jueves, 27 de febrero de 2014

Poema de Mariano y Arturo


 
La luna gira en el cielo

 sobre payeses sin agua

 mientras en Madrid se siembra

 y no se vendimia nada.

 Por encima de los techos

 nervios de metal sonaban.

 Aire rizado venía

 de la nación catalana.

 La tierra se ofrece llena

 de heridas cicatrizadas,

 desmanes de castellanos,

 cauterios de luces blancas.

 

 

 

 Mariano está soñando

 una  crisis superada

 al son que dicta la Merkel

 y la troika conspirada.

 Sus recortes duros son

 agudo norte de fachas

 pide esfuerzos a los pobres

 y granizada a la banca.

 Mariano  está cantando

 que la crisis ya no es nada

 alrededor del PP

 y seis millones de almas.

 Arturo, delgado y seco,

 desde el Ebro  lo miraba,

 llenas las arcas de espuma

 y oscilaciones el Barça.

 Su trote pontevedrés,

 estirpe de puro facha

 con la Cospe entre los dientes

 de flecha recién clavada.

 Arturo estaba mirando

 la luna redonda y baja,

 y vio al final la consulta

al trote legalizada.

 

 

 

 

 Arturo a las tres y media

 se tendió sobre la cama.

 Cataluña le pesaba

 con ojos llenos de alas.

 La luz, maciza, sepulta

 pueblos en la arena parda,

 y Esquerra sumando votos

 en barretinas doradas.

 Siempre nación oprimida

 brota silencio en las jarras.

 En el musgo del Montseny

 la independencia gritaba.

 Arturo gime la estela,

 la estela de la estelada.

 Yedra del escalofrío

 la consulta sentenciada.

 

 Mariano entró furioso,

 rabia española y de facha

 color de sobre cobrado

 y de donación lejana.

 Arturo, ¡déjame en paz

 con tu consulta cerrada!

 Mis hilos de sangre tejen

 peperos de dura entraña.

  Déjame tranquilo, noy.

 Son tus votos en mi espalda

 avispas y roucocillos

 marhuendas con voz de flauta.

 

 Mariano, sal del armario

 hay dos jueces que te llaman,

 que fueron decapitados

 por los fachas de tu casa.

Cien elefantes del rey

 en Wostwana se juntaban.

 

 Sol en cubos resistía

 tanto corrupto con barba.

 Ya convoca el referendum

 ya independencia se palpa.

 Corales tibios pronuncian

 catalán en aquel mapa.

 

 

 

 Oh!, qué gritos se sentían

 por encima de las casas!

 ¡Qué espesura de puñales

 y banderas desgarradas!

 Por calles de Barcelona

 las donas suben y bajan.

 Culés y pericos juegan

 bajo las nubes paradas.

 

 Alrededor del gallego

 gritan la Cospe y Soraya

 y Floriano va rezando

 por su flor martirizada.

 Paños blancos enrojecen

 en la Génova cerrada.

 Rumores de tibia aurora

 Sobresueldos intercambiaban.

 

 

 

 Catalán enfurecido,

 Arturo huye en su jaca.

 Peperos le tiran flechas

 en los muros y atalayas.

 Y cuando la soberanía

 eran ya de resonancia,

 Obama con sus tijeras

 cortó las cuerdas del arpa.

miércoles, 26 de febrero de 2014

No fue un golpe de estado. Fueron dos.


A raíz de mi post de días pasados me han pedido mi versión sobre lo realmente ocurrido el 23 de Febrero de 1981, ahora que casi todo el mundo empieza a tener la suya. Esta es la mía.

