sábado, 13 de agosto de 2016

Mamporrero'S




La línea de deriva presentada por Ciudadano’s  en su devenir político deja lugar a cualquier cosa menos a la sorpresa.

Este es un partido de diseño, fruto del pánico que sacudió a los poderes fácticos del país,  cuando la aparición estelar de Podemos movió los miedos atávicos de la derecha que, desde la sombra financiera, gobierna y mangonea en este conglomerado viejo, triste, corrupto y cansado que algunos llaman España.

Las empresas del IBEX-35, los parqués de la Bolsa y la Banca “liberal” -financiada y rescatada con dinero público- se fijaron en el aparente éxito de un niñato, “camisa blanca”, que en el Parlamento de Cataluña usaba una retórica extraída del “Hola” para hacer frente al emergente nacionalismo soberanista.

A pesar de que la “Operación Roca” fue en su día un clamoroso fracaso, repitieron esquemas y presentaron en la “feria taurina de Madrid” a un partido de señoritos, recién lavado y peinado y con aromas reticentes a joseantonianos y fuegos de campamento.

Con un PP lleno de corrupción, mentiras y fraude, desde la A a la Z, y con un PSOE en fase PASOK con sus viejos dirigentes convertidos en pura y simple caspa derechosa, los “Ciudadanos de los Bancos” dieron el pego y, revolucionarios ellos, anunciaron que se había acabado el bipartidismo.

En el experimento se incluía una aparente crítica a la corrupción e inutilidad de la derecha que defendían el “ABC”, “La Razón” y “El Mundo”, la descalificación “ad divinis” de Rajoy  y el bloqueo sistémico-sanitario de Podemos y las ideas de izquierda, bajo pretexto de defender la “unidad de España” y sus satélites,  afectados por la proclividad de permitir referéndums en las llamadas autonomías, tan antidemocráticos “per se”.

En muy poco tiempo, salvo en el éxito obtenido en el bloqueo institucional a Podemos, en vergonzosa alianza con el PSOE –o lo que queda de él- todo el falso esquema ideológico y argumental de estos Ciudadano’s ha quedado, -como era de esperar- en nada.

En la actualidad, Ciudadanos y su líder, Albert Rivera, con su cantado “sí” a la investidura corrupta del corrupto Rajoy del corrupto Partido Popular, son unos simples mamporreros o palafreneros del secuestro que el partido de Bárcenas, la Gurtel y la Púnica, vienen sometiendo a la democracia, la limpieza de espíritu y mente y la –ahora sí-  Ciudadanía Libre de este país o desgracia colectiva.

Es, en síntesis, una brutal y desinhibida “bajada de pantalones” o fin de la comedia. Ciudadano’s –o Mamporrero’s- y el PP son simple y dramáticamente lo mismo.

martes, 2 de agosto de 2016

Vivir, ver y sentir









“ Dolç és viure,
veure i sentir.”

(Pintada en la playa de Es Trenc)


Sobre un texto del poeta de Pollença, Miquel Costa i Llobera, alguien ha pintado en un viejo bunker de la playa mallorquina de Es Trenc esta real descripción del entorno. 

Mientras los políticos y la política fermentan la vida, pudren lo público y arruinan el pasado y el futuro, a los ciudadanos normales sólo nos queda el refugio de la naturaleza, el campo, los frutos o el mar. 

“Dulce es vivir, ver y sentir”. Y no hay más. No hay que dar la espalda al espectáculo terrorífico de esa marea de miseria y hambre que se encuentra golpeando los muros de Occidente. Ni a ese esperpento gregario de la clase política española. Tan inútil como corrupta. En medio de este desierto de la casta encorbatada de España, que juega a la perejila,  sólo nos queda lo que podamos vivir, ver y sentir. 

Sólo en esta reserva ética y estética se puede uno conformar con un atardecer rosado, mientras los cuerpos –muchos al desnudo- tocan al ser maravilloso que es el cercano, mientras el rey del universo –el sol- pone malva al horizonte y a los pinos. 

Con escepticismo, con descreimiento, solo nos vale la plenitud del mar, las montañas más bellas, la arena más resplandeciente. Esta es la única “salvación” posible. 

La amenaza de un nuevo gobierno de Rajoy sólo puede combatirse tomándose una cerveza helada o una ensalada de tomate con hierbabuena, poniendo los ojos por encima de las copas y yéndose al fondo de la memoria de niño con el sonido del mar. 

