futuro fuera de España,
siendo Nueva York su lugar de residencia en los próximos años”
(De la prensa nacional en un día de diciembre)
No se sabe muy bien si este es un
país o un cubo de basura. La pasión del
poder, la usura política, la convulsión de la casta, convertida en un
excremento extractivo o puerta giratoria, la representan a la perfección dos ex
presidentes, desnudistas de una “patria” en la que siempre se envolvieron y que
dejan al “patriotismo” en el borde mismo de los anti cuerpos.
González y Aznar, la alabada
transición en forma de fraude, nos ponen al descubierto la monumental patología,
el descarado engaño y la incomputable mentira de la política española en las
cuatro últimas décadas.
No eran ni socialistas, ni de
derechas, ni patriotas, ni víctimas del terrorismo, y no se sabe si tan
siquiera fueron políticos: eran, simplemente, dos estafadores de la idea, dos
consumidores de rentabilidad de dividendos internacionales a costa de una
mezquindad de constituciones, partidos, transiciones y otras intoxicaciones al
pueblo, a la sociedad civil y a los desgraciados e ingenuos españoles.
Han madurado su cosecha de
ingresos mensuales en consejos de administración, comisiones de sátrapas, conferencias
a la violeta y mariconadas de moderación, y ahora, caídas las caretas, no son
ni patriotas. Salen corriendo camino del narco amigo o de la facultad
consumista de créditos amañados y dejan la España, la que fue su “patría”, que
dejan.
Seis millones de parados, cinco
de pobres, una deuda superior al PIB anual y sus acólitos y continuadores
sepultando jueces, pruebas, Eres y discos duros en la mayor impunidad. Huyen,
como ratas que abandonan el barco, del país al que han esquilmado de ideología
y de riqueza y no tiene el menor pudor en adoptar la nacionalidad de un país
infectado por el narcotráfico o de una democracia que tortura en secreto y con
violencia.
Su falso alegato patriótico queda
en el mismo lugar en que se produjo: en la basura. El país que nos dejan en su
obra magna: una basura corrupta, sin justicia ni ley.
Como ellos mismos.
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