Fue una gran casualidad. Pero fue. El segundo día en la vista pública del Consejo de Guerra contra los implicados en el intento de golpe de Estado del 23 de Febrero, celebrada  el 21 de febrero de 1982 en el Servicio Geográfico del Ejército, de Madrid, con la lectura de las declaraciones de los tenientes coroneles del Estado Mayor del Ejército Mariano Cañas, Luis Arana Lorite y Manuel Muller,  los argumentos en ella empleados fueron ignorados por todos: ponentes, abogados, fiscales y jueces.  En el acta se recogen cosas como la que sigue:

“El teniente coronel Mariano Cañas Barrero, quien preguntado si recuerda las conversaciones que mantuvo el general Armada desde el Estado Mayor del Ejército el 23 de febrero, manifiesta que hizo en su presencia dos llamadas telefónicas desde el despacho del teniente general Gabeiras, pero afirma que no escuchó su contenido. Indica que, en la primera de ellas, Armada utilizó un tono muy respetuoso”.

A tenor de estas ignoradas declaraciones se pueden establecer algunas preguntas e hipótesis.

a)     El único superior jerárquico que tenía el general Alfonso Armada era el General en Jefe de Estado Mayor, José Gabeiras Montero, y es conocido que Armada tuteaba a todo el mundo, incluido Gabeiras

b)     ¿Con quién pudo tener Armada una conversación en “tono muy respetuoso?


“En la segunda declaración, de carácter indagatorio, el teniente coronel Tejero manifestó que mantuvo en el Congreso una conversación de hora y media de duración con el general Armada, quien le planteó la solución de un Gobierno presidido por él como único militar. Afirmó el procesado que Armada le dijo que el plan era orden del Rey y que Milans le recomendó por teléfono que aceptara el plan que le proponía Armada. Tejero testificó luego que a la vista de la llamada de Milans y de la solución que le proponían, contestó a aquél que para sustituir a Calvo Sotelo por Armada no hacía falta dar semejante campanazo y que ya no le consideraba su jefe.”


La sesión de investidura de Calvo Sotelo como presidente de gobierno fue especialmente “golosa” para el espíritu golpista que anidaba aquellos días en el Ejército. Y Tejero, andaba ilusionado desde que salió indemne del proceso de la “Operación Galaxia”.  Así, de manera particular, y utilizando el dinero recibido por una herencia de su mujer, financió el alquiler de autobuses, equipo, anorak y gabardinas con las que asaltó el Congreso con los que él llamaba “sus guardias”.

El coronel Martínez Inglés incluye en su libro “La transición vigilada”, retirado del mercado a los 15 días, las únicas declaraciones del general golpista Milans del Bosch sobre esos acontecimientos. Habían coincidido en la misma prisión y el coronel le prometió no divulgarlas hasta después de su muerte. Milans del Bosch dijo: “El rey quiso dar un golpe de timón institucional, enderezar el proceso que se le escapaba de las manos y, en esta ocasión, con el peligro que se cernía sobre su corona y con el temor de que todo saltara por los aires, me autorizó actuar de acuerdo con las instrucciones que recibiera de Armada”.


Milans del Boch, pudo saber de la intentona de Tejero a través del teniente coronel Más Oliver, y, de acuerdo con Armada y probablemente con “alguien más…” dejaron actuar a Tejero.

Aquello estaba condenado al fracaso, pero no lo que había detrás. Lo substantivo. El operativo de golpe de estado clásico de Milans en Valencia y la propuesta de régimen militar, presidido por Armada.

Está la famosa lista de “los 19”, elaborada entre Armada y Enrique Múgica, que contó y en primer lugar con la aceptación de uno de ellos, Felipe González, de lo que luego se desdijo.

