sábado, 27 de febrero de 2016

La prostitución de Andalucía y el andalucismo






“La mejor forma de resolver un problema es investigar sus causas y sus interrelaciones con los otros problemas. Y así, con la intachable y eterna voluntad andaluza de belleza a la que agrega la actualizada aspiración a un compartido bienestar, el Congreso de Cultura podría ofrecer a nuestro pueblo, es decir, podrá ofrecernos, su primitiva imagen, eliminando los infames retoques y la propuesta de unas conclusiones que este pueblo, nosotros, pueda asimilar como propias para cumplir su porvenir, de acuerdo con su historia. Porque la historia no es simétrica, pero en ella, de una manera sutil, coinciden siempre memoria y profecía. Vivamos pues, a partir de este instante, una hora de esperanzas y recuperaciones; no de iras y de pérdidas. Una hora de corregir lo que otros no supieron ni quisieron hacer. Una hora de exigir de cada uno, rotunda y solidariamente, bajo juramento, erigirse cada uno en responsable de su conciencia, de su casa, de su oficio, de su trozo de acera, de su trozo de la ciudad en que vive, de su trozo de Andalucía. Quienes quieran lo mejor para su patria conózcanla antes a fondo porque es el conocimiento quien engendra el amor y el amor quien multiplica y perfila el conocimiento. Eso es lo que aspira a demostrar este Congreso. Y naciendo en el sitio en que nace, en este reducto tantas veces sagrado y venerable y materializador de cultura, no es posible que fracase. Para fortificar tal seguridad, yo pido por amor, sólo por amor, que es una obligación devota, que es un trabajo liviano, que es un jocundo esfuerzo, yo pido la apasionada colaboración de todos, que para todos hay tarea en la larga marcha que hoy iniciamos hacia la Andalucía de la provisión. Hermanos andaluces, para que desde ahora podamos serlo con más orgullo, con más seguridad, con más ilusión, con más gozo que nunca, ¡viva Andalucía viva!”


Las palabras que anteceden son la parte final del discurso que Antonio Gala, un andaluz cabal,  pronunció el 2 de abril de 1978 en la apertura del Congreso de Cultura Andaluza celebrado en Córdoba.

La realidad posterior a esto es que Andalucía ha vivido dos momentos de gloria de su identidad como pueblo, el cuatro de diciembre de 1977 y el veintiocho de febrero de 1980, a todos los demás momentos se les puede catalogar de “luctuosos”.

La luctuosidad deriva de que el centralismo patriotero hispano, el economicismo impuesto, la corrupción, las ambiciones de poder, el clientelismo, el sucursalismo borreguil de los partidos más votados, han vuelto a secuestrar la identidad andaluza y a los andaluces y nos venden, desde sus sospechosas tribunas, institucionales y mediáticas,  un discurso hueco, falso, oportunista y demagógico.

No creen en Andalucía los que cada final de febrero se envuelven en su bandera, se refugian y protegen con ella de sus abundantes desafueros y corruptelas, los que han hecho posible la mayor  tasa de desempleo de Europa, los que amparan –y defiende- la infame estructura de la propiedad agraria, los que nombran “hijos o hijas de honor” a los máximos exponentes del latifundismo, los que maltratan nuestra forma de hablar, los que amparan los privilegios exagerados y milenarios de la Iglesia en nuestra tierra, los que usan y abusan del tópico y la pandereta.

¿Dónde está el orgullo andaluz que reclamaba Gala? No por ventura puede estar en esos representantes que se sienten antes subordinados a sus corruptos partidos que a la realidad, dignidad y problemas de Andalucía.


¡Viva Andalucía Libre! Pero libre, antes que nada, de esa lacra de sectarios, doblegados y ruines políticos que con impostura y desvergüenza se dice que son nuestros “representantes”. 

miércoles, 24 de febrero de 2016

La borracha que susurraba a los senadores




Es probable que tras los visillos, la gente estuviera revisando sus pertenencias, antes del vermut del mediodía, pero aquella trama, aquella camada de recontadores de billetes, se había apropiado hasta del Miguelete.


Aquella voz de aguardiente, 25 años “mártir” de la ciudad y el cargo, se estaba comiendo una “bolsa de rosquilletas”, ensayando lo que tendría que decir –presuntamente- ante el Tribunal Supremo.

-          A ver, “investigada”, ¿qué sabe usted de naranjas?
-          Por sacos.
-          ¿Y de bolsos de Vuittón?
-          No vivo de cutrerías.
-          ¿Y qué es la enfiteusis?
-          Que responda Paco, que siempre lo hace por mí.