La mezquina realidad del PSOE, el de Sánchez y el de Felipe, solo se aleja de nosotros si nos damos un baño en la atardecida y lo ofrecemos  -y entendemos- como un acto de rebeldía. ¡Revolcaros en la inmundicia  neoliberal, que yo, con la piel aún mojada, me he pedido un rape a la plancha!

¡Meteros el país, vuestros partidos y el mundo por el culo, mientras la espuma del mar me humedece la cara  y la de la cerveza acaricia mi paladar!

¡Vivir, ver y sentir!

sábado, 9 de julio de 2016

Me gusta







Hace unos días, probablemente desde  el  desencanto,  publiqué  un post con un inventario de las cosas que “no me gustaban”.  Prontuario regido por una condición política y por el duro contraste que nos da la realidad de cada día.

Muchos amigos me han mostrado su adhesión al mismo y manifiestan que se identifican con mis “no me gusta”, pero también muchos se preguntan y me preguntan, escépticos, si a mí “me gusta algo”. Alguno me ha recomendado que me vaya a Laponia,  otros  al desierto de Gobi o  y otras que me muera, directamente,  si es que no me gusta su franquista mundo.

Como sería faltar a “mí” realidad, puesto que por delante y por detrás de la lucha política soy un vitalista, alguien que sobrevive precisamente por el gusto por la vida y por las pequeñas o grandes cosas, me permito pasar a hacer la relación en positivo. Las (muchas) cosas que me gustan.



Me gusta la literatura, la poesía, la música, el cine, el teatro, las mujeres y el sexo.

Me gusta el sol, las azoteas, el verano, el campo, el mar, dormir la siesta bajo una parra,  los pinos, los huertos, el cine de verano y el aceite de oliva.

Me gustan las playas tranquilas, sentarme en una tumbona a esperar a que el sol se ponga sobre el horizonte y en algunos casos (en Denia o en Mallorca) aplaudir por ello.

Me gustan las frutas, los melones, las sandias, los albaricoques, las cerezas, las peras, los melocotones, las ciruelas, los higos, las brevas, los caquis, las castañas asadas, los tomates con sal, el gazpacho y hasta dos cucharaditas de salmorejo.

Me gusta tomarme un medio de Moriles en una taberna vieja de Córdoba, me gusta Andalucía, Rafael Alberti, el Puerto de Santamaría; Moguer, Platero y Juan Ramón;  García Lorca, Cernuda, Machado, Góngora, el carnaval de Cádiz, Sevilla, Granada, la Alpujarra, el Cabo de Gata,  Isla Cristina, Mijas, Frigiliana…

Me gusta el sindicalismo y –a contracorriente- los sindicalistas, los hombres y mujeres “imprescindibles” de la lucha al estilo Beltort Brecht,  los hombres como mi paisano Virgilio Peña, fallecido a los 102 años, tras luchar noventa contra el fascismo.

Me gustan el Che Guevara, Durriti, Salvador Allende, Pepe Mujica y Julio Anguita. Me gustan las mujeres como Dolores Ibárruri, Federica Montseny, Clara Campoamor, Zenobia Camprubí o María Zambrano.

Me gusta Andalucía y el andalucismo. “El Ideal andaluz” y Blas Infante. Díaz del Moral y mis amigos Pepe Aumente y Antonio Manuel Rodríguez. El 4 de diciembre, el 28 de febrero, la nación y la identidad andaluza. “El Manifiesto de Córdoba” y el “Estatuto de Antequera”.

Me gusta el flamenco, algunos “flamencos”,  el cante por seguiriyas, soleás, malagueñas o peteneras;  Camarón, Enrique Morente, El Pele y Miguel Poveda.  Las guitarras de Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Vicente Amigo, Tomatito y Paco Peña. El baile de Joaquín Cortés, Sara Baras y Olga Pericet.

Me gusta  “un perol cordobés ” rodeado de amigos en el otoño , me gusta el “Irish Cofee” en una terraza junto al mar, me gusta la taberna de La Fuenseca, la plaza, la fuente y sentarme en el pilón a charlar con mis vecinos.