Y con Felipe González como vicepresidente para Asuntos Políticos, los socialistas Gregorio Peces-Barba (Justicia), Enrique Múgica (Sanidad) y Javier Solana (Transportes) y entre los representantes del Partido Comunista a Jordi Solé Tura en Trabajo y a Ramón Tamames en Economía, que formarían un gobierno de concentración presidido por él. En este gobierno estarían también presentes: el aliancista Manuel Fraga (Defensa), los centristas Pío Cabanillas (Hacienda), José Luis Álvarez (Obras Públicas), Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón (Educación), y Agustín Rodríguez Sahagún (Industria); el presidente de la CEOE, Carlos Ferrer Salat (Comercio), el director de la Agencia EFE, Luis María Ansón (Información), el abogado Antonio Garrigues Walker (Cultura), el banquero José María López de Letona (Vicepresidente para Asuntos Económicos), José María de Areilza (Asuntos Exteriores), y dos militares: el general José Antonio Sáenz de Santamaría (Autonomías) y el general Manuel Saavedra Palmeiro (Interior).


A pesar de esta presencia de civiles el gobierno era de clara inspiración militar, no electo e ilegal. Tejero habría puesto la “vacuna”, y entre el terror, la  llegada de Armada y “el elefante Blanco” habría sido recibida con alivio.

Esta puesta en escena –nada que ver con Garci- se apoyaba en una sociología decimonónica del golpismo y no tuvo en cuenta el efecto de los medios informativos en la opinión pública, especialmente la primera media hora en directo desde las Corte y la radio durante toda la noche.

No obstante, la negociación del “Pacto del capó”, para el que la desclasificación improbable de documentos relativos al golpe descubriría demasiadas complicidades “importantes” consiguió que los golpistas salieran casi indemnes y sólo Armada, Milans y Tejero tuvieron una condena corta pero efectiva. Para la trama civil y para los miles de fascistas que durante toda la noche camparon por sus respetos amenazando con un baño de sangre a la izquierda, nada de nada.

Se puede decir que no triunfaron los golpistas, pero si el golpe. Ahora vemos sus efectos. Gobiernan.











lunes, 24 de febrero de 2014

23-F. Sólo la realidad supera a la ficción

En febrero de 1981 yo era un sindicalista con barba, megáfono y trenca con capucha. Quiero decir que intervenía en asambleas, negociaba convenios colectivos, participaba en huelgas y era el secretario de organización de mi sindicato a nivel provincial.
Cuando el día 23 se produjo una de las cíclicas pulsiones de la España negra yo estaba reunido en el Club Figueroa de Córdoba con otros compañeros y sindicalistas para defendernos de un Expediente de Regulación de Empleo que quería poner en la calle al 20 % de la plantilla de la empresa donde trabajaba.
Casi nos tomamos a broma la estampa del tricornio con bigote en el Congreso, pero cuando terminó la reunión, instintivamente, al pasar por una gasolinera, llené el depósito del Mini Morris, verde y blanco, que tenía y me dirigí a casa de mis ya ancianos padres. A despedirme.
Si el golpe o atraco recurrente de las libertades hubiera triunfado, hace tiempo que estaría criando malvas, pero tuve tiempo de recibir dos gestos fraternales y de amistad.  Mi padre, cuando ya estaban los bancos cerrados, había reunido una cierta cantidad de dinero en metálico- 36.000 pesetas- que me dio callada y discretamente. Y recibí la llamada de un compañero, nacido en una localidad de la provincia de Cáceres, limítrofe con Portugal, buen conocedor de la frontera, que se ofreció hasta para acompañarme hasta allí.
Al pairo de los acontecimientos, también otros amigos, comprometidos pero no sospechosos por su buena situación económica, me ofrecieron pasar la noche en su casa. Amarrados a los transistores pasamos las horas en una casa de campo, aliviando la tensión con la música de Carlos Santana y Phil Collings.
Cuando el Borbón hizo su paripé de defensor de la democracia, hasta brindamos. Y sin ningún ánimo de ninguna necesaria enmienda a las seis de la mañana ya estaba participando en una multitudinaria asamblea en el turno de mañana de mi empresa. Y las que vinieron después.
Por eso anoche, viendo la “Operación Palace” de Jordi Évole,  me embargó el mal humor. Aun intuyendo el montaje, en algún momento me pregunté si aquel disparate podría ser verdad, y donde estaba el sacrificio, la solidaridad y la fraternidad de mis seres queridos y amigos, en almoneda ante un monumental engaño al pueblo y a la verdad.
Millones de personas de esta mierda de país sentimos aquella noche el miedo humano, la retroalimentación en nuestros ideales para sobrevivir al horror, mientras una partida de linchadores de la libertad sacaban sus pistolas y tanques cainitas a las calles de su fanatismo patriotero.
La justicia les fue leve a la trama militar del golpe de los cavernícolas e inocua a la trama civil. Tan inocua que ahora nos gobiernan desde sus gaviotas y cuentas suizas.
La historia de ficción del otro 23-F, el de ayer, es tan sólo superada por la versión oficial, judicial y policial, mucho más teatralizada y novelada, que la que emulando a la “Guerra de los Mundos” de Orsón Welles se ofreció ayer.
Por lo pronto, los trogloditas han convocado una manifestación automovilística en mi ciudad – no sé sabe si llevaran también tricornios y pistolas-  el próximo día 8 de marzo.

