Hubo una vez un clérigo que logró
la cuadratura del círculo. Eclesiástico, pero círculo: armonizar el sacerdocio
y la presidencia del Consejo de Administración de una caja de ahorros. En
realidad la “caja” era el negociete privado de unas coronillas y cuatro
palurdos que jugaban a ser empresarios con los ahorros de una ciudad mafiada,
provincia y alrededores.
-¿Hay que llegar a la cumbre?
-¿Allí hay
langostinos?
No, pero nos espera
Sandokan, los ladrillos y las burbujas.
Ego te absolvo.
Ególatra y dictador, el canónigo,
penitenciario y tal, se rodeó de pelotas y enchufados que alaban sin cesar su
inteligencia vaticana y su manejo de los dineros ajenos. Cada cargo designado a
dedo le garantizaba la fidelidad perruna de una familia en una ciudad de sacristías, y también perruna.
De perros.
A base de favores y loas se quedó
con todo. Era como un “corleone” con tonsura pero igual de padrino. Pensando en su vejez y en sus hermanas,
aficionadas como nadie al marisco fresco, se aseguró una buena tajada, entre
inciensos, para su retiro marisquero antes del gran crack o quiebra con estafa.
-
Es listo
don Miguel.
-
Se lo
lleva, pero lo bendice el Papa
-
¿Y a que
espera?
-
A que lo
hagan santo y a poner una marisquería en el cielo.
El “penitenciario” en la nube de
la Caja, llego a creer que era el rey Midas. Y daba, sin cesar, créditos a sus
amigos ladrilleros, sin importarle esa extravagancia de la “concentración de
riesgo”, el Banco de Spain y las burbujas que estallan.
Y estalló. Pero ya estaba a buen
recaudo con su magra auto jubilación, y todas las tenues responsabilidades que
se exigieron le pasaron por encima del capelo.
-
Don Miguel
que estás en los cielos.
-
La mano
del Señor le conduzca al santo langostino.
-
¿Tiene una
capa roja de cinco metros como Cañizares?
-
No, tiene
una “Fundación”, camaleónica, para hacer negocios con el alcalde pepero.
-
Que el
Señor los bendiga.
Sí, porque ahora se ha descubierto
que nueve años después de su retirada a las cigalas de invierno, con pensión,
banda y orquesta, que preside una empresa constructora, camuflada de “fundación”
y que la nécoras, las cigalas y las gambas van y vienen desde la alcaldía en
forma de convenios y contratos.
Bajo palio, dando bendiciones a
sus pelotas y haciendo abluciones con agua bendita, Don Miguel sigue mafiando a
esa ciudad de meapilas y enchufados con escapulario y gomina, mientras apestan
las cabezas de las gambas en los basureros oficiales.
Podridas.
!!!Buenísimo!!.Como todo lo que escríbes,es de un ingenio fabulóso.Me siento orgullosa de pertenecer a tu circulo de seguidores...Un saludo con mi admiración y mi cariño.
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