Han tenido que pasar 34 años para
que el “honorable” Jordi Pujol reconozca que lleva todo ese tiempo defraudando
a la hacienda pública. Que según decía el dicho publicitario: “somos todos”. Es
decir, que el ex presidente de la
Generalitat ha estado todo ese tiempo, incluido el que tuvo la condición de “honorable”,
ocultando algo a la hacienda y al patrimonio de todos.
Cuando todos los ciudadanos de
Catalunya era fritos en el aceite de la imposición fiscal, su presidente,
honorable y tal, se iba de rositas a Andorra con la herencia de su padre y
abuelos, que ya eran expertos en el tema para no contribuir con un céntimo a
las necesidades de los ciudadanos en educación, hospitales o carreteras.
No es un hecho aislado, es la
punta del iceberg. Felipe González, además de presumir de pana y socialismo, se
deja fotografiar- ahora- en un yate
anclado en aguas caribeñas, en compañía de una lustrosa rubia mientras fuma un
puro y revisa su saldo de la empresa gasística que hizo rodar su giratoria
puerta cuando los electores lo mandaron “a por tabaco”.
José María Aznar cobra 200.000
euros anuales como asesor de Endesa, una empresa que él había privatizado
previamente o que puede que haya cobrado pingües beneficios como comisionista
del negocio de armas, según indica algún correo intervenido a su dilecto amigo
Blesa.
Abundantes indicios e
informaciones hablan del señor que nos ha gobernado tan campechanamente y
coronadamente en los últimos ocho lustros puede ser poseedor de una de las
mayores fortunas del planeta después de que accediera a su real sillón más
tieso que las estacas.
¡Este es el paño! ¡Esta es la
materia prima de este país donde la mierda –perdón, la justicia- es igual para
todos!
Hay miles de enchufados, cientos
y cientos de concejales de urbanismo o hacienda implicados en recalificaciones
ilegales, presidentes de comunidades autónomas que se bañan en bañeras con
grifos de oro o abuelos que enseñan a sus nietos “su aeropuerto” minutos antes
de que por enésima vez les “toque” la lotería.
Atravesar cada día esta caspa,
esta basura hedionda, sin que se te rompa el hígado, es casi una heroicidad.
Alguien, muy acertadamente dice que todos estos son “una casta”. Y que hay que
acabar con ella, antes de fenecer asfixiados por la peste que emanan.
Y todos se distinguen, además,
por su “patriotismo”. Y por su vista de lince. El gallego tarado que nos
gobierna dijo que gente como Fabra o Matas eran “ciudadanos y políticos
ejemplares” y que quería un gobierno “como el de Camps” para su España y que “nadie
podría demostrar nunca que Bárcenas y Galeote no eran inocentes”. ¡Qué Santa Lucía
le conserve la vista!
Y a aquel señor que envolvía cualquier
ataque a su gestión en la senyera que le mantenga a buen recaudo sus cuentas en
Andorra. Honorable chorizo. Y tal.
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