Tendré que desempolvar a Santana y Phil Collings. 

jueves, 20 de febrero de 2014

Ali Babá y los cuarenta ladrones (por lo menos)


“Había una vez un señor que se llamaba Alí Babá y que tenía un hermano que se llamaba Kassim. Alí Babá era honesto, trabajador, bueno, leñador y pobre. Kassim era deshonesto, haragán, malo, usurero y rico. Un día en que Alí Babá estaba en el bosque cortando leña oyó un ruido que se acercaba y que se parecía al ruido que hacen cuarenta caballos cuando galopan. Se asustó, pero como era curioso trepó a un árbol.”

Espiando, vio que eran, efectivamente, cuarenta caballos. Sobre cada caballo venía un ladrón, y cada ladrón tenía una bolsa llena de monedas de oro, planes de urbanismo, recibos de cuentas en Suiza, sobresueldos, donaciones, bodas en El Escorial, Jaguars, viajes en yates de capos, indemnizaciones de bancos, blusas en cacerías –digo blesas-  y más de mil donaciones de empresas, zafiros, consejos de administración, ágatas, tarifas eléctricas y otras perlas. Delante de todos, con barba, iba el jefe de los ladrones. Detrás, un tal Paco. Con toda “La Razón”.

Los ladrones pasaron debajo de Alí Babá y frenaron frente a una gran puerta que tenía, más o menos, como diez edificios de alto y que era completamente azul. Con gaviotas.  Entonces el jefe de los ladrones, por nombre Mariano, gritó a la puerta: "¡Génova: ábrete!". Se oyó un trueno y la puerta, como si fuera un sésamo, se abrió.  Los ladrones entraron por la puerta  con su acta de ministros  y todo, y una vez que estuvieron dentro, el jefe gritó: ¡Gurtel, ciérrate!" Y el juzgado se cerró.

"Es indudable -pensó Alí Babá sin bajar del árbol- que esa puerta es mágica y que las palabras pronunciadas por el jefe de los ladrones tienen el poder de abrirla. Pero más indudable todavía es que dentro de esa extraña casa tienen esos ladrones su escondite secreto donde guardan todo lo que roban." Y en seguida se oyó otra vez una voz con acento gallego decir no sé qué  de “popular”, partido o partía, y se abrió. Los ladrones salieron y el jefe gritó: "¡Justicia: ciérrate!". La puerta se cerró y los ladrones se alejaron a todo galope, seguramente para ir a robar en algún lado.  La Moncloa, el Parlamento o algo así. Cuando se perdieron de vista, Alí Babá bajó del árbol.

"Yo también entraré en esa casa -pensó-. El asunto será ver si otra persona, pronunciando las palabras mágicas, puede abrirla." Entonces, con todas las fuerzas que tenía, gritó: "Génova, ábrete!"  Y la puerta se abrió. Y aparecieron un señor de enormes bigotes, cuatro tesoreros, un tal Albondiguilla, un tal Rodrigo hasta dentro de un Rato, el “Correas”, los restos de mil cajas de ahorro, el déficit de energía, el relaxing cup, el tea party, la toga de dos jueces, el ABC y las libretas de cuarenta cuentas suizas.

