domingo, 16 de febrero de 2014

La insoportable levedad de un gobierno de inútiles


Han pasado 27 meses, y más allá de la repugnancia ideológica que nos produce, más allá de la regresión política y del retroceso generalizado de libertades y calidad democrática que se está produciendo, el gobierno de Mariano Rajoy se caracteriza por una absoluta incapacidad, una verificable insolvencia y una torpeza en la gestión rayana en la completa ineptitud.

Los sucesos de Ceuta, un inadmisible e infrahumano crimen de estado, revelan hasta qué punto estamos administrados no sólo por retrógrados de la peor calaña sino por auténticos marmolillos. Se han unido un ministro medieval y un director de la Guardia Civil, franquista y mentiroso, hasta los tuétanos.

El hecho diferencial de este gobierno es lo que se equivoca, no es la anécdota, es la categoría; no es el sofisma es el resplandor. Decir que no se han disparado pelotas de goma, decir que se iba a querellar por insinuarlo y admitirlo en delirante rueda de prensa por el ministro, es todo uno.

La planificación, la coherencia, la verdad, brillan por su ausencia y el resultado son quince personas, tratadas peor que animales, muertas. Cualquier gobernante con un mínimo de decoro y decencia personal habría dimitido. Pero estos, numerarios del Opus, desnudan sus huesos, mondos y lirondos, de cualquier responsabilidad y se vuelven a su comunión diaria.

Mientras tanto, Jorge Moragas, jefe de gabinete del presidente, planifica un viaje a Turquía en el que presidente de un país soberano sirve de telonero y bufón de un acto electoral de un candidato que reúne todas las sospechas de corrupto y sátrapa del momento, y José Manuel Soria, ministro de no se sabe qué, se inventa un recibo de la luz esperpéntico, tan inútil como él mismo y que supone una nueva burla al consumidor.

Llevan adelante unas inusitadas prospecciones en busca de petróleo, nada menos que en Ibiza o Canarias y espantan a medio mundo de posibles visitantes, ponen a punto de rebelión hasta sus propios gobernantes y amagan con matar la gallina de los huevos de oro del turismo, a la par que  diseñan una nueva ley del aborto, que nadie salvo la Conferencia Episcopal ha pedido, y que rechaza una mayoría social del país, incluida la propia vicepresidenta del Congreso.

El ministro Wert esconde su cobardía personal buscándose un arbitrario compromiso en el Reino Unido,  concertado tres días antes de la gala anual de nuestro cine, y los “maquilladores” oficiales del partido diseñan un currículum falso de un líder andaluz, dedazo desnudo de una entelequia de democracia, que solo pretende ocultar el aparaterismo pesebrista donde se ha criado y alimentado.

Acostarse cada noche sabiendo que esta gente nos gobiernan es inquietante. A punto del insomnio completo. O si no oyendo a una alcaldesa de la ciudad más importante del país que confunde Andalucía con Asturias, un gobierno de dos con un tripartito y la velocidad con el tocino de un relaxing cup.

Y detrás están la Gurtel. Y Bárcenas. Y los 100.000 millones regalados a la Banca. Y el lobby de las eléctricas. Y los sobresueldos. Y el paro. Y el hambre. Y los desahucios. Y el sursum corda.

Desdichados.  Ellos y nosotros.

 

 

sábado, 15 de febrero de 2014

Cartelera cinematográfica actualizada


Mariano Rajoy: Con faldas y a lo loco

 Juan Carlos de Borbón: ¿Por quién doblan las campanas?

 Soraya Sáenz de Santamaría: Sissi emperatriz

 José María Aznar: Charlot

 Luis de Guindos: Los ladrones somos gente honrada

 Cristóbal Montoro: Drácula

 Arthur Más: Vivir es fácil con los ojos cerrados

 Alberto Ruíz Gallardón: El exorcista.