Me gustan playas como  Es Trench,  Dènia o Genoveses.  Me gustan o me gustaban el pub Bocacchio de Barcelona, “La Carbonería “ de Sevilla, “El Portón” y “El Mirador” de Córdoba, los de la calle Betis en Triana, los de Gràcia en Barcelona y el Maxi de Fuengirola

Me gustan mis maestros, compañeros y amigos  en la vida, literatura, sindicalismo y política: Rafael Balsera, Manuel Rubia, Julio Anguita y  Pepe Aumente

Me gusta Albert Camús y su obra,  Dostoyevski, García Márquez  y Proust.  Me gusta una lista interminable de poetas: Neruda, Benedetti, Celaya, Cernuda, Blas de Otero, León Felipe, Ángel González, Goytisolo, Gil de Biedma, Margarit, Brossa, Martí y Pol, Valery, Baudelaire, Maiakovski, Nicolás Guillén,  César Vallejo, Pedro Garfías, Juan Rejano, José Hierro y Miguel Hernández. Y mis amigos Ana Pérez Cañamares, Juana Castro, Francisco Carrasco y Antonio Frías.

Me gusta el teatro, desde el  griego clásico de “Medea” y “Edipo, Rey”  hasta el contemporáneo  de Brecht,  Becket, Ionesco o  Pirandelo  pasando por el de Shakespeare, Lope, Moliere, Dürrenmatt, Lorca, Sastre, Gala, Marlowe y Miller.

El cine “clásico”,  desde “Ciudadano Kane” o  “Noveccento” hasta “El Padrino”. Me gusta el cine de autor, tipo Fellini, Pasolini, Renoir o Visconti, pasando por  Tarantino, Taviani, Scorssese, Kurosawa,  Coen… el de autores raros como Wenders, Herzog o Fassbinder  o  el de autores super-raros como  como Petrovic o Kusturica, Fatih Akim o Kiorostami …

Me gusta el futbol, el baloncesto y el ciclismo. Soy el socio 48 del Córdoba CF, apasionado del Barça y llevo sesenta años siguiendo el Tour de Francia en las siestas de todos los veranos.

Me gustan algunas óperas como “Rigoletto”, “La Traviata” y“Madame Butteflay”. Me gusta algo la música de Bach, Mozart, Vivaldi y Albinoni. Algo más la de Beethoven, Stravinsky, Debussy, Falla o Rodrigo. La “Quinta” de Mahler, los Beatles, Los Rollings  y Omar Faruk.  Y casi todos los cantautores como  Silvio Rodríguez,  Pablo Milanés, Aute,  Serrat,  Sabina, Ruibal, Lluis Llach, Raimón, Amancio Prada, Clara Montes, Bumbury  y Silvia Pérez Cruz.

Me gustan las piscinas de aguas transparentes, mi gato Veletta, tomar el sol sobre la hierba, las Sierras de Cazorla -Segura y el pueblo de Segura de la Sierra, comer en “La Fuente” de  Zagrilla Alta y cuando la ocasión lo requiere y la economía lo permite en  “El Caballo Rojo” de Córdoba, pasearme por Priego o por Montoro y tomarme un espeto de sardinas, al mediodía,  en cualquier chiringuito de Los Boliches.

Me gusta el periodismo crítico, el literario, los blogs de Ignacio Escolar, Isaac Rosa, David Torres, David Bollero, Aníbal Malvar, Javier Gallego Crudo y Juan Diego Botto. La maestría suprema de Manuel Vicent, Vicente Verdú  y Maruja Torres.

Me gusta el desprendimiento y la infinita solidaridad humana de mi hermana María del Mar.

Me gusta la bondad y la capacidad de ilusión sin límites  de una “romanticona del Norte”.

Me gustan mis hijos, y, desde hace dos días mi nieto, Nahil.

¡Me gustas tú!

miércoles, 6 de julio de 2016

No me gusta





No me gusta la cabra de la legión. No me gusta la Legión ni los legionarios. No me gusta el bombo de Manolo.  No me gusta Belén Esteban. No me gusta “Sálvame”. No me gusta el toro de Osborne. Ni Bertín. No me gusta la televisión basura. Ni la basura de la televisión.

No me gusta Eduardo Inda. Ni Marhuenda. Ni el “El Mundo” ni sus lectores. Ni “La Razón” ni sus lectores y redactores. No me gusta “ABC” ni sus lectores, ni redactores, ni editores. No me gusta “Tele5”. Ni “Antena 3”. Ni “La 1 y la 2 del PP”. No me gusta la basura partidista televisada de los bancos.