Después de tardar lo que se tarda en parpadear, se lanzó por la puerta mágica y entró. Y una vez dentro se encontró con el tesoro más grande del mundo. "¡Gurtel: ciérrate!", dijo después. La puerta engaviotada se cerró con Alí Babá dentro y él, con toda tranquilidad, se ocupó de meter en una bolsa la libreta de un tal Luis.   Será suficiente, se dijo. La llevo a un periódico independiente y dejo de  cortar leña.  Dijo: "¡Bárcenas: ábrete!" y la puerta se  abrió. Después dijo aquello de  ¡Justicia, ciérrate! Y él volvió a su casa, cantando el himno de la alegría, con arreglos de Garzón y Elpidio.  

Alí Babá guardó la libreta y cada noche leía sus anotaciones sin dar crédito a lo que leía. La leyó tanto, que se enamoró de ella. Sabía que una noche, algún periodista lo llamaría y, juntos, él y su libreta, viajarían muy, muy lejos. A la Moncloa.

Y colorín colorado, al gato de Granados lo han cazado (por lo menos).

 

 

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miércoles, 19 de febrero de 2014

Vergüenza


 

“Pues amarga la verdad

quiero echarla de la boca

y si al alma su hiel toca  

esconderla es necedad”.

 

Quevedo.

 

La mentira, en una extensión nunca conocida, nos gobierna. Se puede uno levantar una mañana y encontrarse con las auto justificaciones de un ministro, responsable de causar la muerte a quince seres humanos que intentaban huir de la miseria, con la revelación de la policía suiza de que un senador de nuestro país tiene una cuenta oculta con 1,5 millones de euros o con que una empresa gasística ha nombrado, de una tacada, a cinco ex cargos de una misma formación política como miembros de su Consejo de Administración.

Y no les da la más mínima vergüenza. Han hecho del robo y del engaño una tecnología punta. El ministro se apoya en un “guerrillero de Cristo Rey”, que en el pasado, amenazó, pistola en mano,  a los ilusos que defendían la democracia, al senador le parecían pocos los cinco años de pena que había impuesto un juez a tres jóvenes por arrojar una tarta a una presunta corrupta y la empresa de gas, subirá mañana las tarifas a los consumidores con el total beneplácito de los cinco nuevos consejeros y del partido donde abrevan.

El nuevo orden se construye sobre el saqueo, la impunidad y los currículos inventados. Se apoya en la miseria y en la necesidad extrema y convierte a los seres humanos en desechos de pelota o bala de goma, disparada desde el fascismo genital acumulado.

Van a las tertulias e imparten cátedra. De equidad, ponderación y amor patrio. Se contraen las neuronas y se dilatan  las cuentas ocultadas. Reclaman cárcel para estos o los otros y engordan sus cuentas en la intimidad del “estado banco”. Y en la convocatoria electoral siguiente los vuelve a votar. A ellos y a su mierda. A sus pelotas de goma, a sus tarifas eléctricas y a sus cuentas suizas.

¡Vergüenza de país, vergüenza de patria y vergüenza de patriotas! Se les llena la boca de patria y de bandera y no pueden vivir un segundo sin robar y sin matar.  Se creen el corazón del mundo y su sístole y su diástole está marcado por un exilio de la justicia, por una connivencia perpetua con la mentira y la muerte ajena.

El mundo seguirá andando hacía no se sabe dónde, -¿hacia el llanto de los niños de Ruanda o las noches de insomnio de seis millones de seres?-  pero allí, sentados en los sillones de los Consejos de Administración o pisando la moqueta de un ministerio o de un banco helvético, estarán ellos. Y su mierda con ellos.

