Primero fue el incendio super intencionado de
Doñana. Luego, en la pira anual de Galicia, el de Verín, más tarde el de Yeste
(Jaén), el de Castellón, la Sierra de Gredos… Más de cinco mil incendios por
encima de 2.016, que ya superó a los de 2.015.
España arde por los cuatros costados cada
verano. Y la degradante sombra de las especulaciones lo vuelve todo negro, como
su humo: urbanística, maderera, paso de narcotraficantes…
En este verano de “olas”, de calor, de corruptos, de desvergüenzas… se
le ha unido la “pertinaz” sequía. Los embalses están al 30 % de promedio, no
hay agua para el riego y la que bebemos es prácticamente lodo del fondo de los
pantanos.
Córdoba ha batido un record europeo: 29 días
seguidos con temperaturas máximas por encima de 40 grados (con el añadido de 17
días más por encima de 39). En junio se llegó a 45 grados y en julio a casi 48.
¡Y dicen Rajoy, su primo y Trump que no hay “cambio climático”!
Y luego están las “ascuas”. El Barrio de la
Barceloneta de Barcelona es la mayor concentración de macarras, borrachos y
drogatas del mundo. El turismo-juerga que nos invade. Las fiestas de San Fermín
es la mayor reunión de acosadores, violadores y maltratadores de género que se
pueda imaginar. El Casco Antiguo de San Sebastián es un meaero y vomitero
permanente. El parque de coches alquilados de Mallorca triplica el de
residentes. Las carreteras están colapsadas, como los teléfonos de asistencia
en carretera, hospitales y guardia urbana.
Los enfermeros, médicos o maestros de Ibiza
tienen que dormir en barracones, en la playa o viajar diariamente a Mallorca
porque el precio de los alojamientos duplica sus sueldos. En Málaga los “guiris” ocupan los chiringuitos
y los espetos de sardinas han duplicado su precio y bajado de cinco a cuatro
piezas.
Es la “gentifricación”. La burbuja turística de
un país de fuegos, brasas y sinvergüenzas. Una burbuja, que como la del
ladrillo, explotará. Y no beneficiará a los camareros y camareras que cobran 700
euros en jornadas de doce horas de las que solo cotizan por cuatro. Esto es a lo
que Rajoy llamaba, “equitativo” cuando se refería a su “revolucionaria” reforma
laboral o atraco colectivo de los derechos de trabajadores.
El país arde, y nadie escucha sus alaridos.
La incompetencia extrema corona los Salones del Poder, y un día se encenderán
para siempre los bosques, el asfalto y los partidos políticos.
Todos seremos ceniza.
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