No me gusta Bárcenas. No me gusta Rato. No me gusta Rita. No me gusta Camps. No me gusta Granados. No me gusta Esperanza, la marquesa. No me gusta  Pujol. No me gusta Chaves. No me gusta Griñán. No me gusta el 3%, ni la Gürtel, la Púnica, los ERES, ni la madre que los parió.

No me gusta Aznar ni su Botella. No me gusta Felipe, ni sus yates, ni sus puros, ni las cuentas de su parienta en Panamá. No me gusta el Borbón. No me gustan los Borbones. No me gustan los borrachos. No me gustan los corruptos. No me gustan las monarquías, ni matar elefantes, ni tener cuentas en Suiza, Andorra, Panamá y cualquier paraíso fiscal.

No me gusta Franco. No me gustan los franquistas de antes. No me gustan los franquistas de ahora. No me gusta el Valle de los Caídos. No me gustan los 170.000 mártires del fascismo enterrados en cunetas. No me gusta Fraga, ni sus tirantes ni el partido que fundó. No me gustan los que “condenan” enérgicamente el “terrorismo” y no condenan ni al franquismo ni a su genocidio.

No me gustan las políticas neoliberales. No me gustan los que recortan “gasto” social y derechos de todos y cobran para sí comisiones y sobresueldos. No me gustan los que hacen soportar al erario público los agujeros millonarios de los bancos y de los banqueros. No me gustan los que desahucian. No me gustan los banqueros. Ni los ladrones a punta de BOE.

No me gustan los ministros manipuladores, prevaricadores y hacedores de pucherazos. No me gustan los ministros que roban. No me gustan los ministros que mienten. No me gustan los ministros que mienten y roban y usan puertas giratorias.

No me gusta el folclorismo. No me gusta el papanatismo. No me gusta la Guardia Civil, ni los pasodobles, ni Manolo Escobar, ni su “Viva España” para molestar a catalanes y vascos ni los que lo cantan. Ni los curas, frailes,  monaguillos ni la Iglesia institución. Ni los Obispos ultramontanos y su complicidad con el franquismo y cualquier forma de poder.  Ni la pederastia ni los que la ocultan, toleran o disculpan. Ni la violencia de género ni los que no hacen nada por impedirla. Ni la “capa” del cardenal –aunque ya esté “capado”- . No me gusta el maltrato animal. No me gusta el “Toro de la Vega” ni la “cabra arrojada desde el campanario”, ni los “bous al carrer”, ni las peleas de gallos.

No me gusta la Andalucía de 37 años de falso “progreso” del PSOE. No me gustan las “andalucistas por oportunismo”. No me gustan las demagogas. No me gusta Susana. No me gusta vivir en la región con más paro y más pobres de Europa. No me gusta el “centralismo sevillano”. No me gustan los estómagos agradecidos. No me gusta el servilismo político en los medios de comunicación.  No me gusta “Canal Sur”.


No me gustan los que meten la mano en la hucha de las pensiones. No me gustan los que mantienen al 50 % de los parados sin prestación alguna. No me gustan los contratos basura. No me gusta los casi dos millones de jóvenes exiliados a la fuerza. No me gustan los corruptos. No me gustan los ladrones. No me gusta el PP. No me gusta Rajoy. 

sábado, 2 de julio de 2016

Esperpaña


Esperpaña

 
 
 
 
 
 
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esperpaña

Érase un país sumido en la mayor de las miserias: económica, política, intelectual,  física y personal. 

Durante mucho tiempo había estado gobernado por un asesino general de metro y medio, vomitado por la peste de los tiempos, que llenó los  cementerios, cunetas y paredones de muertos del pueblo vivo, mientras una ola de sotanas, crucifijos, rosarios e inciensos doblegaban culturas y conciencias.
Su alargada sombra se prolongó en el tiempo y en las mentes. Setenta años después aún olía. A cutrez, mezquindad y latrocinio.

A la muerte del dictador se confabularon sus sucesores para pergeñar la más importante de las mentiras que jalonaron todo el tiempo posterior. Le llamaron “transición”.

Una testa coronada, nombrada por el dedo sangriento del asesino, mujeriego, borracho y corrupto, se puso de acuerdo con las llamadas “fuerzas políticas” y revistieron la impunidad de una guerra civil y un genocidio como el acceso a una falsa felicidad que llamaron “democracia”.

En realidad era sólo una apariencia y el soporte perfecto para crear una infraestructura desde la que robar a manos llenas: al Estado, al Pueblo, a la Hacienda Pública, a las Autonomías, a los Ayuntamientos, a la Ciudadanía, a las Obras Públicas y al Sunsum Corda.

