(Readaptación de un artículo de
Ana Pardo de Vera, de octubre de 2014.)
De la gestión y las declaraciones
de dirigentes del Partido Popular tanto
en campaña electoral como en cualquier momento del acontecer diario y, dando
respuesta al dicho "en política no existen las casualidades", se
deduce que responde siempre a una calculada estrategia de volcar su propia
responsabilidad sobre los elementos con menos opciones de defensa, sea un
perro, un fallecido, un trabajador, un tesorero caído en desgracia o un juez.
En el hundimiento del
Prestige (2002), el único culpable fue el capitán del petrolero hundido frente
a las costas gallegas, Apostolos Mangouras. O tal vez 'alguien' más, pues según
Ana Botella entonces: "En la catástrofe del Prestige sólo hubo un
culpable: el barco". Que el ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos,
o el presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga, estuvieran desaparecidos
de cacería en las primeras y decisivas horas de la catástrofe es tan sólo una
circunstancia.
En el accidente del Yak-42 (2003) murieron en Turquía 62
militares españoles y 13 miembros de la tripulación. Al frente del Ministerio
de Defensa, Federico Trillo-Figueroa. Se demostraron manipulaciones en los
cadáveres, fallos en la identificación, precipitación para celebrar los
funerales de Estado, presiones desde el Ministerio a las familias de los
militares muertos,... Los culpables: tres militares que recibían órdenes, pero
que según el Gobierno de José María Aznar, actuaron por su cuenta, algo inédito
en las Fuerzas Armadas Españolas. Desde el sector conservador, también se
intentó informar sobre pilotos del Este borrachos y azafatas ucranianas
dormilonas, pero los documentos oficiales echaron por tierra estas
especulaciones sobre la tripulación y sí recogieron el mal estado del avión
siniestrado, cuya elección se mostró como un cúmulo de subcontratas con dinero
perdido por el camino. Se abrieron seis procesos judiciales y no hubo ni una
dimisión en el Gobierno. Trillo es hoy el embajador de España en Reino Unido,
involucrado en el caso de cobros ilegítimos del ex diputado Martínez Pujalte y
en el amañamiento de unas oposiciones que ha ganado su propia hija.
En el accidente del Metro de
Valencia (2006). 43 muertos y 47 heridos. La culpa según la Generalitat
Valenciana encabezada por Francisco Camps (PP) fue del conductor, Joaquín
Pardo, uno de los fallecidos. La insuficiencia de los sistemas de seguridad por
ser hasta 40 veces más baratos que los del resto de los metros de España, una
curva en donde ya había habido un descarrilamiento en 2003 sin que se tomaran
medidas posteriores y las ventanillas de plástico sin sujeción de los vagones
fueron lo de menos. Una comisión de
investigación de la nueva Generalitat está empezando a poner las cosas en su
sitio.
En el Caso Gürtel (2009-sin cerrar). El primero en
caer fue el juez que comenzó la investigación de la trama de corrupción
incrustada en el Partido Popular, Baltasar Garzón. El Tribunal Supremo condenó
a once años de inhabilitación al magistrado que también trató de abrir un
proceso sobre el régimen franquista. Que buena parte de los encarcelados por la
Gürtel, incluido el cabecilla Francisco Correa, estuvieran en la boda de la hija
de Aznar o en las administraciones, adjudicaciones y puestos orgánicos del PP es lo de menos. Que
se haya encontrado una estrecha relación entre los adjudicatarios y los
donantes de cuantiosas cantidades a la financiación del partido tampoco. Rajoy
llegó a afirmar “El Caso Gurtel no es un caso del PP, es un caso CONTRA el PP”. Hay peligro de que prescriban la mayoría de
los delitos.
En el Caso Bankia (2012-sin
cerrar) que Miguel Blesa, compañero del colegio de Aznar, utilizara Caja Madrid
como su propio cortijo para comprar a políticos de PP, PSOE e IU y
sindicalistas, haciéndolos ricos y haciéndose él más rico aún a costa de
estafas (preferentes) a sus clientes es lo de menos. Que la caja madrileña
pasase a ser un banco presidido por Rodrigo Rato, exvicepresidente de Aznar y
presidente del FMI, en una operación que ha esquilmado las arcas públicas no
cuenta. El único condenado por ahora a 17 años de inhabilitación es el juez que
se atrevió a hacer pisar la cárcel a Blesa, Elpidio Silva.
En el accidente ferroviario en
Santiago de Compostela (2013). Según el Gobierno, sólo el maquinista que
conducía el tren, Francisco José Garzón, fue el responsable de hacer colisionar
el Alvia en la curva 'A Granderia' de Angrois, a 3 km. de Santiago de
Compostela (A Coruña) y que muriesen 80 personas y hubiese decenas de heridos y
traumatizados. La insuficiente señalización de la vía, el precario sistema de seguridad
para los cambios bruscos en la alta velocidad (220 a 80 km/h), las
recomendaciones continuas de los maquinistas para que se resolviesen éstas y
otras deficiencias, la distracción de Garzón por la llamada de trabajo recibida
en el tramo de frenado o la señal avanzada de 4 km en vía libre son lo de
menos. No ha habido una sola responsabilidad de la Administración y el
responsable segundo del Ministerio de Fomento, Rafael Catalá, fue ascendido a
ministro de Justicia y que ha declarado recientemente que “el pueblo español le
tiene que estar muy agradecido al gobierno del PP”.
En la Crisis del ébola
(2014), el perro Excálibur de Teresa
Romero fue el primero en 'asumir' su responsabilidad en el contagio de su dueña
y fue sacrificado por el Gobierno madrileño. Ni estaba contagiado ni se
demostró en ningún momento que la mejor decisión fuera matarlo; al revés, y más
allá del componente afectivo de la mascota de Romero, los científicos pidieron
que siguiera vivo para estudiarlo. La siguiente en ser señalada como culpable
por el PP ha sido la propia contagiada, que se tocó la cara con el traje de
protección tras atender al misionero García Viejo, infectado en África. Que el
protocolo del Ministerio de Ana Mato estuviera incompleto e ignorese parte de las
recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud sobre la retirada de los
equipos de protección es lo de menos.
En la tragedia en Ceuta (2014) la
conclusión de Interior es que los 15 inmigrantes que intentaron llegar a España
a nado en la frontera de Marruecos con Ceuta son culpables de su propia muerte
por ahogamiento. Que el material antidisturbios de la Guardia Civil (bolas de
goma, botes de humo y cartuchos de fogueo) impactara contra los débiles
nadadores es lo de menos. Que otros 23 inmigrantes fueran devueltos a Marruecos
de forma ilegal, también. Que el director de la Guardia Civil y amigo del
presidente del Gobierno, Arsenio Fernández de Mesa, mintiera, no cuenta. La
culpa es de los inmigrantes por estar desesperados.
La culpa de la crisis es de los
ciudadanos, que han vivido “por encima de sus posibilidades”, de que haya
900.000 jóvenes emigrados es de su “espíritu aventurero”, de que haya seis
millones de desempleados de los obreros es “que se toman la prestación como
unas vacaciones pagadas” -¡que se jodan! -, de que se hayan incumplidos los
objetivos del déficit y que la deuda pública supere el PIB es de la “volatilidad de los mercados” y de
que se acuse al PP de financiación ilícita por jueces como De la Mata, es
porque antes de ser jueces fueron cargos socialistas. Ah, y si hay 1.700 cargos
del PP en investigación judicial es porque la sociedad “también es corrupta” y
ellos sólo son el “reflejo”, ya que, además “son casos aislados”.
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