Vergüenza.

 

 

 

 

 

lunes, 17 de febrero de 2014

Experiencias de una visita a la Mezquita de Córdoba


 

Acompañando a una persona de fuera de Córdoba hice, días pasados, una visita a la Mezquita.

En el Patio de los Naranjos a pesar de ser “un espacio público” según el PGOU, hay la atmósfera que el Cabildo Catedralicio quiere que haya. Una presencia masiva  de agentes de la seguridad privada que confieren una sensación de presunción de delincuencia de los que son simples turistas o visitantes.

Hay colas en las taquillas que venden los tickets al nada ecuménico precio de 8 euros. Parece que el “negocio” funciona.  Nada más tener la entrada, al leerla ya se barrunta algo ilícito. La entrada dice que es un “donativo”, - los donativos son voluntarios y sin cantidad fija- , así la inteligencia financiera de la curia elude el pago del IVA o cualquier otro impuesto.

En una clara demostración del principio latino de “Excusatio non petita, accusatio manifesta” el texto de la entrada informa de las innumerables obras benéficas, sociales y de conservación del edificio a los que se destina el “donativo”.  La primera en la frente.

En la puerta de acceso dos agentes hercúleos custodian al portero mayor, al que una visible tirilla blanca en el cuello delata su condición. Delante de mí una pareja de turistas, con rasgos propios de islamidad, es amonestada  por el portero sobre la “condición de templo cristiano” del monumento y la prohibición de hacer rezos de otras confesiones. Llevo mi cabeza cubierta y el portero me toca la gorra con un dedo, deduciendo que debo quitármela para entrar, recibiendo el argumento de: “Por respeto”.

Nada más entrar en la Mezquita Aljama y, a pesar de haberlo hecho mil veces, recibo un enorme  impacto de belleza y grandeza. Sobran todos los respetos impuestos.  Me topo, a primera vista, con el horror que suponen las capillas de culto cristiano que jalonan todo el muro de poniente. Una colección de arte necrófilo rancio. Han llenado de crucifijos, vírgenes y enterramientos   todo un muro. ¡Quien hablaba de respeto!

El principal lugar de la Mezquita, el Mihrab, está huérfano de toda luz e indicación. Un centenar de turistas, reciben, en la penumbra,  las explicaciones de los guías. Contrasta la falta de luz con el desborde que existe en el crucero de la añadida “catedral cristiana”.  Una afrenta adosada como un siniestro pastiche en la Mezquita primitiva.

Me acuerdo de las palabras del emperador Carlos, en cuyo nombre se hizo el mamotreto, cuando lo vio en persona: “Habéis destruido lo que era único, y había construido lo que se encuentra en cualquier sitio”. Pues eso.

Veo la alabada sillería del coro, de Duque Cornejo, y me parece lo que siempre: Un monumento al horror. La madera de ébano incorruptible, importado a golpe de maravedíes de las Indias, ha envejecido. Se quedado totalmente negra. La alegoría de los cuatro evangelistas, infiltrada sobre el altar mayor, es grandilocuente e inoportuna.  ¡El buey que reventó,  dice la incultura popular sobre el toro de San Mateo!  La lástima es que no reventó por lo menos lo bastante.

La Sala del Tesoro es como la sala del tesoro del cualquier catedral. La Custodia de Arfe se salva,  pero todo lo construido al socaire de la fe cristiana en la Mezquita adolece de lo mismo: Tiene enorme complejo de culpa y de inferioridad. Quieren justificar con ampulosidad y magnificencia cateta lo que no es sino aberración e inoportunidad.

Me cuentan que en la visita guidada nocturna, al precio de 18 euros, en el texto que todo el mundo oye se aprovecha para dar una catequesis, gratuita y oportunista, sobre la forma en que los actuales “dueños” de este monumento tienen de la religión y de la ecumeneidad de la que alardean. Se vomita fuera.