El “coronas” robó más que nadie y diseminó su fortuna en las Suizas, Panamás e Islas Vírgenes oportunas para, aparte de matar elefantes y osos borrachos, practicar el que sería “deporte nacional”: eludir o evadir impuestos.

Todos los demás del Poder le imitaron. Crearon y financiaron partidos ilegalmente, se lucraron con comisiones y subvenciones, con contratos de obras que crecían exponencialmente, con concesiones administrativas y sobres rellenos del sudor hurtado a los humildes,  mientras los pagafantas recortaban hospitales, escuelas, universidades, derechos, pensiones, medicamentos, becas…

Cada cuatro años hacían un paripé, tan corrupto y tan trucado como ellos mismos, y le llamaban “elecciones”.

Vacua operación donde tomaban el tiempo y el pelo a los ingenuos a los que previamente aterrorizaban con infinitos males y tragedia que acaecerían al país o pesebre si ellos no gobernaban,  desde sus cuevas de Alí Babá, Bancos rescatados en loor de millones y empresarios de la pocilga,

Y el Pueblo, que algún momento de su historia había gritado: ¡Vivan las caenas! Votaba ocasión tras ocasión, a las “caenas”, los carceleros y a escoria con corbata.

Era un “pueblo” especial.  Entontecido por la religión, la basura de la basura de televisión basura se disfrazaba de esperpento para animar, por ejemplo, a su selección de peloteros del balón de una forma significativa: de toreros con montera y patillas, de obispos pre preconciliares, con tricornios de guardia civil, de bandoleros…

Aunque fueran a distancia daban auténtica vergüenza, ajena y propia, si “aquello” era el exponente exportable de la “marca”.

Ya lo dijo un dramaturgo de época:

“Nuestra tragedia no es una tragedia”. La tragedia es un género demasiado noble  para el país de  la época . “Esperpaña es una deformación grotesca de la civilización europea”. Por  ello el sentido trágico de la vida sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.”

Y así, vivían, deformados y esperpénticamente trasnochados, miserables y corruptos.

“Y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde.”

lunes, 27 de junio de 2016

Informacion a mis amigos de las redes sociales y a los lectores de mi blog







Tengo  68 años. Mis padres eran republicanos vencidos y en mi infancia comí cáscaras de patata, cardos guisados y vinagreras. Con pantalón corto me afilie a las Juventudes de un partido obrero. 

Repartí octavillas, hice pintadas, me llené las manos y los brazos de tinta de la vietnamina, asistí a miles de reuniones. Todo ello en la clandestinidad y jugándome treinta años de estancia en el “Hotel Sol”.  Me hice sindicalista. Recorrí los polígonos industriales con un megáfono al hombro convocando asambleas y huelgas. Negocié convenios colectivos. Salimos a la legalidad. Fui concejal de mi ciudad. Me tuve que enfrentar –antes que nadie- a los “herminios y rosas” de mi propio partido. 

Me estigmatizaron, me bloquearon, personal y profesionalmente. Aunque tenía trabajo, hice oposiciones a una empresa municipal. Las gané. Revisaron mi expediente con lupa y, ¡qué casualidad!, un médico contratado encontró que tenía un problema en la región lumbosacra de mi columna vertebral que podría, sólo podría, ser invalidante para el trabajo que iba a hacer. Que no lo fue en la empresa en la que ya trabajaba por treinta años más. Luego el tiempo habló por cada uno. 

Escribo todo esto porque quiero informaros que me corto la coleta. Estoy casi calvo, pero me la corto.

He vivido decenas de noches electorales amargas. Casi todas. Sólo las de las elecciones municipales de 1979 y 1983 las pude vivir con alegría. La de anoche fue el remate. 

Ser víctima, una vez más, del miedo irracional, de la descalificación sistémica, del insulto en mítines y medios informativos condujo a lo que condujo, a que estemos “parlamentariamente” igual pero con… un millón de votos menos. 

Si hubiéramos tenido sólo ese millón de votos en nuestro recuento, tendríamos veinte diputados más y el sorpasso sería un hecho. 

