Andan todo apesadumbrados en el
PSOE por el dilema a que han abocado al partido el conservadurismo subyacente
en las “clases acomodadas” del mismo, la ambición descarada de otros y “otras” y
el afán de protagonismo de un magma que traspasó la barrera socialdemócrata
para entroncar directamente en el social-liberalismo.
En realidad el PSOE en general y
Felipe González en particular fueron, en su momento, el bálsamo de tinte
izquierdista que encontraron el Departamento de Estado Norte-americano (CIA) y
las ya conservadoras socialdemocracias europeas (Alemania, Suecia,...) para que
el referente de la izquierda frente al invento de “centro”, germinado en la
Secretaría General del Movimiento Franquista, no fuera el histórico PCE, el
único que había mantenido una lucha consecuente y heroica frente a la
dictadura.
Felipe González tiró por la borda
el marxismo y lo poco que le quedaba de “obrero” y sentido reivindicativo y
comenzó una era de privatizaciones de empresas públicas (120 en total) y a
practicar un modelo de gobernar, Gal y Terrorismo de Estado incluido, en nada diferente de cualquier partido
liberal, de derecha sin moderar, homologado en la derecha mundial.
En realidad, la actual crisis del
PSOE lleva gestándose desde hace mucho tiempo. La socialdemocracia europea se
ha quedado sin modelo, sin discurso y sin ideología. Venden ideas y verborrea de
“izquierdas” durante los periodos electorales y gobiernan a los dictados del
mercado y los poderes fácticos cuando ocupan poder.
Cautivo de esa verborrea, en
España le surgió un secretario general que acuño un “No, es no”. Pero a su
aparente firmeza se le ha opuesto el “partido real”, el de los cargos, el
integrado y entregado al sistema, que maniobrando arteramente le ha obligado a
dimitir.
Sus sesudos analistas dicen que
tanto el “No” a Rajoy como la desacredita “abstención” ante las bases del
partido son malas. Y quizás todavía no se han dado cuenta, tan aficionados que
son a la creación de líderes de cartón piedra, que de esta manera les ha salido
uno. ¡Gratis!
Ya tienen candidato para las próximas
elecciones, sean cuando sean, y ahora le vendrá bien incluso que le obliguen a
abandonar el Grupo Parlamentario por resistirse a no votar no. Asi tendrán a alguien
que puede unir en una falsa idea progresista a militantes y agrupaciones
descontentas y a votantes socialistas sin carnet, al que pueden presentar con
un pedigrí de izquierdas que no podían ni soñar.
En política nada es hasta que no
se demuestra, pero yo creo que no le iría mal ni en unas denostadas e
inmediatas terceras elecciones.
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