Me vuelvo a acordar de las palabras del emperador Carlos y del sentido de la dignidad del cargo que tenía el corregidor Luis la Cerda, que a pesar de ser miembro de la nobleza, publicó un bando, amenazando con la pena de muerte al que osare tocar un ladrillo de la Mezquita para construir lo que ahora llaman “catedral”. Lo excomulgaron y no le hicieron caso. Y los herederos de tal barbarie se lucran con algo que han expoliado a la humanidad y al pueblo de Córdoba.

A la Mezquita de Córdoba le ocurre, que por muy “pequeños” que sean sus administradores coyunturales, siempre será “grande”.

 La Aljama.

 

 

 

 

domingo, 16 de febrero de 2014

La insoportable levedad de un gobierno de inútiles


Han pasado 27 meses, y más allá de la repugnancia ideológica que nos produce, más allá de la regresión política y del retroceso generalizado de libertades y calidad democrática que se está produciendo, el gobierno de Mariano Rajoy se caracteriza por una absoluta incapacidad, una verificable insolvencia y una torpeza en la gestión rayana en la completa ineptitud.

Los sucesos de Ceuta, un inadmisible e infrahumano crimen de estado, revelan hasta qué punto estamos administrados no sólo por retrógrados de la peor calaña sino por auténticos marmolillos. Se han unido un ministro medieval y un director de la Guardia Civil, franquista y mentiroso, hasta los tuétanos.

El hecho diferencial de este gobierno es lo que se equivoca, no es la anécdota, es la categoría; no es el sofisma es el resplandor. Decir que no se han disparado pelotas de goma, decir que se iba a querellar por insinuarlo y admitirlo en delirante rueda de prensa por el ministro, es todo uno.

La planificación, la coherencia, la verdad, brillan por su ausencia y el resultado son quince personas, tratadas peor que animales, muertas. Cualquier gobernante con un mínimo de decoro y decencia personal habría dimitido. Pero estos, numerarios del Opus, desnudan sus huesos, mondos y lirondos, de cualquier responsabilidad y se vuelven a su comunión diaria.

Mientras tanto, Jorge Moragas, jefe de gabinete del presidente, planifica un viaje a Turquía en el que presidente de un país soberano sirve de telonero y bufón de un acto electoral de un candidato que reúne todas las sospechas de corrupto y sátrapa del momento, y José Manuel Soria, ministro de no se sabe qué, se inventa un recibo de la luz esperpéntico, tan inútil como él mismo y que supone una nueva burla al consumidor.

Llevan adelante unas inusitadas prospecciones en busca de petróleo, nada menos que en Ibiza o Canarias y espantan a medio mundo de posibles visitantes, ponen a punto de rebelión hasta sus propios gobernantes y amagan con matar la gallina de los huevos de oro del turismo, a la par que  diseñan una nueva ley del aborto, que nadie salvo la Conferencia Episcopal ha pedido, y que rechaza una mayoría social del país, incluida la propia vicepresidenta del Congreso.

El ministro Wert esconde su cobardía personal buscándose un arbitrario compromiso en el Reino Unido,  concertado tres días antes de la gala anual de nuestro cine, y los “maquilladores” oficiales del partido diseñan un currículum falso de un líder andaluz, dedazo desnudo de una entelequia de democracia, que solo pretende ocultar el aparaterismo pesebrista donde se ha criado y alimentado.

Acostarse cada noche sabiendo que esta gente nos gobiernan es inquietante. A punto del insomnio completo. O si no oyendo a una alcaldesa de la ciudad más importante del país que confunde Andalucía con Asturias, un gobierno de dos con un tripartito y la velocidad con el tocino de un relaxing cup.

Y detrás están la Gurtel. Y Bárcenas. Y los 100.000 millones regalados a la Banca. Y el lobby de las eléctricas. Y los sobresueldos. Y el paro. Y el hambre. Y los desahucios. Y el sursum corda.

Desdichados.  Ellos y nosotros.