En las cafeterías se veían cachorras de facha con minifalda, aprendizas de una forma rabiosa de vivir. De beber. O de robar. Alguna querría ser como ella: la mejor. Según los capos y capas de la “organización”.

De orientaciones –salvo en el beber- indefinidas, todo apuntaba a que “la habían pillado con el carrito del helao”. Ni siquiera se podría decir que fuera “de derechas”, era de la “cosa nostra”, del trinque organizado, de los yogures sexuales y siempre, siempre, del “escocés”. El whisky.

-         ¿Te gusta?
-          Es ideal con el caloret
-          ¿El ron o el bolso?
-          Me he pasado algo con las hombreras.
-          Es que eres muy hombruna, hija. 
-         
-        
-          .
En las plazas, en las fuentes, en el puerto, se oía el rumor del pueblo: “El pueblo robado, está muy peperado”. Cerraba las ventanas y los visillos y se dedicaba a lo suyo: el coñac. Estaba muy atareada, en cuarenta días no había ido al cargo público por el que cobraba 4.000 del ala al mes., pero los lacayos (los suyos) decían que era “impecable” e “Intachable”.

Dormía las siestas en el escaño, mientras los efluvios de ginebra atufaban a las señorías más cercanas. Todo un susurro. O una terapia de grupo para chorizos/as.  El hampa de las instituciones adoraba a esta señora tan basturrona, que les sacaba las castañas del fuego de la financiación por el módico precio de mirar para otra parte cuando se pegaba esas comilonas a costa del erario público o dormía la mona donde reside la soberanía popular.


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Aquella voz de minero a las cinco de la mañana, aquella presencia empaquetada, aquel trasunto de la feminidad del pleistoceno, aquel vino de Oporto, aquella “agua de Valencia”, iba camino del desaforamiento, de la trena de Picasent o de la melancolía de los paseos en Fórmula Uno. Era, en fin, la Bella Durmiente del Escaño. La que susurraba a los senadores, sumergida en alcohol de quemar.
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domingo, 21 de febrero de 2016

¡Andaluces, levantaos!





Un partido político que lleva 39 años gobernando en Andalucía, lo mismo que si estuviera gobernando en la Rioja, pongamos por caso, se ha despertado este febrero con una indigestión de “andalucismo”.

Nuestra comunidad es la primera región, dentro de las 28 naciones de la fracasada Europa,  en índices de desempleo, se han arruinado y deslocalizado todas sus industrias, la pobreza “técnica” supera el cincuenta por ciento de la población, la eficacia de la enseñanza y de la prestación sanitaria está a la cola de la cola y únicamente vivimos del turismo y la pandereta.

Pues el partido que sempiternamente nos gobierna está muy autosatisfecho y en un atracón onírico dice que su actuación es “sinónimo de conquistas sociales y progreso”. También dicen que su partido “es un valor para el futuro andaluz”.

En la proximidad del 28 de febrero han hecho lo que su presidenta: “envolverse en la verdiblanca”, poner un hashtags en la redes sociales que se llama “#YoConAndalucía” y todos tan contentos. Hasta febrero del año que viene.

Si, hasta el febrero que viene porque cuando pase, todos serán más centralistas, “nacionalistas de Madrid” y patriotas unionistas que nadie.  Qué a folclóricos, verbeneros y patrioteros no hay quien nos gane.

Alguien, un regeneracionista, dijo: “Siete cerrojos a la tumba del Cid”. Aquí los cerrojos se los ponen al sentimiento andaluz y andalucista de marzo a enero. En febrero se les llena la boca de Andalucía, de “pertenencia al proyecto de todos” y otros zarandajas de gabinete.

El gobierno de Andalucía y sus gobernantes están o han sido acusados de “distraer” cientos de millones en ERES vergonzantes, de dilapidar otros cientos de ellos –de millones- en imaginarios e improductivos cursos de formación, y, todos ellos con la excusa y coartada de que eran destinados a atajar su mayor problema social: el desempleo.  Han creado una administración paralela con miles de cargos nombrados a dedo, con el único requisito de llevar el carnet –el del partido- en la boca, y están encantados de haberse conocido.

Y encima presumen y cantan el himno con los cincos dedos de una mano abierta cuando debería prohibírsele utilizar sus sagrados símbolos en vano, hasta que restituyan, física y políticamente, todo lo que nos han robado.