En los últimos tiempos hemos sido víctimas de dos espejismos. Viví con entusiasmo y esperanza el 15-M, pero no ha tenido el arraigo y la fuerza necesaria para enfrentarse al establishment . Quizás en la maduración, ejerciendo como sabemos y podemos la oposición venga el éxito. He creído, en exceso, en el poder social y transformador de las redes sociales. Son mayoritariamente usadas y visitadas por personas progresistas y de izquierda  y nos impiden ver la realidad.

La realidad son esos ancianos, esas personas enfermas, conducidas con un sobre cerrado ante las urnas electorales.  Esos votantes temerosos de perder la miseria del PER o la no menos miserable pensión si los “rojos”, con coleta o sin ella, llegan al poder, según les dicen en media docena de periódicos o veinte televisiones basura. 

Anoche pensaba en clausurar mis cuentas en Facebook, Twitter, Link, Instagran… después de  una noche en blanco no lo voy a hacer.  Voy a reducir drásticamente mi participación, pero no lo voy a hacer. Sólo por un morbo de tipo sadomasoquista.

Quiero ver como “forman gobierno”. Cómo algunos se inclinan ante la derecha alegando “razones de Estado”, absteniéndose o formando “grandes coaliciones”. Como afrontan el 105 % de deuda frente al PIB, como recortan los 8.000 millones que les va a exigir Bruselas, más los 2.000 de multa. Ver qué pasa nuevamente con la sanidad, la enseñanza, los dependientes, las prestaciones a los parados, las pensiones, qué hacen cuando paguen la extra de Navidad acudiendo al Fondo de Reserva de la Seguridad Social y comprueben que sólo les queda para otra paga extraordinaria.  Quiero ver como nombran de nuevo a un nazi conspirador y autor de falsos expedientes como Ministro de Interior. Y a todos los demás. 

Desde el morbo, no dejan de ser todo un espectáculo. 

Vivo de una corta pensión y en un piso de alquiler, pero apenas consumo. No tengo vicios, no fumo, no bebo y empleo mis ocios, sin mayores necesidades, leyendo o jugando al ajedrez delante de un ordenador . Sólo me preocupan mis hijos.

Pero quiero ver a ese votante del PP de la mano del concejal “acarreaor” o de la monjita devota de derechas cuando le recorten la pensión. O a ese obrero de derechas que vota “la seguridad que da el PP, o el PSOE, que viene a ser igual” cuando le impongan los diez o quince euros del “acto médico”. O le aumente los copagos. Eso sí que debiera darles miedo. Por una razón, porque es posible. Lo de que vienen los “extremistas” no deja de ser una patraña. 

Me impongo un tiempo de silencio durante unos meses. No absoluto, pero por un profundo desgarro casi no voy a participar. Voy a dedicar mis páginas a la literatura, el cine y a observar, a ver como este sistema criminal se disuelve en su propia ilógica.

¡Un abrazo a todos!

lunes, 20 de junio de 2016

Romance de Susanita de los Eres





Una dalia cuidaba Sevilla,
una moza nacida en Triana,
que ataviada de peina y mantilla
parecía la reina Susana.

Desde Camas de su vaquería
llegó un vaquero fumando un puro
que a Susana besó en la mejilla
pues ambos son del PSOE duro.

Un idilio de cargos empezó a sonreir.
mientras cantan en tono menor
por la orillita del Guadalquivir.

“Susana la Fontanera
no te vayas de Sevilla.
Que en cardo trocar te puede
el color de tus mejillas.
Que quieras o que no quieras,
Pedrito ya la ha cagaó
y pasar de Despeñaperros
puede ser muy arriesgao.
Cacique de Andalucía,
fontanera de los ERES,
que puede ser que algún día,
trepar te cueste la vida:
Susana la de los ERES. “
.
Una tarde de la primavera
Susanita cambió de raso
y hasta el Guerra que estaba a su vera
fué y le dijo : ¡Vaya sorpasso!

Y lo mismo que una lamparita
se fué apagando la fontanera
y las Rosas que había en su partido
se le quedaron en la otra acera.

Y Susana quedó
atrapada por su decir
y ni en Ferraz ni en Triana
hacen caso:
es víctima del sorpasso.

"Susanita de los ERES
trepaora sevillana,
se te han ido toos los trenes
de la noche a la mañana.
De cargos son tus heridas
de urnas tu desengaño,
al verte pa vestir santos
al cumplir cuarenta años.
¡Que golpe te has dao en el suelo
sin Felipe que tú heredes.
España no tiene duelo
y el Inda ya sin consuelo:
Susanita de los ERES!"