 Luis Bárcenas: El hombre que sabía demasiado

 Baltasar Garzón: Gladiator

 Rodrigo Rato: El señor de los anillos

 Ignacio Wert: Mi mula Francis

 Dolores de Cospedal: Más dura será la caída

 Felipe González: Merlín, el encantador

 Alfredo P. Rubalcaba: El violinista en el tejado

 Miguel Roca: Todos los hombres del rey

 Cayo Lara: Esta tierra es mía

 José Bono: La pantera rosa

 Alicia Sánchez Camacho: Robocop

 José Manuel Soria: El increíble hombre menguante

 José Luis Rodríguez Zapatero: Una herencia de miedo

 Alberto Núñez Feijoo: Las amistades peligrosas

 Ana Pastor: El fantasma de la ópera

 Fátima Báñez: Tristana

 Ana Botella: La tonta del bote

 José Manuel Soria: Por un puñado de dólares

 J.A. Duran y Lleida: Cumbres borrascosas

 Federico Trillo: Harry el sucio

 Susana Díaz: El último cuplé

 Juez Ruz: Aterriza como puedas

 Gerardo Díaz Ferrán: El hombre elefante

 Esperanza Aguirre: La momia

 Rita Barberá: Lluvia de albóndigas

 Ana Mato: Desayuno con diamantes

 Miguel Blesa: Coge el dinero y corre

 Rafael Merino (diputado por Córdoba): La batalla de las colinas del wiski

 Jorge Fernández: Con la muerte en los talones

 Julio Anguita: Espartaco

 Francisco Camps: El padrino

 Juan Cotino: Asalto al tren correo

 Alberto Garzón: Dulce pájaro de juventud

 Alberto Fabra: El aprendiz de brujo

 Manuel Fraga: Franco, ese hombre

 Juez Alaya: El manantial de la doncella

 Celia Villalobos: El efecto mariposa

 Rouco Varela: Los comulgantes

 Rafael Gómez Sánchez: El tigre de Malasia

 J.A. Nieto (Alcalde de Córdoba):El hombre que susurraba a los caballos

 El Gobierno: Doce del patíbulo

 El Senado: Jurassic Park

La Moncloa: La parada de los monstruos

 Rajoy, Guindos y Montoro: Los pájaros

 Franco y Rajoy: Como en un espejo

 Bankia: Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto

 Francisco Marhuenda: El sirviente

 Pedro Jota: Al final de la escapada

ABC: Los chicos del coro

Noos: El día de los tramposos

 Iñaki Urdangarín: Lo que el yerno se llevó

 

jueves, 13 de febrero de 2014

Solemne papel mojado


“Te tengo comparaíta

con el correo de Vélez

que en cayendo cuatro gotas

se le mojan los papeles”

 

Soleá flamenca.

 

La historia, en realidad, es una tomadura de pelo. Se hacen guerras,  revoluciones, luchas sociales o constituciones  para cambiar o conseguir algo, que en muy poco tiempo, desaparece, se desvanece. Solemne, desgraciado y recurrente “papel mojado”.

Perdonen la manera de señalar pero el artículo 35 de la muy ponderada Constitución Española consagra al “trabajo” como  un “derecho”. ¡Que se lo digan a seis millones de compatriotas!

El artículo 47 la toma con la vivienda y dice: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos”. Fin de la cita.

Y digo, yo, ¿los que han desahuciado de su casa a 300.000 personas en los últimos cuatro años han leído la Constitución? Y en el colmo de la ingenuidad: ¿han regulado los poderes públicos algo para “impedir” la especulación? ¡Y no digamos lo de la “participación de la comunidad en las plusvalías!

Nuestra Constitución, fruto de una calentura, tras cuarenta años de cárcel colectiva, es un patético, solemne, aburrido, estéril, insolemnte y mentiroso “papel mojado”.  La igualdad ante la ley es un quimérico papel mojado.  El “estado de bienestar” es un borracho papel mojado. La transparencia en la financiación de los partidos políticos es un corrupto papel mojado. Los jueces, los fiscales, el Tribunal Supremo, el Constitucional, el de Cuentas, la soberanía del pueblo, la democracia y el chichi de la Bernarda, son macilentos, descoyuntados y oníricos papeles mojados

Nada, un encefalograma plano; el Congreso es  un letargo con calefacción central y gin-tonics baratos, el Gobierno es una chirigota con caspa, La Oposición unos grillos sin jaula, y al pueblo lo recortan, le aplican reducciones de sueldo y salarios mínimos y le dicen, en sede parlamentaria, que se joda.

El ministro del Interior, y del Opus, ha dado hoy una explicación, a dentelladas de sacristía, de cómo alguien que dice “amar la vida” produce por acción u omisión la muerte de quince prójimos, que en el colmo de la mala información confundían nuestras costas (y sus tricornios) con la “tierra de la libertad”.  Marca de la casa, “la marca hispánica”, pura materia de fe, que no provoca una suerte de remordimiento en los que viven en la comisión y el sobresueldo.

Con su pan, mojado, se lo coman.

 

 

 

 

 

 

 

martes, 11 de febrero de 2014

No lo sé. No me acuerdo.


No lo sé. No me acuerdo. No lo sabía. No me consta. No le di importancia. No era de mi interés. No era de mi competencia. No lo apunté. No creí que fuera importante. No tenía intención.  No estoy informada.

No sé quién es. No lo conozco.  No lo vi. No estaba. No era. No quiero. No lo cogí. No se lo di. No lo tomé. No lo pagué. No lo compré. No lo firmé. No como. No fumo. No follo. No forma parte. No sé de impuestos. No sé de declaraciones.  No resido. No trabajo.