El tiempo nos condena siempre, y a todos los “salvaores” acaba enterrándolos en el fracaso.


¡Andaluces, levantaos!

martes, 16 de febrero de 2016

El esperpento llevado al límite




Valle-Inclán pudo ver una España deformada: la realidad a través de un espejo cóncavo. Un país de toreros con cara de bandoleros, aristócratas ripiosos, jugadores de naipes, sacristanes, matarifes y chulos de bodega o alcoba real.

No era deformidad. Sus esperpentos eran un reflejo del tocino rancio que era la sociedad que se mostraba ante sus ojos.

En el momento actual sólo ha cambiado el decorado. Pero los mismos ejemplares se pasean por los juzgados, los ministerios, las direcciones de los medios informativos y las presidencias. De cualquier cosa, cualquier presidente de algo tiene altas probabilidades de ser un malandrín de mucho cuidado. 

El presidente de una cadena de franquicias dentales te puede robar hasta el apellido. Y la presidenta de una comunidad autonómica puede ser la “jefa” de una infinita trama de robo, extorsión y crimen organizado.

Hoy los rufianes y rufianas no llevan gruesas patillas sino que administran cuentas en B, se reparten sobres de sobresueldos cuando a medio país se les recorta o desahucia. Y regalan bolsas de naranjas de 25 kilos, sólo a los “suyos”.

En tiempos de Valle la derecha se movía entre las alcobas ocultas y el humo de los altares, entre sacristías y espadones de militares aburridos. Ahora no, ahora te montan redes de caciques, cobradores de comisiones sin cuento o te modifican leyes como la Ley Hipotecaria que hace a la Santa Iglesia pegar el pelotazo de los dos milenios: Más de cien mil propiedades inmatriculadas del tirón.

La oligarquía, que antes la formaban veinte familias de la nobleza, tres cardenales y un follagallinas en forma de reina lujuriosa está compuesta ahora por las direcciones de dos partidos políticos, los “bi”, que usan el “sentido de estado” como si fuera el agua de colonia.

Nuestro país, antes y ahora, era lo que es: un detritus de sociedad civilizada donde han imperado los mangantes, los caciques, los “miembros numerarios” de no se sabe que Obra o los falsantes con chaqueta de pana.

Hoy es un país de ilustres forajidos que sientan sus miserables culos en Consejos de Ministros o en los bancos al sol de Alcalá-Meco. Pero son los mismos.

Alguien tendrá que ir a la cárcel. Alguien tendrá que dimitir de verdad. O alguna guillotina deberá cortar alguna cabeza, pero el “esperpento” lo tenemos encima.


No lo tiene que pintar Goya. Basta con ver algunas tertulias televisivas. Esperpento puro. 

domingo, 14 de febrero de 2016

Homenaje a Rafael Balsera en el octavo aniversario de su muerte




El 14 de febrero de 2008 fallecía en Córdoba, Rafael Balsera Del Pino. Escritor, dramaturgo, maestro vocacional y eterno, Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio. Mi amigo y mi maestro.
Tres años después yo escribía lo que sigue en pálido homenaje a su memoria. Hoy, un lustro después, creo que el reproducir este escrito es un mínimo tributo a su espléndida ejecutoria personal, humana e intelectual.


"El 14 de febrero se cumple el tercer aniversario de la muerte en Córdoba de Rafael Balsera del Pino, dramaturgo, escritor y sobre todo, maestro, actividad por la que recibió en 1980 la Cruz de Alfonso X El Sabio.

Conocí a Rafael Balsera (don Rafael, le llamamos siempre todos sus alumnos) en julio de 1960 en una colonia escolar en Isla Cristina (Huelva). Ejercía de maestro hasta en vacaciones y se responsabilizó de un grupo de escolares cordobeses, medio harapientos y mal nutridos, a los que ilusionaba conocer el mar.  En 1960 yo era un niño frágil y, según sus propias palabras en una entrevista que le hizo la prensa local muchos años mas tarde, hipersensible.

La dirección de la Colonia programó una visita al monasterio de La Rábida.  En la primera hora de visita ya estábamos aburridos de los frescos truculentos de Vázquez Díaz y del horroroso monumento a Colón de la Punta del Sebo. En esta situación, me atreví a preguntarle “si quedaba muy lejos Moguer”. Un poco sorprendido me preguntó el motivo y le dije que me hubiera gustado conocer el pueblo natal de Juan Ramón y su reciente tumba.

