En 1978, el poeta Pablo García Baena citaba al escritor del siglo XI, Ben
Suhaid, y a su obra “Elegía a las ruinas
de la Córdoba Omeya”, para
preguntarse: “¿A quién pediremos noticias de Córdoba?”
¿A quién podremos, en el momento actual, pedir “noticia” de Córdoba?
La emblemática caída, quiebra y ruina de su principal entidad financiera,
CajaSur, y el modelo de gestión personalista, enchufista, amiguista y mafioso
de la Iglesia y el culto a la personalidad de su clérigo presidente, ha sido
algo más que un signo.
La Caja, su patrimonio y los recursos de 50 generaciones de cordobeses, fueron
rifados al mejor postor y pasaron a ser
controlados por el capitalismo vasco.
El falso imperio formado por las empresas de los amigos del “cura” han
cerrado, quebrado o ambas cosas. Noriega, Urende, Prasa y las empresas de
Rafael Gómez, son la viva expresión de la ruina.
El mínimo repunte industrial que tenía la ciudad desde principios del siglo
pasado por la industria del cobre y sus transformados, había quedado reducido a
la mínima expresión por infinitas reconversiones en Ibercobre y ABB. Había
caído el conato de industria textil y las cooperativas agrarias desarboladas.
El tradicional refugio de la sumergida industria artesana joyera, disminuido
por la crisis de lo suntuario y el inabordable precio del oro.
La ciudad registra el tercer mayor índice de desempleo por capitales de
provincia, un 43 %, y 8.000 desempleados más en el último año. El 72 % de su
población menor de 25 años está en paro absoluto. Cierran los comercios, los
pequeños negocios, bares, hoteles o restaurantes.
Tras el fracaso en la candidatura de capitalidad cultural europea, la
actividad cultural ha decaído a niveles
de alarma. Apenas hay exposiciones, conferencias o conciertos. Hay una oferta
exangüe, una actividad pueblerina y una calidad de mínimos. Todos los cines del
casco urbano han cerrado. Hay dos
teatros y los mayores llenos los tienen en los concursos de chirigotas del carnaval.
El teatro al aire libre cobra los conciertos en verano a 50 euros la entrada a
un asiento de hormigón. Cosmopoética y el Festival de la Guitarra se han
quedado en las raspas.
La Universidad, paticorta, y dominada por el oportunismo de ocupar cargos de
sus juntas de gobierno, los colegios profesionales practicando un
corporativismo primitivo y ruin, sin entidades financieras locales y padeciendo
el colonialismo de las grandes corporaciones nacionales, sin industria, con un
comercio hundido y en trance del cierre
La ciudad vuelve a estar sucia y descuidada. No se respetan ni se ponen en
valor sus monumentos. El Ayuntamiento se ha convertido en una mala oficina de
malos servicios. Se cierran o privatizan empresas y servicios municipales, se
despide a sus trabajadores, se cierran guarderías y escuelas infantiles. La
empresa municipal de autobuses perdió un millón de viajeros el pasado año. Han
desaparecido los servicios sociales municipales y Cáritas y la Cruz Roja están
desbordados. La cutrez y mediocridad política se enseñorea de todo.
Los debates en el consistorio se producen en términos de “va a pagar la
multa mi hermana la pelá” o “esos terrenos son de mi menda lerenda que come
turrón de almendra”. La absoluta estulticia pública se sienta en los escaños,
trufados de arrabalismo y populismo tabernario.
Para el alcalde de la ciudad, un pijo y frio funcionario de partido, regir
la ciudad es la tercera de sus prioridades, después de su escaño parlamentario
y las labores de dirección y medro en su partido. Los políticos y gobernantes
son clónicos, hablan, gesticulan y votan igual que sus modelos de Madrid o
Sevilla y son iguales y superponibles entre sí.
El obispo es de condición ultramontana, histriónico, fundamentalista y
obsesivo. La Iglesia Católica ha burlado la ley y la historia y se ha apropiado
de la Mezquita con artimañas y alevosía.
No ha pagado un céntimo en reparaciones o mantenimiento durante siglos y
ahora explota el monumento como un cortijo propio, ingresa ocho millones al año
por el cobro de su visita y vuelve a no pagar un solo céntimo de impuestos.
La depresión moral e intelectiva se adueña de todos, atrapados entre el
paro, la penuria económica y la ramplonería abyecta de sus representantes.
Da grima leer los periódicos locales, dominados por la beatería y la gazmoñez. Los festejos populares se han
convertido en sermones o procesiones y el integrismo reaccionario domina
conciencias y tribunas.
La ciudad se muere a ojos vista y a sus ruinas históricas se unen las
ruinas mentales y del momento. Hay cientos de solares abandonados o casas
derruidas. Pasear por ella es como hacerlo por una ciudad bombardeada.
“¿A quién pediremos noticias de Córdoba?”
El admirado psiquiatra y pensador Carlos Castilla dijo a unos amigos suyos
de fuera del país: “Dense prisa en ver
Córdoba”.
Ya sobra la prisa. Ahora es un cadáver.
Sigue así Lucas, que nunca nadie venza la voluntad de tu libre pensamiento. ¡¡Hasta la victoria siempre!!.
ResponderEliminarPERMÍTAME QUE DISCREPE, MUERTA MUERTA, NO, AL MENOS UN HILILLO DE RESPIRACIÓN AUN EXISTE, Y MIENTRAS HAY VIDA HAY ESPERANZA, ESTE ARTÍCULO DE LUCAS LEÓN AUNQUE DESDE EL PESIMISMO ES UN SUSPIRO DE VIDA, PORQUE LA MIRADA INTELIGENTE NUNCA ESTUVO DENTRO DE UN CADAVER.
ResponderEliminarY si ponemos al Sandokán de Alcalde?, seguramente todo iría mejor... a la mierda y así podriamos EDIFICAR CORDOBA DE NUEVO desde las miasmas cerebrales de esta casposa 'élite' politica que gobierna Córdoba y que demuestra más SUMISIÓN que otra cosa a su PATER madrileño. Vaya cuadrilla de politicos que nos ha tocado. Si los anteriores eran malo ¿?, de estos que hay que DECIR?, pues que ya han hecho santos a gentes de IU y de la izquierda cordobesa.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por vuestros comentarios.
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