No entiendo nada. No leo nada. No firmo nada. No dijo nada. No descarto nada. No reino nada. No sucede nada. No tan rápido. No tan lento. No tan lejos. No tan cerca. No era de noche. No era de día. No era.

No he hecho. No he dicho. No he puesto. No he impuesto. No he deducido. No he ocultado. No he pagado. No he sustraído. No he sumado. No he restado. No he practicado.  No he eludido. No he robado. No he coronado. No he meado. No he cagado.

No es raro. No es normal. No es fácil. No compro. No vendo. No regalo. No digo. No existe. No es. No entiendo. No nado. No navego. No corro. No sigo. No ando.  No  comprendo. No voto. No sexo. No soy lista. No soy tonta.

No dirás el nombre de Dios en vano. No matarás. No consentirás pensamientos ni deseos impuros. No cometerás adulterio. No codiciaras los bienes ajenos. No robarás. No dirás falsos testimonios.

No me sentaré en el banquillo. No iré a la cárcel. No dejaré de ser duquesa. No he comprado un palacete. No he recibido un préstamo de mi padre. No leo los correos de mi marido. No soy una infanta ejemplar. No soy un ejemplar de infanta.

No sé de sociedades. No sé de ganancias. No sé de infantas. No sé de coronas. No sé de nada. No falta nada. No cobré nada. No pagué nada. No deduje nada. No oculté nada. No deseaba nada. No pasó nada. No empalmé nada. No podrá.

Nóos.

lunes, 10 de febrero de 2014

Las fiestas populares y el electoralismo


“El Ayuntamiento de Córdoba anula fiestas que no son religiosas durante la Cuaresma. Córdoba será la única capital de provincia de toda Andalucía que no celebrará su tradicional Domingo de Piñata por exigencias claras de las cofradías locales.”

(De la prensa regional)

 

El Ayuntamiento de Córdoba, gobernado por el Partido Popular, está a punto de alcanzar un putrefacto punto: acabar de ensuciar por completo la mente de los ciudadanos de esta desgraciada ciudad.  Hace apenas dos cuaresmas, un concejal, entre onírico y frenopático, ahumó de incienso durante cuarenta días a quinientos funcionarios de las Casas Consistoriales porque su mente pretrentina entendía la casa de todos como el lugar ideal para hacer una ofrenda olorosa a “su” Dios.

Ahora, en otro pestoso pacto con el ultrismo, quieren acotar en exclusiva el tiempo de cuaresma, privatizando las fiestas en favor de lo falsamente penitencial y capillita. Cuando llegue la Semana Santa privatizaran las calles, con obstáculos y altas tribunas, donde la burguesía de siempre celebrará las estaciones de penitencia con comodidad y opulencia.

Desde la alta poltrona de su tambaleante mayoría absoluta, José Antonio Nieto y sus “bienpagaos” tenientes de alcalde y concejales, han traspasado y transgredido todas las fronteras que pudieran suponer un respeto a la fe privada y al ejercicio personal de unas creencias. En 33 meses de gobierno no han hecho más que equivocarse.  En todo. Incumplir todo lo que demagógicamente prometieron, privatizar, liquidar, ningunear y gobernar de cara a los intereses de una minoría y de espaldas a la ciudad y sus habitantes.

Enfrentarse al Carnaval y al carnavelismo es por demás, injusto e innecesario, y demuestra una muy evidente miopía, incluso en términos de rentabilidad electorera. La celebración del Domingo de Piñata es tan antiguo como la propia Semana Santa y prohibir a unos para contentar el fundamentalismo de otros es, además de reaccionario, torpe.  Máxime, cuando el Ayuntamiento es organizador y patrocinador, siempre en tiempo de cuaresma, de una corrida de toros benéfica que, en puridad, también sería contrario al espíritu “penitencial” y reduccionista al que se quiere contentar.

Sólo el electoralismo más oportunista  se oculta bajo esta guardarropía. La propia Pasión, es entendida por una mayoría de ciudadanos, de esta y otras ciudades, como una fiesta, en casi nada diferente al denostado carnaval, a pesar de las cruces, inciensos y túnicas moradas. El “esto es carnaval” es simétrico a “al cielo con ella” y nadie, hasta ahora, había prohibido que estas ovejas escarbaran en busca de sus raíces.

En plena escalada hacia el medievalismo, el peperismo se quiere quedar con dos llaves del populismo ciudadano: la máscara y el capirote, pero imponiendo límites temporales arbitrarios y dando paso a un doble peaje. La tribuna excluyente y altiva para mis votantes y la hoguera de Momo para la plebe pero cuando a mi convenga.  