Balsera, nos propuso a Martínez Sanchiz, un maestro republicano de Cáceres, y a mí, (tenía doce años) que fuéramos a Moguer haciendo auto-stop. Ni lo dudamos. Recorrimos el camino hasta Moguer en tres medios de transporte: a lomos de una reata de burros cargados de sandias, en la caja de un camión y en la cabina de un tractor.

Balsera, más allá de aquella colonia escolar, se convirtió en mi maestro. Cuando don Rafael ejercía como profesor de la Escuela Unitaria de la calle Montero, le propusieron, abrir, tras la actividad docente de cada día, otra nocturna para alumnos incorporados prematuramente a la actividad laboral, y  acudí cada noche a aquellas clases magistrales, donde Balsera nos trasmitió a todos su amor a la cultura clásica, a la música, al teatro… y, como no, su agnosticismo y antifranquismo militante. Algo muy peligroso en los años sesenta.

Balsera encauzó mis lecturas y mi desastrada forma de escribir. Puso en mis manos obras de Camús, Sartre, Gidé, Voltaire- el se definía como volteriano-, Valery, Proust … y se equivocó conmigo creyendo que algún día podía haber llegado a comprender y prolongar su inmensa obra. Con menos de catorce años leí su Ágora Silenciosa –en realidad “silenciada”, ya que la prohibió la censura franquista-, su Fondos de la Ironía, La misa de Andrés Bruma, Madrugada de las dos orillas, Tiempo de desaliento… y aquella inmensa calidad conceptual y literaria me desbordó. Mi prematura dedicación a la actividad política me apartó de la visión idealizada que Balsera concibió para mí y de aquella disciplina con la que mi maestro me hacía rehacer una y otra vez  mis escritos, para que dijeran lo mismo con la mitad del texto.

Muchos años más tarde, cuando gracias al empeño de personas como el profesor Roso, Balsera consiguió que se representara su obra maestra, Ágora Silenciosa, fue objeto de una entrevista en la prensa local, y a ser preguntado por la coincidencia de haber sido en distintas épocas de su vida maestro o compañero de políticos como Julio Anguita, Herminio Trigo o yo mismo, con su fino y permanente sentido del humor, se declaró “inocente” de esta circunstancia, añadiendo que en mi caso “no me había enseñado a mojar la pluma en zumo de limón, sino en tinta”.

A pesar de que Balsera, le manifestara a su también alumno Eloy Luque, después de la representación del Ágora “que no le perdonaría nunca que a partir de aquí no se iniciara su proceso de canonización”, yo quiero iniciar, aquí y ahora, ese proceso. Civil, por supuesto.

Cuando uno tiene la suerte de encontrar en su camino esa conjunción de inteligencia, exquisitez, lucidez, sentido del humor y espíritu crítico y autocrítico, no puede por menos que agradecer a su protagonista, y a la vida misma, esa decisiva corrección en nuestra menesterosa existencia.

Rafael Balsera, don Rafael, más allá de cualquier mes de febrero, siempre estará vivo en el corazón y la mente de los que siempre seremos sus alumnos."




viernes, 12 de febrero de 2016

El gobierno de los panolis y las berenjenas



En un país nada imaginario, en un solo día, cualquiera,  de una semana cualquiera, pueden ocurrir –juntas- todas estas cosas.

Por la mañana, un ex presidente autonómico declara ante la máxima Magistratura del país, con toda impunidad, que su multimillonaria fortuna se debe a la herencia de su padre, tan imaginaria como nunca declarada.

Casi a la misma hora, otro ex presidente autonómico, tras casi nueve años de lenta instrucción, reconoce que ha podido cometer delitos en el empleo de fondos públicos para enriquecer a un miembro de una casa real, tras acordarlo mientras jugaban una partida de pádel.

Una emblemática alcaldesa de una ciudad, foco sempiterno de corrupciones, expolios y robos de lo “publico”, es declarada miembro suplente de una inútil cámara parlamentaria, refugio de dinosaurios y cocodrilos de la actividad política, para eludir la muy probable comparecencia ante un tribunal juzgador de sus millonarias tropelías.

Por la tarde, un cuerpo armado efectúa el tercer registro en dos semanas en la sede regional del partido que ha gobernado y gobierna en funciones a esa desgracia de país.  Se trata de comprobar la financiación ilícita y la concurrencia en doppinng a las elecciones de una castiza presidenta regional, ligera con el automóvil y con los dineros de todos.

El presidente en funciones del país, un acrisolado panoli, de cómico braceo al caminar, responde ante los periodistas que no se verá en nada mermado por el enésimo –ad infinitum- caso de corrupción del partido que panolimente preside.