Como el entierro de la sardina  está cercano concluiré diciendo que el PP cordobés, Nieto y su chirigota de concejales o murga, se equivocan más que una loca haciendo punto. Y que a su “chirigota” de malas voces están a punto de darle un merecido “cajonazo”.

 

viernes, 7 de febrero de 2014

Impunidad


No sólo era el robo refinado de los caudales públicos. No sólo era la asociación de malhechores en forma de partido político. No sólo era el secuestro de las libertades y el desprecio del bien común.

Era la atmósfera, circundida y marcada, estructurada y voluble, de impunidad. Era el abuso del aparato del Estado, la linde rota de la Justicia, el tejido desinflado de la voluntad popular. Eran los repugnantes ladrones del podio, la tribuna y la palabra.

¿Quedaría aire no contaminado en aquel país del atraco desde la donación interesada, de la comisión criminal, del fiscal vendido, de la hipócrita conceptualización de la noticia y del olor a pescado podrido de las tribunas?

Ontológicamente corruptos, corresponsablemente corruptos, asquerosamente corruptos. El presidente era corrupto, el juez era corrupto, el fiscal era corrupto, la infanta era corrupta, el rey era corrupto, el supremo era corrupto, la política era corrupta, la mentira era corrupta. El coñac de las botellas, disfrazado de noviembre, era corrupto.

Olían a podrido las calles, los ayuntamientos, los pueblos, los barrios, las ciudades y el coño de la Bernarda.

Pero lo peor era la sensación de impunidad, del crimen y el robo con descaro, con insolencia, con alevosía, con defensa gratuita, degollando cualquier indicio de justicia, indiferentes al escándalo universal de sus vidas y de su cotidianidad.

En el desvarió de la razón las instrucciones de sus atracos se hacían eternas. Nadie, salvo las excepciones alevosas, iba a la cárcel o se le condenaba por nada. Todos eran honorables presuntos, distinguidos chorizos, excelentísimos ladrones. En medio del atropello caían los jueces instructores, los que habían osado escuchar las tropelías o mandar dos semanas a la cárcel a los catadores de caviar, a los embaucadores de ahorros de acciones de ancianos o inválidos preferentes.

La abyección, el disfraz de liberales, el amparo de la noche electoral o el pensamiento abominable, el secreto oficial o la prescripción amable, eran el refugio último ante la ciudadanía engañada e inerme.

¿Quedaría aire, agua, palabra, razón o derecho no contaminado en aquella zahúrda a los que los criminales llamaban “patria”?

Pero, era inútil, se alimentaban de su mierda. Impunes.

 

martes, 4 de febrero de 2014

Desaparece la frontera entre público y privado


En medio de una atmósfera general de cinismo, hipocresía y corrupción, de las decenas de miles de millones concedidos a la banca y a los banqueros, de las financiaciones ilegales, donaciones, sobresueldos, evasiones, facturas falsas, fiscales vendidos y medios informativos convertidos en linfocitos con urea, se produce un hecho aparentemente intrascendente, de mucho menor calado, pero revelador.

En una ciudad de provincias, una concejala de la derecha, “encargada” de la seguridad de la urbe, tiene un accidente de tráfico.

Tras el mismo se descubre que el coche accidentado forma parte del parque móvil del ayuntamiento de esa ciudad de ceniza y desgracia que gobierna su partido. El de los ex presidentes  que se compran mansiones de mil millones en Marbella. Se comprueba, también, que la concejala hace un uso indiscriminado, abusivo y privado de un bien público. Que el vehículo entra, sale y duerme en la cochera coctelera de la infrascrita.

Y no pasa nada. La edil se justifica a lo “Gran Capitán”. “Soy concejala las 24 horas del día y tengo que acudir a accidentes, alarmas, actos y representaciones”. “Así ahorro el gasto de chóferes municipales”.

Y lo más grave: “Voy a seguir usando el vehículo”.

Hemos llegado a una situación donde han desaparecido los límites entre público y privado. Entre delito y justificación. Entre mentira y verbena. Hay una intoxicación general, una disentería del expolio al dinero de todos.

Una concejala, que gana doce veces el congelado salario mínimo, que tiene dietas, bagatelas y charoles por extensión, se apropia de un vehículo municipal, lo usa sin destemplanza y sin vergüenza, tiene un accidente y nos perdona la vida: “sale más barato así”, dixit.

La susodicha es “concejala de seguridad”. No sabemos de qué y de quien, pero es para para echarse la mano a la cartera y ver si queda algo. Si fuera concejala de limpieza estaríamos podridos. De mierda.

Naufragan la sociedad, la democracia y la política. Ya no hay ni sensación de delito, ni aposento de la razón. Roban y casi no se dan cuenta.

La ciudad existe. Es la mía. O viene pronto el “diluvio” o acabamos todos más secos que la mojama.