Mientras tanto la prensa bancaria o caverna de Alí Babá del mentado y desgraciado país hacía editoriales, titulares y cabeceras del caso de dos titiriteros que ante treinta niños de barrio, hacían en su ficción, desplegar a una muy imaginaria bruja una pancarta, calificada de “exaltación del terrorismo” por los muy preclaros magistrados de ella (la desgracia). Esta era el principal problema de esa berenjena de país.

El juez y la fiscal de la “desgracia” (país) dejaban en libertad tras cinco noches en prisión incondicional y sin fianza a los titiriteros, con obligación diaria de comparecer en una comisaría y retirada del pasaporte.

Los dos ex presidentes autonómicos, la alcaldesa y el panoli están en absoluta libertad sin cargos, con su pasaporte disponible para destruir todas las pruebas que hagan falta y la noticia de sus desalmados actos relegadas al fondo de las peores páginas del saco de mentiras de sus medios desinformativos. 

Toda mi filosofía se reduce a que esta crueldad de la manipulación de la vida real de la ciudadanía, la imbecilidad humana y los zarpazos del papanatismo no me ciegen hasta el punto de ignorar que este es el momento en que gobiernan las berenjenas. Quiero decir la cleptocracia. Quiero decir los ladrones.


martes, 9 de febrero de 2016

De títeres y guerras civiles





“Bien amado San Simeón
quien para poder servir mejor al señor,
hizo un títere de él mismo para ridiculizar al pecado
y ayudarnos a ser fuertes en virtud.”

La jauría mediática y sus amos del Ibex y la Banca hace tiempo que declararon la “guerra civil” contra el gobierno de la ciudad de Madrid y en particular a su alcaldesa, Manuela Carmena, que para ellos simboliza el rojerío que puede gobernar el país contra sus “sagrados” derechos de especulación y latrocinio impunes.

Estos perros amaestrados de la editorial y la pluma alquilada han hecho circular y magnificado una falsedad con la que se vienen lucrando políticamente desde hace lustros. Es la veta y mena ideal para tapar sus infinitas corrupciones: ETA.  Todo lo que es contrario a sus bastardos intereses es ETA o toca la vena sensible del “padecimiento” de las “víctimas”. Hay trescientas mil víctimas mal enterradas en cunetas que no les mueven lo más mínimo, pero ahora se han buscado la habitual fiscalía afín, un juez franquista, ex policía “duro” –en sus tiempos comisariales desapareció “El Nani” y su cadáver-  han ido tras los autores de una desafortunada obra de teatro de guiñol y han creado, desde la nada, un caso de terrorismo, a la vieja usanza, lo que ha motivado una  injustificable prisión incondicional para  dos detenidos.

Los grandes estafadores, de los Pujol a Rato, Bárcenas o Blesa, libres para huir o destruir pruebas, mientras encierran sin fianza a dos marionetistas.  Este es un país de marionetas. De Valle-Inclán y sus esperpentos. Se llamen Mariano o Barberá, Felipe y sus puros o Aznar o sus hijos buitres.

Todos somos ETA. Todos somos títeres. Todos somos corruptos (o cómplices).  A todos nos puede pegar un tiro Jiménez-Losantos, que no habrá un fiscal diligente ni un juez fascista que lo juzgue o encarcele.

En estas llega una tal Susana, que ejerce de “bien pagá” en un cortijo andaluz y dice que Carmena, la pobre, “tiene que hacérselo mirar”. Ella, “miembra” de un gabinete-gobierno con dos expresidentes y cincuenta altos cargos imputados en robarle el dinero a los muchos parados de Andalucía, no.

En este país o cortijo para ladrones no existe la libertad de expresión sino para humanoides como Losantos o borrachos de las tertulias, tipo Miguel Ángel Rodríguez, todos los demás al trullo, donde esperan los ejercientes del derecho de huelga o los que roban gallinas para matar el hambre.

A Carmena, como “mal ejemplo” al que se puede imitar le han declarado la guerra. Desde el vomitivo “ABC” hasta el esquizoide “La Razón”, pasando por doña Susana la Trianera. Este es su 18 de julio.  De aquí hasta que “cautivo y desarmado el ejército rojo”,  las triunfales huestes de Rajoy-Rita-Cifuentes y el bipartidismo cutre de los partidos podridos llegue a su triunfal primero de abril.

San Simeón, patrón del titiritaje, ruega por nosotros.